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SINOPSIS
Claire es una de las mejores comadronas pero con el paso de los años sus superiores piensan que hay que elegir unos métodos más modernos. Un buen día Claire recibe la llamada de Béatrice, la mujer de su padre la cual quiere verla después de más de treinta años de indiferencia y haber fallecido su padre. La reunión hará que se revelen algunos secretos…
INTÉRPRETES
CATHERINE DENEUVE, CATHERINE FROT, OLIVIER GOURMET, QUENTIN DOLMAIRE, MYLÉNE DEMONGEOT, PAULINE ETIENNE, PAULINE PARIGOT, MARIE GILLI-PIERRE, JEANNE ROSA, ÉLISE OPPONG, INGRID HEIDERSCHEIDT, JACQUES MECHELANY, KARIDJA TOURÉ
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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿De dónde salió la idea de contar la historia de una comadrona?...
Yo mismo fui salvado cuando nací por una comadrona. Me dio su sangre y así logró que yo viviera. Lo hizo con una discreción increíble y con gran humildad. Cuando mi madre me contó la verdad sobre mi nacimiento, hace un poco más de dos años, inmediatamente fui a buscarla, sin saber ni siquiera su nombre. Los archivos del hospital donde nací se destruyen cada veinte años, por lo que no había rastro documental. Mi madre recordaba que no estaba en la flor de la juventud. Por lo tanto llegué a la conclusión de que debía estar muerta.
Es por ello que decidí rendirle un homenaje, a mi manera, dedicándole esta película a ella y a través de ella, a todas aquellas mujeres que trabajan en la sombra, dedicando sus vidas a otros, sin esperar nada a cambio.
La cosa más extraordinaria consiste en que necesité una partida de nacimiento literal (no la copia habitual) hace unos meses, para mi matrimonio. Acababa de terminar prácticamente el montaje de la película y para mi asombro descubrí que había sido esa comadrona, y no mi padre, quien había declarado mi nacimiento en el ayuntamiento. No sólo había pasado toda la noche conmigo, y me había salvado, sino que también era la persona que había ido a declarar mi nacimiento, como para dar fe de que estaba vivo y bien. Creo que esto es un gesto hermoso, y repito su nombre, Yvonne André, sin parar. Le debo mucho.
No obstante, Dos mujeres no es una película autobiográfica. No quise contar mi historia, porque eso era solo un pretexto para ir más allá, para estar mejor informado sobre una profesión que siempre me ha fascinado. Por lo tanto, al principio me entrevisté con bastantes comadronas, para entender cabalmente lo que había pasado durante la noche de mi nacimiento, y es a partir de sus respuestas que la historia de Claire gradualmente surgió. Quise retratar a una comadrona en contacto con la realidad de su tiempo y también a una mujer en un momento decisivo en su vida.
Claire es tanto un carácter complejo como inflexible...
Es una mujer comprometida que vive para los otros. Tiene principios y valores que se niega a abandonar, cosa que la honra. Profesionalmente, no acepta lo que la sociedad quiere imponerle. La pequeña sala de partos donde siempre ha trabajado está a punto de ser cerrada para dar paso a una ‘fábrica de bebés’, estos establecimientos, cuyo número va en aumento, donde el rendimiento se considera más importante que el cuidado humano. Claire rechaza el trabajo que le ofrecen, rechaza esta manera de adaptarse a la novedad. Esto es quién es ella. Una mujer con una gran integridad que sabe lo que vale su experiencia. El dinero no es su prioridad, aunque si es cierto que el desempleo es motivo de preocupación. Prefiere vender su piso antes que contribuir a la política de establecer objetivos.
Actúa con la misma convicción en su vida personal: su hijo se ha ido de casa, no tiene compañero, pero sigue en pie, casi tozuda.
La irrupción de Béatrice en su vida lo cambiará todo.
Béatrice es algo totalmente opuesto a Claire, hasta el punto de que no resulta difícil recordar la fábula de La Fontaine sobre la hormiga y la cigarra cuando los vemos juntas. ¿Es intencional esta referencia?...
Sí. Asumo esta referencia íntegramente. Para mí, esta película es una fábula, pero más suave que la de La Fontaine, que encuentro aterradora. La mía es una fábula en la cual trato de decir que estamos todos sometidos al deber de ser un poco tanto la hormiga como la cigarra. Hay una oposición fundamental entre Claire y Béatrice, pero poco a poco este contraste se convierte en una fuente de complementariedad, surge la reciprocidad, aparece la sabiduría. El conflicto me da miedo y sin embargo, no siempre se puede evitar; también hay que reconocer que permite que nosotros apreciemos nuestras diferencias. Es lo que les va a ocurrir a las dos mujeres. Claire lleva una vida que está excesivamente en la sombra y Béatrice regresa para traer algo de luz en su mundo. Y para Béatrice, que siempre ha vivido como un espíritu libre, es quizás la oportunidad de llegar a comprender mejor su propia vida, detenerse finalmente y apreciar que sin los otros, no somos nada.
En este sentido, la película suscita la pregunta: ¿qué es la libertad?...
Exactamente. Para mí, la libertad es un concepto que a menudo cuestiono. La libertad no reside en la ausencia de límites o reglas, que es lo que Béatrice parece pensar. La enfermedad que la golpea minará su estilo de vida y su forma de pensar. Lo que llama 'la libertad' siempre ha sido algo parecida a una forma de fuga, pero de repente ya no la puede conseguir, necesita a Claire, es frágil. Claire, que encarna todo aquello que Béatrice siempre ha rechazado, ya que ésta ha decidido tomarse la vida a la ligera, hasta llegar a la superficialidad, es la persona que al final siente compasión extrema por los seres humanos impotentes y vulnerables. No puede haber nada más vulnerable que un bebé que acaba de nacer o una persona mayor que va a morir.
Béatrice, una mujer pero también una niña, encantadora, maravillosa y graciosa, cruel a través de su informalidad, finalmente se da cuenta de que se ha convertido en una prisionera. Es muy tarde, pero todavía tiene una oportunidad. Conseguir que el recuerdo que Claire tenga de ella sea bueno. Al igual que los muertos viven en nosotros, siguen viviendo en las mentes de aquellos a quienes amaron y de aquellos que los amaron. Para Béatrice, esa es la última libertad posible. Una de las cosas peores en el mundo es morir solo, con nadie que nos sostenga la mano.
Dos mujeres también es una historia de transmisión y de transformación...
Las dos mujeres llenan el vacío de la otra. Claire descubre de nuevo a su segunda madre, la que eligió mucho antes, en los tiempos en los que se convertía en una jovencita. Béatrice, en cambio, descubre a la hija que nunca tuvo.
Esta relación es lo que está en el corazón de la historia. Además, Béatrice no duda en presentar a Claire como su hija a los doctores que la tratan y por lo tanto Claire, contra las cuerdas, acepta. Y cuando Béatrice ya no tiene ningún lugar al que ir, es Claire la que le abre la puerta de su pequeño piso y de su vida. A partir de ese momento el piso de dos habitaciones se convierte en el escenario donde toda esa vida que no había sido permitida se va a desarrollar: será la posibilidad de recuperar el tiempo perdido, de hacer la paz.
Juntas le devuelven la vida al hombre al que ambas han adorado, cada uno a su propio manera. Para Claire, un padre que desapareció demasiado de repente y demasiado pronto y para Béatrice, el único verdadero amor de su vida. Para superar el pasado debe aceptar el futuro, el principio de una nueva vida para Claire, un final más tranquilo para Béatrice.
Esto es la primera vez que Catherine Frot y Catherine Deneuve se han encontrado en pantalla. ¿Cómo imaginó que iba a funcionar ese encuentro?...
Un éxito evidente. Escribí esta película para ellas dos y para Olivier Gourmet. Había pedido ya que Catherine Frot interpretase el papel de Simone de Beauvoir en Violette pero declinó la oferta. Volvió a mí después de haber visto la película para decirme que lo lamentaba. Su sinceridad me emocionó, y la tuve en cuenta.
Y cuando la película empezó a cobrar forma, la vi perfectamente, inclinándose sobre mi con su blusa rosada, como si me trajese al mundo. A partir de entonces todo empezó a encajar.
¿Quién, aparte de Catherine Deneuve, podría dar vida a Béatrice? Su mera existencia me hace feliz. Parece estar por encima del bien y del mal.
En lo relativo a Olivier Gourmet hay que tener presente que ya había trabajado con él en Violette y estaba seguro de que él y Catherine Frot iban a ser una pareja perfecta. Todos teníamos muchas ganas de volver a trabajar juntos otra vez.
De este modo, escribí el guión con los tres presentes. Vengo del teatro y es importante para mí visualizar a los actores que interpretarán los papeles que escribo. Tengo que oir sus voces. Es casi como hacer un traje a medida.
Mi única preocupación era que dijesen que no. Pero allí otra vez todo se desarrolló de manera positiva.
La película era sólo una idea en mi cabeza cuando me invitaron a un festival en Praga. Me encontré con Catherine Frot en la calle. Estaba filmando Marguerite. Hablamos. Le dije que pensaba en ella a menudo. Al día siguiente, como si el destino lo hubiese planificado, me encontré a Olivier Delbosc, también en Praga, ya que era el productor de Marguerite. Le hablé sobre mi idea de una película sobre una comadrona, y me dijo: “¡Vaya, qué casualidad, mi padre es un obstetra. ¡Quiero participar en el proyecto!”
No había leído ni una palabra.
Desde aquel día realmente tuve la sensación de que el destino había estado trabajando.
¿Cómo resultó trabajar con ellos?...
Me reuní con Catherine Deneuve casi al mismo tiempo que había visto Catherine Frot, con pocos días de diferencia.
Catherine Frot dijo sí primero, desde el principio. Estaba preocupada. Claire hace referencia a algo que pasa en su propia vida, algo que casi pertenece al pasado. Claire por lo tanto llegó en el momento adecuado, como si cerrara una cuadratura. Nos comprendimos el uno al otro muy rápidamente; ella también viene del teatro, compartimos la misma pasión por el texto, por aquellos aspectos que siempre se esconden en las sombras. Me recuerda a aquellas actrices inglesas que son capaces de todo, tanto en el teatro como en el cine.
Catherine Deneuve pidió una reunión conmigo. Estaba hecho un manojo de nervios; temblaba al pensar que si ella decía que no la película estaría condenada al fracaso. No obstante, también ella dijo que sí, y lo dijo tranquilamente durante la conversación, como si nada. Sé que detectó mi preocupación y que quiso tranquilizarme discretamente. Sentí que yo me moría de gratitud y de alivio.
Olivier Gourmet me llamó para decirme que no podía rechazar una historia como esa. Sabía que dejaría encantadas a mis dos Catherines; tiene una gran profundidad como actor, una asombrosa capacidad. Es un placer poder contemplarlo cuando trabaja.
El reparto en una película es casi más importante que la técnica.
Después, hice lecturas con cada uno de ellos, luego con ellos juntos. Catherine Frot es muy estructurada, debe tenerlo todo claro en la cabeza, mientras que Catherine Deneuve parece un equilibrista, vive en el momento, la verdad del momento.
Estábamos en el corazón de la historia, y también tuve que soltar el control un poco, como Claire, si no quería correr el riesgo de controlarlo todo. Aprendí mucha haciendo esta película.
Eligió a Quentin Dolmaire, descubierto en Tres recuerdos de mi juventud, de Arnaud Desplechin, para hacer el papel del hijo de Claire. ¿Por qué?...
Me vino a la cabeza en una conversación que tuve con Catherine Deneuve. Hablábamos de la película de Arnaud Desplechin que me había gustado mucho y del trabajo excelente de Quentin Dolmaire, que me recordaba a un Jean-Louis Trintignant joven, con esta voz extraña y una vocabulario también extraño. Buscaba una presencia distinta, como un campeón de natación para el papel: Quentin es bastante delgado y atlético. Catherine Deneuve realmente me empujó, para ella, lo más importante era que yo quería que fuese él. Y es verdad: quería que fuese él. Aunque Quentin no era lo que tenía en la cabeza para el personaje, sí podía convertirse en el personaje. Y lo consiguió.
Catherine Frot participa en nacimientos reales en la película. ¿Este nivel de autenticidad en términos de interpretación era algo indispensable?...
Sí. Olivier Delbosc y yo convinimos en un punto: en las películas, demasiado a menudo, los bebés recién nacidos son enormes y se ven demasiado sanos, lo que resulta muy poco realista. Quise filmar la vida real, la vida misma, por la que hemos pasado todos: no quería una versión diluida.
Para hacerlo tuvimos que filmar estas escenas en Bélgica porque la ley francesa prohíbe el rodaje de bebés de menos de tres meses. Fue un trabajo largo y complejo: tuvimos que encontrar a mujeres que se acababan de quedar embarazadas y que aceptasen que se filmase el parto, que iba a ser seis meses más tarde, y también tuvimos que encontrar las salas de partos en las que nos pudiesen autorizar el rodaje.
Catherine Frot se sometió a una formación. Asistió a nacimientos antes del rodaje, participó en estos nacimientos.
La relación entre nosotros y las futuras madres, y también con sus maridos, al final no supuso ningún esfuerzo, resultaron ser de una gran naturalidad. Y la suerte estaba de nuestro lado. Al final, fuimos capaces de filmar seis alumbramientos en directo. Había sólo un pequeño equipo: Catherine Frot, el técnico de sonido y el microfonista. Yo estaba en el cuarto de al lado, detrás de la pantalla con el guión en la mano.
Nunca he llorado con tanta intensidad como cuando Catherine Frot consigue traer a su primer bebé al mundo.
También decidió ser muy realista en su rodaje de las salas de juego ilegales donde Béatrice se gana la vida con las cartas...
Sabía a través de conocidos cercanos que todavía había sitios en París donde se juega lo que se llama “La Marseillaise”, (juego de naipes inventado en los calabozos de Marsella); es totalmente ilegal. Es un juego de cartas relativamente simple que implica hacer apuestas grandes tanto ante los otros jugadores como ante los espectadores que asisten al juego. Claramente se usa para el blanqueo de dinero. Reconstruimos las salas de juego y la policía judicial nos presentó jugadores auténticos que le enseñaron a Catherine Deneuve a jugar. Recuerdo que la llamaban 'señora Catherine' y les resultaba muy difícil, aunque al final lo consiguieron, llamarla ‘Béatrice’. Tienen la pinta de los personajes y lo interpretan muy bien.
Dos mujeres es una comedia dramática verdadera que genera lágrimas y risas. Después de sus tres últimas películas, que eran claramente dramas, ¿sintió la necesidad de introducir algo de ligereza en su cine?...
En primer lugar, a diferencia de mis otras películas, escribí el guión solo. Me vi forzado a sumergirme en mi propio universo, que es quizás más caprichoso de lo que me gusta confesar. Quizás Oú va la nuit y Violette están relacionadas con áreas de oscuridad y dolor que he explorado suficientemente. En realidad, creo que Dos mujeres está relacionada con quién realmente soy yo. Soy al mismo tiempo alegre y dado a la desesperación.
La música también tiene un lugar importante en la película en el sentido que le confiere una dimensión románica a la narrativa...
Quería hacer una película de aire románico, a pesar de que tenía que estar en sintonía con la realidad. Le pedí a Grégoire Hetzel, cuyo trabajo con Arnaud Desplechin siempre me había gustado, crear una melodía simple, melancólica, algo que sonase como las notas de una cajita de música con la que uno podría jugar con un bebé. Me envió la primera composición, que se convirtió en la melodía del tema principal de la película. Me encantó. Era la melodía del tema de Claire y produjimos el otro para Béatrice, en la que quise ser más barroco. De hecho, hay una melodía para cada carácter, como en ‘Pedro y el lobo’.
ENTREVISTA A CATHERINE FROT...
Interpretas el papel principal en Dos mujeres. ¿Qué te atrajo al papel de Claire?...
Me excité al instante con este papel. Sabía que Martin Provost lo había escrito para mí, que había soñado hasta conmigo como una comadrona que se inclina sobre él. Es un escritor muy sensible, aprecié muchísimo su mundo, el modo en que se dirigió a mí para hablar sobre el personaje, su capacidad de ser a la vez gracioso y emotivo. También encontré el personaje de Beatrice muy hermoso pero sabía que era para Catherine Deneuve. No vacilé ni un segundo. Me encantó la idea de dos mujeres como ellas, tan diferentes: Béatrice es una cigarra mientras que Claire es una hormiga. Son dos grandes figuras de la tragicomedia.
La historia de Claire es la de una transformación...
Esto es lo que me atrajo de este personaje. Claire está en un momento fundamental de su vida: la clínica donde siempre ha trabajado está a punto de cerrar, su hijo se ha ido de casa, está a punto de emprender una relación con Paul y Béatrice reaparece en su vida como un fantasma del pasado. Su vida cotidiana se ve descompuesta en la medida en que Claire es una mujer muy disciplinada, que ha dedicado su vida a ayudar a los demás, con una bondad increíble y con gran lealtad. La reaparición de Béatrice hace que se tenga que replantear su modo de vivir. Esto es lo que es hermoso del personaje de Claire: al aceptar perdonar a Béatrice, acepta el cambio y de ahí surge un regreso a la luz, puede aprovechar plenamente las alegrías y los placeres que la vida le puede ofrecer. En mi opinión, el perdón de Claire a Béatrice contiene ya su transformación.
¿Cuándo acepta realmente Claire los cambios en su vida?...
Cuando va a ver a Béatrice al hospital: ésta la presenta a los médicos como hija suya y Claire no lo niega. De hecho, implícitamente acepta cuidarse de ella. Es el principio del proceso del perdón. De allí en adelante, comienza a vivir. Continúa su relación con Paul, al cual también le da un lugar en su vida cotidiana. Todo ocurre inconscientemente, pero al final es natural.
Es una mujer comprometida...
Claire no es alguien que obedece a ciegas. No es el tipo de persona que traiciona sus principios a la primera de cambio. Es alguien muy comprometida en el sentido de que tiene visiones inequívocas y sinceras, sobre todo en lo relativo a su profesión. Discrepa de establecer objetivos, rechaza las ‘fábricas de bebés”. Es una humanista y eso guía sus actos.
Hay algo obvio en la relación entre Claire y Béatrice. ¿Cómo se aproximó a su colaboración con Catherine Deneuve?...
Todo encajó muy fácilmente. Catherine Deneuve tenía el mismo efecto en mí que Béatrice tiene sobre Claire. Es una actriz muy instintiva, muy elegante. Vive en el instante.
Martin Provost quiso filmar verdaderos nacimientos. ¿Cómo se planteó esas escenas?...
Admito que me quedé un poco aprensiva cuando leí el guión por primera vez. La idea de asistir a un nacimiento real, tan movido y agitado como puede ser, no era de ningún modo irrelevante. Finalmente acepté, ya que sabía que era una parte integral del proyecto que Martin me ofrecía. Por lo tanto procedí por etapas. En primer lugar, pedí asistir a partos para averiguar si sería finalmente capaz de realizar los gestos apropiados. Me di cuenta de que era todo realmente muy natural, muy normal. Entonces tomé lecciones con una ex comadrona que me hizo ensayar con modelos. Estaba preocupada cuando rodamos por vez primera, pero todo funcionó maravillosamente. Por lo general, mi trabajo como actriz requiere que yo sea una ilusión, di vida a una pianista virtuosa en La última nota, a una jefe de cocina distinguida en La cocinera del presidente, y esta vez me obligaron a ir más allá de la ilusión, sin vacilar.
¿Conoció a las futuras madres que iba a asistir en el parto?...
Las conocí en la clínica sólo una o dos horas antes del rodaje. Le dije a cada uno de ellas que no se debían preocupar, y que no dudasen en pedirme que me fuese si se sentían incómodas. Estaba allí para asistir a las verdaderas comadronas.
Martin Provost dice que tuvo que dejarse ir para hacer esta película. ¿Fue lo mismo para usted?...
Sí. Me impulsó hacia una forma de abandono, lo cual es bastante significativo ya que la película se relaciona con algo muy personal. Convinimos en poner el énfasis en el viaje de Claire, en su transformación a través de su conexión con Béatrice y Paul. Este carácter tenía que ser constantemente palpable.
ENTREVISTA A CATHERINE DENEUVE...
Martin Provost escribió el papel de Béatrice para usted. ¿Cómo reaccionó ante esta oferta?...
La primera vez que leí el guión, me encantó inmediatamente el personaje. Entonces tuve una reunión con Martin Provost que habló muy bien de su película. Hay una bondad en él que al instante me resultó atractiva. El personaje de Béatrice pertenece a la comedia pero también experimenta momentos de drama. Es una reflejo de la película. Martin Provost consigue reflejar con informalidad cuestiones serias sin que ello imponga un aire opresivo. Lo cómico está constantemente difuminando el drama, sin que las emociones queden distorsionadas.
¿Cómo definiría a Béatrice?...
Es una mujer que ha vivido con tanta intensidad como superficialidad. Es al mismo tiempo muy generosa y muy egoísta. Le encanta el juego, pero no tiene dinero, cosa que no le impide tener capacidad y elegancia. Vive al día sin planear el futuro, además sería incapaz de hacerlo. Vive caminando en la oscuridad, confiando un día en una persona, y al siguiente día en otra.
Exactamente, Béatrice parece ser una mujer muy libre, sin embargo es muy dependiente de los demás...
Ella creía que podría vivir libremente sin ningún vínculo, pero eso es una ilusión. Sin embargo, decidió mirar el lado positivo de la vida, y siguió haciéndolo hasta el final. Béatrice también es una amante, y su amor con el padre de Claire es prueba de ello; se comporta como un jugador que saca el mayor partido posible de lo que la vida le tiene que ofrecer. Hay una especie de descuido alrededor de ella que es difícil de sobrellevar para aquellos a quien tiene cerca. Esto no significa que sea una irresponsable. Béatrice es realmente un aventurera alegre. Si dispone las cosas según sus deseos no es con la intención de dañar a otros, sino para vivir ella mejor.
Béatrice irrumpe en la vida cotidiana de Claire hasta el punto de transformarla...
Claire no puede resistir a Béatrice mucho tiempo. Al principio es reticente a dejarla entrar en su vida, quiere ayudarla pero mantener una distancia. Luego, rápidamente, acepta esta presencia, descubre de nuevo a Béatrice que trae un poco de fantasía a su vida y la hace descubrir un mundo alejado de ella. En ese sentido, Béatrice es capaz de conseguir que los demás acepten situaciones muy improbables.
No obstante, decide escapar...
Quiere que Claire sea feliz, que sea capaz de disfrutar de su nueva vida con Paul. Por eso se va. Hay sensibilidad en esta decisión. Béatrice era capaz de establecer una relación íntima con Claire, parecían madre e hija durante unas semanas. Quiso ayudar a Claire, y pedir el perdón por errores pasados, y por eso sabe cuando retirarse.
¿Se siente próxima a Béatrice?...
Como actriz, la encuentro un personaje muy positivo, muy gracioso, un poco fuera de lo corriente, lo cual la hace muy agradecida de interpretar. Como mujer, puedo entender su descuido, no la juzgo, pero es muy diferente de la persona que soy.
Nunca ha actuado junto a Catherine Frot antes de Dos mujeres. ¿Cómo colaboraron?...
Parecíamos un poco Claire y Béatrice en la película. Catherine Frot es una actriz muy sensible. Tuve la sensación que se sintió confiada, lo cual funcionó en beneficio nuestro como dúo. Creo, además, que esto se refleja en la pantalla. El vínculo que une a Claire y Béatrice es obvio.
¿Y Olivier Gourmet?...
Nunca había trabajado con él. Me gusta mucho como actor. No tenemos muchas escenas juntos, pero creo que la complicidad entre nuestros dos personajes es genuina. Paul tiene un sentido de la aventura, como Béatrice, aunque es cierto que es algo más convencional que ella. Pero él es un viajero genuino, es alguien que solo piensa en estar en el camino. También es dueño de esa fantasía pequeña e indirecta que ilumina la vida cotidiana de Claire. Además, al principio Claire se enfada por la complicidad entre Paul y Béatrice, y no duda ni un momento en echarlo cuando los encuentra cantando una canción de Serge Reggiani en su cocina durante el desayuno.
¿Qué tipo de director es Martin Provost?...
Es muy abierto, muy delicado, siempre atento para escuchar a los demás. El placer que obtiene de ver a sus personajes cobrar vida en la interpretación resulta obvio. Es cálido y simpático. Sobre todo, ama a los actores, sabe cómo escribir realmente papeles maravillosos para ellos. Es un hombre que sabe conectar con las mujeres. Era capaz de dar con la nota exacta para contar esta historia, un equilibrio perfecto de emociones.
Aprendió a jugar una partida de cartas llamada ‘la Marseillaise’...
Admito que no había oído de ello antes de hacer la película. El juego va muy rápido. Martin Provost quiso que yo estuviese rodeado por verdaderos jugadores que prestan una gran autenticidad a las escenas, pero hoy sería incapaz de jugar una partida.
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