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   "Toda una vida” es una película hecha de retazos, las grabaciones domésticas con las que a lo largo de 12 años la directora ha retratado a sus abuelos, Paco y Trini. Juntos durante más de 60 años, la suya es una historia de amor entrañable y única que Marta Romero captura con su cámara para salvarla del paso del tiempo y del olvido. Un amor que se extiende a toda su familia y que será puesto a prueba cuando el Alzheimer se cruce en sus vidas.

  Rodada en Benicarló (Castellón), “Toda una vida” tuvo su estreno mundial en el D'A Film Festival de Barcelona y su estreno internacional en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Colombia).

NOTAS DE LA DIRECTORA...
   Empecé a grabar a mi abuela en 2010. No recuerdo exactamente porqué comencé a hacerlo.
Por aquel entonces yo tenía 22 años y estudiaba Comunicación Audiovisual en Barcelona. En una de las visitas que solía hacer a mi familia a Benicarló (Castellón), descubrí que mi tía Begoña había decidido ayudar a mi abuela a escribir un diario para recordar su día a día. Me generó mucha curiosidad. En aquel momento no sabía prácticamente nada del Alzheimer, mi abuela parecía la de siempre. Igualmente tuve el impulso de inmortalizarlo todo con mi camarita, pensando que así podría retener el tiempo. Pero eso, en realidad, es algo imposible.
  Mi abuela Trini, para mí es como una abuelamadre, como lo han sido tantas. A menudo ella dice sobre mí: “¡a esta niña me la he criao yo!”. Conservo muchísimos recuerdos de los días que pasamos juntas.
  Cuando investigué más sobre el Alzheimer y vi que mi abuela iba perdiendo la memoria, decidí registrar todo lo que pudiera, desde reuniones familiares y celebraciones, momentos íntimos y cotidianos, y otros más tensos o dolorosos. Pero, por mucho que grabara, ella cada vez se iba un poco más lejos. Creo que nadie se hace a la idea de cómo es el día en que alguien a quien quieres tanto ya no te reconoce. Es una pena de esas que no tienen nombre, o quizás yo no sé ponérselo. En ese momento sólo podía ver eso, un dolor que cubría cualquier otra cosa. Pensé que estaba grabando la memoria de mi abuela, lo que me quedaría de ella cuando se fuera ya para siempre.
  Y tardé mucho rato, quizás 12 años, en darme cuenta de que como dijo Baudelaire, de las flores del mal a veces nacen las cosas más bellas. Y TODA UNA VIDA dejó de ser Trini a solas, para ser Paco y Trini.
  TODA UNA VIDA son mis abuelos, Paco y Trini, y la voluntad de resistir. Una historia de realidades y emociones únicas a la vez que universales, en la que el amor en circunstancias de dificultad adquiere un protagonismo absoluto que sobrecoge y a la vez arroja luz y calidez sobre esa parte final de la vida que todos, más o menos íntimamente, también conocemos.
  En TODA UNA VIDA, el metraje se adentra en la ntimidad de una familia corriente, de mi familia.
Una familia como cualquier otra. Me gustaría que quien viera la película pueda encontrar en TODA UNA VIDA a su propia familia. Porque esta historia no es solo el reflejo de la tristeza de una pérdida sostenida. Durante tantos años, no he estado registrando lo que se va, sino aquello que permanece.

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