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NOTAS DE LA DIRECTORA...
No soy episcopal. Crecí en una Iglesia Congregacional y para mí esta historia es universal. Se trata de cómo derribar barreras con gracia y ser fiel a uno mismo en el proceso. Y se trata de hacer frente a las instituciones que no permiten que todas las personas sean quienes están llamadas a ser.
La historia de las primeras mujeres sacerdotes episcopales ha pasado desapercibida durante décadas. Quizás esto se deba a que ignoraron ciertos edictos institucionales, o quizás a que su historia sea inconveniente. Después de todo, desafiaron el núcleo mismo de la cultura patriarcal. Estos pioneros me han enseñado nuevas formas de pensar acerca de quién es la historia que se registra y recuerda, y quién hace el trabajo de recordar. Y brindan una visión de cómo es en la práctica una comunidad justa e inclusiva. Si realmente queremos amar a cada ser humano tal como es, entonces debemos encontrar nuevas formas de avanzar que alteren las jerarquías que hemos heredado y las reemplacen con el mismo tipo de inclusión radical demostrada por estos sacerdotes.
Mi mayor esperanza es que los espectadores observarán, escucharán profundamente e interactuarán con otros sobre cómo puede defenderse para que todos podamos vivir plenamente lo que estamos llamados a ser.