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SINOPSIS
Una chica llega a la mayoría de edad en el seno de una familia disfuncional compuesta por una madre excéntrica y un padre alcohólico...
INTÉRPRETES
BRIE LARSON, NAOMI WATTS, WOODY HARRELSON, IAIN ARMITAGE, SARAH SNOOK, MAX GREENFIELD, ELLA ANDERSON, SHREE CROOKS, CHARLIE SHOTWELL, SADIE SINK, ANDREW SHAVER, BRIGETTE LUNDY-PAINE, ALANNA BALE, CHANDLER HEAD, NATHALY THIBAULT
MÁS INFORMACIÓN DE INTERÉS
CRITICA
CÓMO SE HIZO
PREMIERE
INFORMACIÓN EXCLUSIVA
LA PRODUCCIÓN...
Toda familia tiene una historia, pero ninguna como la de la conocida columnista de cotilleos de famosos Jeannette Walls, sin embargo, millones de lectores conectaron con las alabadas memorias de Walls, “El castillo de cristal”. En el libro, Walls desveló un secreto que guardaba con sumo celo desde hacía mucho tiempo sobre su infancia: una educación extravagantemente gótica, entre la pobreza, el desastre, la rebelión y el aislamiento de la sociedad. Pero tal vez lo más asombroso del libro de Walls, por desgarrador que resultara, era la sensación de profundo amor familiar, un amor tan inmenso y mágico como extraños e inexplicables eran sus padres. Le permitió convertir su juventud en una gran aventura y en un empoderador viaje hacia la redención. Alternando momentos de hambre y crisis con mágicas noches estrelladas, Walls descubrió toda la luz y la oscuridad del mundo.
El libro irrumpió con fuerza en la escena literaria y pasó varios años en las listas de los más vendidos, cautivando a los lectores con su apasionante historia de un clan familiar nómada que vive según las reglas un tanto irresponsables de sus padres pero aun así defendidas con fervor por los mismos. En el corazón de ese encanto se encontraba la determinación de Walls por sobrevivir, salir de allí y labrarse su propio porvenir, pero sin olvidarse por ello del complejo afecto que sentía por sus padres, cuya locura era a la par fuente de maravillas y de desastres. El libro de Walls era lo contrario de una obra morbosa que desvelara todo tipo de intimidades. Se trataba más bien de una historia de amor, llena de corazones rotos, promesas incumplidas y necesidades desatendidas, pero que también llegaba hasta el fondo de cuánto puede sustentar el amor y lo trascendente que puede llegar a ser, independientemente de quién seas o de dónde procedas.
La historia ya resultaba de lo más cinematográfica: un cuento de hadas que abarcaba tanto una vida vivida en coches y cabañas como las altas esferas de la industria editorial de Nueva York. Es algo que el coguionista y director Destin Daniel Cretton tuvo muy claro en cuanto la leyó. Además, a Cretton, que se dio a conocer con la admirada cinta independiente “Las vidas de Grace (Short Term 12)”, también le pareció que la historia resultaría cercana para cualquiera cuya familia hubiera sido fuente tanto de alegrías como de problemas.
“Destin, desde el principio, vio toda la luz, la felicidad, la alegría y las lecciones, y trasladó todo eso”, comenta Jeannette. “No ha tapado nada. No ha dejado fuera nada de lo malo. Está todo ahí. Su guion refleja exactamente lo que yo intenté hacer con el libro: mostrar lo bonito y lo feo, las luces y las sombras de mi infancia”.
Cretton explica su afinidad por el libro: “Se trata de una historia muy personal para Jeannette, cuando la leí, a mí también me resultó increíblemente personal. Mi infancia no fue tan alocada como la suya, pero me sentí identificado con su exploración del amor en sus múltiples facetas y la forma en que las familias pueden pasar por momentos hermosos y por momentos difíciles y aterradores. Me pareció real, cercano y muy catártico. Es una de esas historias que hace que te sientas más conectado y que no estás tan solo en el mundo”.
El coguionista Andrew Lanham y él también la vieron como la historia de una mujer aparentemente asentada y triunfadora, la Jeannette adulta, que se ve obligada a remover el fango de su pasado y su historia familiar a fin de reconciliar su futuro. “Nos centramos en la idea de una joven que está repasando sus recuerdos, intentando encontrarle sentido a su vida hasta el momento, para reconciliarse al fin con su pasado y con sus padres. En última instancia, es la historia de una mujer que aprende a amar y a aceptarse a sí misma”, explica Cretton.
A Cretton le pareció especialmente interesante la capacidad de Walls de asombrarse abiertamente por la conducta verdaderamente extrema de sus padres, y aun así seguir sintiendo una abrumadora compasión por ellos, por lo que era algo en lo que debía hacer hincapié durante toda la película. “Cada página del libro de Jeannette muestra otra faceta de estos personajes tan increíblemente complejos y las relaciones que hay entre ellos. En un determinado momento te estás quedando prendado con un personaje, y entonces hacen algo que hace que los odies, y luego pasas la página y vuelves a adorarlos. Es todo profundamente humano”.
Para Walls, Cretton había dado con la idea que consideraba que tenía que quedar clara en cualquier adaptación cinematográfica: que su familia, por desorganizada y complicada que fuera, refleja como cualquier otra nuestro impulso universal humano de aferrarnos a nuestros seres queridos, por mucho que eso nos ponga a prueba. Desde la publicación de su libro, ha descubierto que muchas más personas de las que se podría haber imaginado se tomaron esa idea muy a pecho.
“Uno de los numerosos beneficios de haber contado mi historia en el libro es que la gente no solo la entiende, sino que a veces la entiende incluso mejor que yo”, comenta Walls. “Hay mucha gente por ahí con historias que, aunque no sean idénticas a la mía, tienen algo esencial en común. Al contar esta historia tanto de grandes penurias como de gran abundancia, no solo volví a conectar con esa infancia que había intentado durante mucho tiempo fingir que no existía, sino que también conecté con otras personas”.
Otra persona a la que la historia de Walls le llegó a lo más hondo es la ganadora del Óscar Brie Larson (mejor actriz por “La habitación” en 2015), que encarna a la joven Walls en EL CASTILLO DE CRISTAL. Larson comenta: “Esta es una historia sobre la familia, sobre cómo te conviertes en la persona que eres y sobre aceptar el hecho de que la gente no siempre te quiere de la forma que necesitas, pero puedes perdonarlos. Es muy raro poder observar a alguien como Jeannette pasar de la infancia a la edad adulta, ver todos los errores de comunicación y momentos que fueron malentendidos, y entonces verla tener la oportunidad de recuperar parte de lo que perdió. Me interesaba mucho hacer justicia a su historia y a ella”.
Con el paso del tiempo, Walls está aún más convencida de que la pura belleza del amor se puede encontrar en casi cada familia, y que cada familia tiene una historia que contar. “Algunas personas me han acusado de ser demasiado optimista, pero así es como sobrevivimos a los momentos difíciles, buscando la alegría, porque de lo contrario podría matarte”, concluye. “Por eso contamos historias. Si podemos compartir entre nosotros las lecciones de nuestra supervivencia –¿Cómo demonios sobreviviste a eso?– entonces todo el mundo siente que también puede superar esos malos momentos. Si la gente sale del cine pensando en su propia familia, me quedaré entusiasmada”.
LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA...
Jeannette Walls llevaba muchos años trabajando como columnista en Nueva York antes de desvelar a nadie sus orígenes tan extraordinariamente extravagantes. Para entonces, ya tenía claro que las tremendas penas y tribulaciones que tuvo que afrontar mientras crecía quedaban a años luz de la normalidad.
Sus padres, Rex y Rose Mary Walls, eran fogosos espíritus libres, que despreciaban todas las instituciones, desde los colegios a los jefes, y no tenían intención de cambiar, aunque su negligente manera de actuar hiciera a veces sufrir enormemente a sus hijos. Walls pasó sus primeros años de vida en la carretera, vagando sin echar raíces de pueblos del desierto del Suroeste a campamentos de montaña, sin llegar a llamar ningún sitio su hogar. Toda su familia estaba sometida a su padre, Rex, un tipo autodidacta endemoniadamente carismático y a veces brillante que, cuando estaba sobrio, embelesaba a sus hijos, enseñándoles ciencias, mostrándoles las maravillas del mundo y, sobre todo, exhortándoles a disfrutar de la vida sin miedo. Su madre, Rose Mary, una pintora bohemia que se consideraba una “adicta a las emociones” era igualmente encantadora, pero estaba menos comprometida con las responsabilidades de cuidar de una familia.
Ambos padres creían en crear su propia forma de vivir, aunque ello supusiera vivir en la pobreza material. Cuando se quedaron completamente sin dinero y el romanticismo de la vida errante empezó a desvanecerse, la familia se retiró a un pueblo minero en decadencia de Virginia Occidental, mudándose a la casa destartalada que se convertiría en el alter ego del “castillo de cristal”, la asombrosa casa solar fantástica que Rex Walls siempre prometía que construiría. A medida que la disfunción de la familia fue en aumento, Jeannette y sus hermanos se vieron obligados a valerse por sí mismos, apoyándose unos a otros en sus ingeniosos empeños por sobrevivir, y animándose unos a otros a salir algún día de esa situación.
Pero incluso cuando Jeannette consiguió escapar, dejando atrás los Apalaches para convertirse en escritora en la gran ciudad, no pudo cortar completamente sus lazos con su familia. Cuanto más intentaba forjarse su propia vida y sus propias relaciones, más se daba cuenta de que tenía que aceptar todo lo que la familia Walls habían pasado juntos, todo lo que había visto en los márgenes de la sociedad estadounidense.
Entonces fue cuando Walls empezó a escribir, un hecho que acabó cerrando el círculo cuando la reconciliación de la Jeannette adulta con su familia se convirtió en el eje central de la adaptación cinematográfica. El éxito del libro fue extraordinario, recibió numerosos premios, vendió más de 2,7 millones de ejemplares y se tradujo a 22 idiomas.
Destin Daniel Cretton descubrió EL CASTILLO DE CRISTAL a través del productor nominado al Óscar Gil Netter (nominado a mejor película por “La vida de Pi” en 2012 y por “The Blind Side (Un sueño posible)” en 2009), que intuyó que Cretton podía sumergirse en la historia de Jeannette Walls de una forma que ningún otro cineasta había podido. Walls señala: “Había habido algunos intentos anteriores de adaptarla, pero no acabaron de cuajar. En determinado momento, me dijeron que mi libro, tal como estaba escrito, jamás se podría trasladar a la gran pantalla, que habría que realizar tantos sacrificios, que resultaría una historia completamente distinta. Por aquel entonces, me hice a la idea de que tal vez pudiera vivir con ello, pero aún sentía que, incluso si un guion no fuera completamente fiel a mi libro, podría al menos captar la esencia del mismo”.
Sin tener muy claro cómo podrían avanzar las cosas, Walls dice que estaba esperando un milagro. “Bueno, ese milagro sucedió para mí, y se llamaba Gil Netter”, asegura. “El libro acabó en manos de Gil y él se encargó de sacarlo todo adelante. Movió montañas o, en algunos casos, se aseguró de que las montañas no se movieran. Él es el responsable de hacer realidad esta bestia y resulta que una de las decisiones más importantes y geniales que tomó Gil fue fichar a Destin”.
Cretton quería abordar EL CASTILLO DE CRISTAL no como una historia de una familia extravagantemente disfuncional, sino como una historia sobre el poder del amor incondicional. No veía a la familia Walls como curiosidades completamente salidas de la norma, sino como seres humanos fascinantes, algo rotos, con los que simpatizar, como todos los demás. “Creo que eso es lo que hace la mejor narración”, opina Walls. “Derriba los muros que solemos erigir, pensando: ‘Oh, no soy como esas personas. Son un tanto raras’. Cuando se derriban esos muros, se consiguen unos profundos vínculos emocionales”.
Derribar esos muros fue por lo que Cretton decidió empezar la adaptación con Jeannette a mediados de la veintena, justo cuando los acontecimientos la fuerzan a reconstruir su historia, a abrir su corazón surcado de cicatrices a una serie de vívidos flashbacks. “Eso es algo que yo hice en mi veintena y es algo que muchas otras personas hacen a esa edad. Ya sea porque es la primera vez que van a ver a un terapeuta o asisten a una clase de ‘Introducción a la Psicología’, suele ser un momento para echar la vista atrás y ver cómo has llegado a la situación actual y qué impacto ha tenido tu familia en ti. Todo el mundo pasa por ese momento en el que tratas de dilucidar qué te ha hecho quien eres y cómo reconciliar la discordia que hay en tu familia con el amor que sientes por ellos. Ese es el punto en el que encontramos a Jeannette”.
Para Cretton siempre fue esencial que Jeannette respaldara el proyecto al 100%. Walls dice que confiaba de manera implícita en él cuando emprendieron una serie de intensas conversaciones sobre la naturaleza del amor, la familia, el arte y la narración. “Destin es mágico”, comenta Walls. “Es el ser humano más dulce, amable y empático que he conocido. Pero no dejes que esa amabilidad y sensibilidad te engañen. También tiene una cabeza a la que no le escapa nada. Destin lo ve todo. Ve la luz y la oscuridad de todas las cosas, y eso era muy importante. Siempre me pareció que esta historia no debía ser completamente oscura, pero tampoco se debían tapar las partes más inquietantes y hacer que fuera una historia completamente alegre. Destin tiene la habilidad necesaria para mezclar ambas facetas”.
Cretton señala que no pretendía crear una reproducción perfecta de las vidas de los Walls ni del libro de Jeannette, sino más bien presentar su historia como un reflejo de la vida familiar norteamericana. “Esto es un relato, no un documental, pero esperemos que, al añadir nuevas dimensiones a la historia de Jeannette, estemos creando algo fresco que puedan disfrutar y aceptar todo un nuevo grupo de personas”, explica. “El libro de Jeannette conmovió a mucha gente, y sin duda queríamos hacer EL CASTILLO DE CRISTAL para todos los que adoran el libro, pero también queríamos hacer esta película para la familia Walls. En cierto sentido, nos propusimos crear un conmovedor álbum de fotos de sus recuerdos. Espero que sea un retrato sincero, conmovedor y, en definitiva, un retrato de lo complicado, a la par que sencillo y poderoso, que es el amor”.
LA FAMILIA WALLS...
Para dar vida a la familia Walls, con todas sus peculiaridades y contradicciones, el equipo responsable del proyecto recurrió a un reparto galardonado encabezado por la ganadora del Óscar Brie Larson, el nominado al Óscar en dos ocasiones Woody Harrelson (mejor actor de reparto por “The Messenger” en 2009) y la nominada al Óscar Naomi Watts (mejor actriz por “Lo imposible” en 2012). Para Jeannette Walls, resultó una emoción visceral ver a semejante reparto recrear sus recuerdos más significativos.
“Todos los actores estaban sumamente comprometidos a hacer justicia a sus respectivos personajes”, recuerda Walls. “Las preguntas que me hicieron mientras se documentaban pusieron el dedo en la llaga y me dejaron pasmada. Incluso cuando los actores se salían del guion, sonaban verdaderamente como si estuvieran diciendo algo propio de Rex o de Rose Mary. Me dejó anonadada su perspicacia, lo bien que entendían su psicología y la forma en que estos actores acabaron adorando y metiéndose en la piel de mi familia, queriéndolos aún más por sus defectos”.
Jeannette:
Para interpretar a Jeanette a lo largo de los vaivenes de su vida se necesitarían tres actrices distintas, empezando por la Jeanette adulta, que está viviendo sus sueños en Nueva York, a punto de casarse, solo para verse atraída de nuevo a la órbita poderosamente extraña de su familia. Se encarga de interpretar el papel Brie Larson, que recientemente fascinó a los espectadores como una madre y víctima de secuestro que intenta criar a su hijo mientras permanece encerrada en un cobertizo en “La habitación”, trabajo por el que ganó el Óscar a la “mejor actriz”.
Larson ya había trabajado anteriormente con Cretton, encarnando a la supervisora de un grupo de adolescentes problemáticas en su alabada “Las vidas de Grace (Short Term 12)”, por la que la intérprete fue nominada a un premio Independent Spirit a la “mejor actriz”.
“Siempre ha sido una actriz electrizante”, opina Cretton de Larson. “En esta película, logró evocar tanta profundidad que a veces me dejaba sin aliento. Era como ver a un mago. Es imposible describir cómo lo hace, porque se trata de algo que surge de ella, que no puedes prever cognitivamente de antemano”.
Para abordar su personaje, Larson se basó directamente en sus encuentros con la propia Walls. Aunque Larson suele hacer una amplia labor de documentación para sus papeles, en este caso esa documentación era una mujer real y viva, a través de la que podía descubrir toda la psicología y la personalidad de Jeannette.
“Cuando acepté el papel de ‘La habitación’, me pasé mucho tiempo documentándome sobre personas mantenidas en cautiverio, porque se trataba de una situación en la que no me había visto nunca. Pero con Jeannette, tenía una vía directa de comunicación con ella, podía mandarle un mensaje por correo electrónico o llamarla con cualquier duda”, cuenta Larson. “Una de las cosas que más me gustaron de las que dijo la primera vez que hablamos fue cuando me comentó: ‘Quiero que cuentes la verdad y quiero que cuentes tu verdad. Esta es mi historia, pero quiero que la hagas tuya. Quiero que hagas lo que te parezca más sincero, así que te contaré lo que quieras. No hay preguntas demasiado personales’. De ese modo, nuestra relación empezó con mucho cariño y confianza”.
Walls también dejó a Larson con la impresión de tratarse de alguien que había encontrado una forma de aprender emocionantes lecciones de una infancia a veces angustiosa. “Jeannette acabó dándose cuenta al final de que toda la experiencia de criarse con sus padres la había convertido en quien era, y no solo las cosas buenas, sino también las malas, que es lo que la ha hecho tan resistente”, observa.
El retrato que ofrece Larson de Walls se ambienta en gran parte en Nueva York, después de haber dejado atrás a su familia, o eso cree, para empezar su propia carrera. “Jeannette va a Nueva York para curarse de su pasado, pero cuando se da cuenta de lo mucho que guarda aún de su familia en su interior, pese a haber cambiado su vida por completo e intentar distanciarse de ellos. Sigue siendo una parte importante y esencial de ella”, comenta Larson. “Creo que esa parte es una experiencia con la que es fácil identificarse. Su situación es extrema, pero todo el mundo llega a una edad en la que sienten que necesitan convertirse en su propia persona y forjar una identidad aparte de los constructos de su familia. Se distancia de ellos a fin de descubrirse a sí misma pero, entonces, al descubrirse a sí misma, eso la trae de vuelta a casa”.
Para Walls el vínculo inmediato y palpable con Larson resultó gratificante. “Cuando vi a Brie en ‘Las vidas de Grace (Short Term 12)’, nunca había sentido una conexión así con un actor”, recuerda Walls. “Era su combinación de dureza y ternura, vulnerabilidad, y su voluntad por luchar —pero luchar cuando se trataba de otras personas, no cuando se trataba de sí misma. Me identifiqué tanto con ella que cuando la eligieron para interpretarme, pensé: ‘Gracias, a quien quiera que sea el poder que acaba de hacer que eso suceda’”.
Walls prosigue: “Cuanto mejor conocía a Brie, más inteligente y valiente me parecía. Estaba decidida a llegar a la esencia de mi personaje. Quería entenderlo todo sobre mi familia y sobre mí, y estaba dispuesta a llegar hasta lo más hondo para llegar a mis secretos más profundos y comprenderlos. Todo eso me pareció espectacular”.
Con tantas emociones turbulentas y dispares para manejar, Larson estaba entusiasmada de reunirse con Cretton, que, en su opinión, tiene una forma de “hacer que lo inseguro parezca seguro”. Y agrega: “Destin es una persona de lo más compasiva, comprensiva y sensible, esta es la segunda vez que trabajo con él interpretando a un personaje que exigía que me perdiera, por decirlo así. Cuando haces eso, tienes que confiar en que cuentas con un equipo de personas a tu alrededor que van a mostrarse respetuosos con esa vulnerabilidad y van a cuidar de ti. Y ese es precisamente él”
La entrega de Larson con Jeannette conmovió a todos sus compañeros de reparto. “El trabajo de Brie es verdaderamente sincero”, observa Naomi Watts. “El primer día que la vi en el rodaje ni siquiera tenía ninguna línea de diálogo, pero tenía una mirada tan intensa y una expresividad tan increíble que pensé: ‘Vaya, es magnética’. Brie tiene algo que resulta sencillamente hipnótico de ver”.
Woody Harrelson agrega: “Me quedé entusiasmado cuando ficharon a Brie. Es una vieja amiga mía, bueno, supongo que es una joven vieja amiga mía. Soy un viejo amigo de ella. Nos conocimos en ‘Rampart’, cuando tenía unos 21 años y, ya entonces, sabía que era una actriz increíblemente valiente. Tomaba decisiones que resultaban fascinantes. No se conforma. Se esfuerza mucho y se le da genial”.
Larson siente un afecto similar hacia Harrelson, lo que sirvió para consolidar una relación padre-hija que es a la vez tensa y estrecha. “Woody y su familia han sido parte importante de mi vida y de la familia que he formado ahora que me he hecho mayor. Poder hacer este papel con él fue una experiencia muy especial, porque ya nos queremos mucho, y eso aporta mucho. Con Woody puedes sentir realmente que, aunque Rex pueda ser a veces sumamente tumultuoso, sigue habiendo esa sensación de amor y cariño entre Jeannette y él”, explica.
La interpretación de Larson se refleja en las dos versiones más jóvenes de Jeannette: Ella Anderson, que interpreta a Jeannette a la impresionable edad de 9 años, mientras desarrolla sus agallas para luchar por mantener vivo su sueño, y Chandler Head, que interpreta a Jeannette cuando es más pequeña.
Anderson tenía una tarea especialmente complicada, pero demostró estar a la altura. “Ella es una niña de 11 años muy particular. Sus preguntas eran muy inteligentes y no había ninguna diferencia entre dirigirla a ella y dirigir a una persona de 40 años. Todos los que hacían una escena con Ella por primera vez, Naomi, Woody... se acercaban luego a mí y me decían que se habían quedado pasmados con el talento que tenía”.
Larson comenta sobre Anderson: “Nos obligamos mutuamente a esforzarnos más, y que una niña de 11 años consiga hacer que te esfuerces resulta asombroso”.
Rex:
Uno de los principales retos de la selección del reparto de EL CASTILLO DE CRISTAL era encontrar a Rex Walls, que era muchas cosas para su familia: magnético, filosófico, ingenioso y romántico, pero también engañoso, negligente y con graves problemas. La tarea de contener todas esas cualidades en una sola persona recayó en Woody Harrelson, el actor nominado al Óscar en dos ocasiones al que también ha sido posible ver este año como ‘el coronel’ en “La guerra del planeta de los simios” y de sheriff de un pueblecito en “Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri”.
Harrelson asume todo lo que implica Rex, desde las grandes ideas descabelladas que bullían en su interior al impacto unas veces devastador y otras enardecedor que tuvo en esos hijos que necesitaban más de él.
“Rex era un tipo verdaderamente interesante”, opina Harrelson. “No era perfecto, ni mucho menos. Era un alcohólico, e hizo cosas claramente cuestionables como padre. No creía necesariamente en la educación y tenía muchas cosas que hacían la vida muy difícil a su familia. Pero también tenía cosas que hicieron la infancia de Jeannette verdaderamente singular. Toda su perspectiva sobre la sociedad era diferente a la tradicional, y a veces podía ser un tipo increíblemente cariñoso”.
La amplitud de la interpretación de Harrelson era exactamente lo que Cretton buscaba. “Woody me sorprendía todos los días. Estaba deseando ver cada día qué iba a pasar con él. Se tomó este papel sumamente en serio y realizó buena parte de su propia documentación, leyendo los diarios personales de Rex para asimilar mejor su forma de pensar. También teníamos un vídeo de Rex de un documental, que proporcionó a Woody más material para digerir. Luego, en el set, se transformó en un maravilloso y alocado personaje con múltiples facetas. Entendió perfectamente que Rex podía ser imprudente, tozudo y mezquino, pero que también podía ser delicado, afectuoso y muy divertido. Algunos de los momentos que pasó con la familia eran como una experiencia alocada, llena de aventura y diversión. Y otras veces era tremendamente vulnerable”.
Los diarios de Rex permitieron a Harrelson entender mucho mejor al hombre, o al menos la manera en que quería ser percibido. “Estaba claro que Rex tenía una forma insólita de pensar”, opina Harrelson. “Escribió que se presentó a un examen para ingresar en el Ejército del Aire, y que los mandamases creyeron que había hecho trampas porque había logrado una puntuación excesiva. Así que le pusieron un guardia mientras repetía la prueba y demostró que era de verdad. Naturalmente, esa es la versión de Rex de la historia, así que no podemos saber con certeza si pisamos terreno firme o arenas movedizas. Sabemos que escribía poesía, se expresaba muy bien y era un auténtico genio de las matemáticas. Me hubiera encantado conocerlo”.
Jeannette Walls también sirvió como fuente de conocimiento para Harrelson. “A Woody le interesaba especialmente la faceta física de mi padre, encarnarlo tanto por dentro como por fuera”, comenta. “Me pareció que dotó a su interpretación de un nivel sensacional de humanidad y cuidado. No se trata de un papel fácil. Mi padre era alguien con enormes conflictos, con extremos de bueno y malo, de ser servicial y ser destructivo, de amar desesperadamente pero a la vez hacer daño a la gente a la que quiere. ¿Cómo diablos reflejas todo eso?”.
De algún modo, Harrelson pareció canalizar a Rex en su totalidad, desde su naturaleza apasionada a sus arraigadas fisuras. Walls recuerda: “Había una escena que vi un día de rodaje en la que Woody no hacía más que mirar una mesa de dibujo pero, cuando lo vi, me quedé atónita. Los gestos, la postura, la mirada... ‘Dios mío’, pensé, ‘ha resucitado a Rex’. Me sentí muy afortunada de que Woody pareciera entender tan perfectamente el dolor, la pena, el amor y la belleza de este hombre increíblemente complicado”.
Harrelson está ciertamente acostumbrado a ser fiel a sí mismo. Jeannette recuerda hablar un día con la hija del actor y oírle decir: “Mi padre tampoco sigue las reglas”. Walls prosigue: “Tal vez esa sea una de las razones por las que Woody podía identificarse con mi padre. Se controla mucho más de lo que lo hacía mi padre, pero tampoco es alguien convencional. Y ambos comparten una gran pasión por el medio ambiente”.
Por mucho que Harrelson disfrutara con los aspectos más despreocupados e imaginativos de Rex, también fue capaz de centrarse en su falta de confianza en sí mismo y en sus emociones reprimidas, que despiertan sus demonios. "Rex tiene una faceta desenfrenada y a veces cruel, pero creo que tiene su causa en problemas de su infancia que nunca llegó a asumir. Por la forma que tiene Woody de interpretarlo, cuanto más lo entiendes más compasión sientes por Rex. La historia no se disculpa por las cosas malas que hizo Rex, pero creo que aún puedes sentir por él una cierta empatía. Mucha gente tiene en su vida a alguien como Rex”.
En cuanto al “castillo de cristal” que Rex imaginaba, y que se convirtió en el símbolo de todas las promesas rutilantes pero incumplidas de la infancia de Jeannette Walls, Harrelson señala: “Rex encandilaba a sus hijos con su sueño de un castillo solar increíble, pero nunca pasó de los planos. Podría haber sido asombroso, pero así eran las cosas con Rex. Siempre fue más que un soñador que alguien capaz de hacer realidad esos sueños”.
En la actualidad, Jeannette Walls ve el castillo de su padre como una potente metáfora. “He acabado por creer en cierto modo que el castillo de cristal de Rex ya se ha construido, porque de lo que siempre se trató fue de encontrar un sitio en el mundo del que te sintieras orgulloso”, explica. “También me doy cuenta de que, al trabajar en esos planos, al estar siempre pensando, planificando y soñando, me dio algo mucho más valioso que una bonita casa. Me dio esperanzas y sueños, y la creencia de que merecía algo mejor que lo que tenía en ese momento”.
Brie Larson también ve ese castillo que nunca llegó a hacerse realidad como algo que sirvió para impulsar a Jeannette, en parte porque es un sueño que tiene que perseguir ella misma. “Aunque Rex tenía muchos defectos, tenía una cabeza increíble para la ingeniería, lo que lo lleva a diseñar una especie de Edén que se imagina para la familia, un hermoso paraíso que dice que algún día llegará”, explica Larson. “Jeannette tarda un tiempo en darse cuenta de que el castillo de cristal de Rex es algo que no sucederá nunca, pero también es cuando se da cuenta de que tiene que salir de allí y crear su propio castillo de cristal”.
Como el castillo de cristal que Rex nunca llega a construir, también regala a Jeannette una estrella que no puede poseer físicamente, y aun así ese distante cuerpo cósmico significa muchísimo para ella. “Hay dos puntos de vista sobre el hecho de que Rex regalara una estrella a Jeannette. Uno es que tienes un padre que no te ha dado nada salvo una historia inventada. La otra es un padre que tiene la capacidad única de hacer sentir asombro y entusiasmo a su hija, pese a no tener nada material que darle. Woody hace un trabajo increíble encontrando ese equilibrio en su interpretación”.
Rose Mary:
Para Jeannette Walls, un miembro de su familia sobresale como el más difícil de plasmar: su madre, Rose Mary, una pintora a la que le interesaba más la idea de crear una obra de arte que perdurara que proteger a sus hijos. “Ella es la que provoca acaloradas discusiones en los clubes de lectura. Ella es la que hace que las personas se griten unas a otras”, señala Walls. “Fue una madre terrible. Pero siempre hay alguien que indefectiblemente defiende a mamá, y a menudo es alguien que conoce a un artista”.
Se encarga de afrontar el desafío que supone Rose Mary nada menos que Naomi Watts, la actriz nominada al Óscar en dos ocasiones por sus papeles en “21 gramos” y “Lo imposible”, que se metió de lleno en el papel, se reunió personalmente con Rose Mary, que ahora vive en la propiedad de Jeannette con ella, e intentó conocerla en sus propios términos. “Naomi desaparece en el personaje de Rose Mary”, opina Cretton. “Rose Mary es una artista que está más centrada en su vida que en la de sus hijos, siempre animada, pero incapaz, o poco dispuesta, a ver la conducta de su marido por lo que realmente era”.
Brie Larson se quedó asombrada por lo lejos que estaba dispuesta a llegar Watts para meterse en un personaje que puede ser tan anárquico como enérgico. “La interpretación de Naomi me pareció absolutamente increíble”, asegura. “Es un papel muy duro, porque a veces es un tanto desquiciada, pero Naomi la capta maravillosamente. Es como si el personaje le corriera por sus venas. En la escena del pulso que tiene lugar cuando Jeannette es una adulta, la ves como una mujer mayor que todavía puede ser sumamente ingenua y [Naomi] clava esa dicotomía”.
Al igual que Harrelson, Watts quería personificar la realidad de Rose Mary total y sinceramente, pese a que sabía que muchos la verían como una madre peligrosamente negligente. “Descubrí que Rose Mary era alguien profundamente impulsada por la creatividad”, aporta Watts. “Tiene que pintar todos los días. Incluso cuando no está pintando, está pensando en qué puede pintar. Pintar para ella es como la comida y el agua para la mayoría de la gente. Si no pintara cada día, se vendría abajo”.
También basó su interpretación en una intensa labor de documentación. “La preparación es mi parte favorita de crear un personaje”, explica Watts, “y cuando estás interpretando a una persona real, sobre todo a una que aún está viva, tienes una sensación extra de responsabilidad de ser lo más sincera posible. Tienes que encontrar un verdadero vínculo y una sensación de empatía por esa persona. Así que mantuve interminables conversaciones con Jeannette y Rose Mary e intercambiamos muchos mensajes por correo electrónico”.
Al entrevistar tanto a la madre como a la hija, Watts encontró ciertas discrepancias muy reveladoras. “Me pareció interesante que sus versiones de los mismos acontecimientos pudieran ser tan distintas. Pero en algún lugar tenía que estar obviamente la verdad, así que la busqué y entonces intenté hacerla mía”, explica sobre el proceso.
Jeannette Walls se quedó impresionada con lo mucho que fue capaz de asumir Watts la personalidad tan particular de su madre. “Naomi se esforzó mucho por entender a esta mujer que es un hatajo de contradicciones extremas. La abordó desde distintos puntos de vista y no descansó hasta que realmente lo consiguió”.
La auténtica Rose Mary Walls no estaba muy convencida al principio de querer implicarse para nada en la película, pero Watts se ganó su colaboración. “En un primer momento, mi madre temía que la película no fuera más que a ridiculizarla por ser quien era”, comenta Jeannette. “Pero cuando descubrió que habían elegido a Naomi Watts, llamó a mi hermana mayor y le preguntó: ‘¿Y quién es esa tal Naomi Watts?’. Cuando Lori le respondió: ‘Es una artista muy guapa y con mucho talento’, entonces fue cuando mi madre se convenció”.
Watts también pasó tiempo preguntándose por el vínculo entre Rose Mary y Rex. “Tanto Rose Mary como Rex eran ambos pensadores, que sentían pasión por la vida y por luchar siempre por sus derechos, aunque estropearan las cosas con su familia”, aporta Watts. “El espíritu de Rose Mary es lo que despertaba la curiosidad de Rex. Tenía y sigue teniendo un gran sentido del humor. También posee cierta sabiduría interior. Mantenían un romance tumultuoso que estaba movido en parte por una lucha de poder, diría yo”.
Eso quedó reflejado en la comunicación tan natural que había entre Watts y Harrelson. “Disfruté mucho trabajando con Woody”, asegura Watts. “Ambos teníamos el mismo objetivo: encontrar la esencia de cada escena y hacerla tan veraz como pudiéramos cada uno. Como actor, difícilmente vas a conseguir algo mejor”.
GALERÍA DE FOTOS
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