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SINOPSIS
Marc se convierte en un agente infiltrado dentro del Servicio de Aduanas en Gibraltar. Al poco se ganará la confianza de un traficante para el que le comienza a dejar entrar alijos de droga. Pero conforme pasa el tiempo la vida de Marc va adentrándose en un túnel de dififil salida al ir escalando en la jerarquia de la organización a la que ayuda y al mismo tiempo su vida comienza a correr serio peligro...
INTÉRPRETES
GILLES LELLOUCHE, TAHAR RAHIM, RICCARDO SCAMARCIO, RAPHAËLLE AGOGUÉ, MÉLANIE BERNIER, PHILIPPE NAHON, AIDAN DEVINE, VLASTA VRANA, JOE COBDEN, YOUSSEF HAJDI, JEAN-PHILIPPE PUYMARTIN, CHRISTOPHER B. MacCABE, JOHN RALSTON
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Entrevista con el director JULIEN LECLERCQ
¿Cómo empezó esta aventura?...
.- Cuando estaba en pleno rodaje de 'El asalto', Dimitri Rassam me propuso un guión, entonces titulado 'L'aviseur', que narraba la vida de Marc Fiévet. Me reuní con su autor, Abdel Raouf Dafri, y durante un año estuvimos reescribiéndolo, mientras buscábamos al mismo tiempo localizaciones en Gibraltar, ya que era necesario que nos impregnáramos in situ de ese universo tan particular. Tengo que decir que Abdel me pareció un excelente compañero de escritura: sentados a la mesa, siempre prevalecía la mejor idea, sin dejar lugar a egos personales.
¿Qué es lo que más le impactó de la historia de Marc Duval?...
.- Lo que me emocionó fue ese padre de familia que, por motivos económicos en primer lugar, se ve metido en un tren que acabará por arrollarlo y volverse contra él: de repente, por su culpa, su familia se encuentra en peligro y él se ve arrinconado entre el Servicio de Aduanas francés y los narcotraficantes. Marc es un tipo normal que no llega a fin de mes, todo el mundo puede identificarse con este hombre que mete el dedo en este engranaje de un modo un poco inconsciente. Me gustaba mucho la idea de abordar esta historia a través de la inocencia de un personaje que no es muy consciente de los daños colaterales que puede provocar y del peligro que le acecha. Me apetecía partir de esta hipótesis y, por ello, no quise conocer a Marc Fiévet, la persona en la que se inspiró Marc Duval, para no desviarme de mi imagen inicial del personaje. Después de grabar El asalto, que ideé y realicé junto con los hombres del GIGN (Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional) del modo más realista posible, quería sumergirme en la ficción y apropiarme de la trayectoria vital de Marc Fiévet.
¿Se documentó mucho en este anhelo de autenticidad?...
.- ¡Para serle sincero, no sabía ni situar Gibraltar en un mapa! Lo que me interesaba era que esta historia resultara verosímil en ese lugar y en aquel momento. Por lo tanto, está intrínsecamente vinculada a ese lugar particular y al boom del tráfico de cocaína y de hachís proveniente de Marruecos que hubo en los años 80. Por ello, me gustó la idea de mezclar a un francés con mafiosos italianos e irlandeses, criminales escoceses o marroquíes y con el Servicio de Aduanas francés e inglés. Y más aún cuando esto no es un artificio del guión: cuando estás allí, por la calle escuchas hablar por lo menos tres idiomas. Gibraltar se encuentra en un punto estratégico de Europa en el que se mezclan diferentes nacionalidades y culturas.
¿Cómo se esbozaron los protagonistas?...
.- Hay tres personajes masculinos: Marc, un padre de familia que se encuentra en el lado correcto de la barrera y que se embarca en esta aventura casi a su pesar; Claudio, que por el contrario está situado en el lado incorrecto; y por último, el personaje de Tahar Rahim, inspirado en varias personas reales, que tiene buen fondo, pero se ve obligado a transigir en sus compromisos, ya que la maquinaria a la que sirve acaba por deshumanizarte. Incluso cuando sabe que va a destrozar vidas, no tiene más alternativa que llegar hasta el final. Me gustaba mucho la idea de ver a ese personaje extremista, que cree en lo que hace, sin pistola ni placa. Para mí, es una especie de primo hermano francés del Kevin Costner de Los intocables y del Russell Crowe de American Gangster.
Marc suele verse superado por los acontecimientos…
.- Lo que me encanta de él es que tiene necesidades básicas: es todo instinto, nada reflexivo. Todos los personajes que le rodean juegan una partida de ajedrez y mueven sus peones, ya sean los Servicios de Aduanas ingleses y franceses o Claudio, que ya ha negociado su huída con las autoridades americanas. En definitiva, todos van un paso por delante, mientras que Marc vive el momento, sin ninguna estrategia, ya que pensaba realmente que todo aquello se acabaría en una semana como mucho. Progresivamente, se ve envuelto en una aventura que se desarrolla en distintos niveles y en la que hay cada vez más riesgos. Primero se cita en un coche, en un muelle, después se ocupa de un pequeño alijo de chocolate y –tercera etapa– del tráfico de una tonelada y media de chocolate, para posteriormente pasarse a la cocaína y ¡terminar detenido con seis toneladas de mercancía en un barco camino de Canadá!
Claudio es un personaje fascinante, con esa mezcla de dulzura y brutalidad…
.- Sobre todo, no quería crear una caricatura del mafioso con pistolera y revólver colgado, esnifando rayas de coca en discotecas. Para durar más de diez años en este mundo, hay que ser un verdadero estratega y tener inteligencia. Además, según el testimonio de Marc Fiévet, Claudio era brillante. Porque aunque se trate de tráfico de droga, realmente estamos hablando de estrategia.
¿Qué prioridades tenía en términos de puesta en escena?...
.- Quería hacer una película con un aspecto sobrio y clásico, rodada con verdaderos objetivos de Cinemascope e inspirada en las imágenes del cine de los años 70, utilizando filtros «chocolate». Me encantaba la idea de alejarme de los códigos tradicionales gris-azul del cine negro y hacer una película policíaca a pleno sol. Mi referencia absoluta fue Zodiac, de David Fincher y, como este último, quería tomarme mi tiempo y, sobre todo, no cortar en exceso. Intentamos reflejar este enfoque en el decorado y el rodaje, para dotar al conjunto de un ritmo clásico, en la línea de Pollack y de Pakula.
¿Y el montaje?...
.- Cuando sentía que podía cortar una secuencia sin afectar al resto, ¡lo hacía sin dudar! Quería que cada escena aportara algo de información y no resultara superflua. Cuando hago que un actor entre en escena, lo que me interesa es comprender lo que motiva al personaje y lo que pasa por su cabeza. De hecho, era muy importante reescribir la película durante el montaje, ya que se trataba de un mecanismo de engranajes. Es la primera vez que dedico tanto tiempo al montaje para mejorar el guión.
La película se desarrolla hace 25 años. ¿Fue difícil reconstruir una época tan lejana y tan cercana a la nuestra al mismo tiempo?...
.- En teoría, no fue una época glamourosa. Por ello, nos preguntamos cómo establecer una línea estética de colores y accesorios. Pero en lo que respecta al guión, lo que me gustó de esa época fue que no se vivía, como ahora, en la inmediatez permanente: por ejemplo, para llamar estabas obligado a tomarte el tiempo de buscar una cabina telefónica. Por ello, podíamos jugar con los puntos de cita, ya fueran telefónicos o físicos. En esta línea, me encanta la escena en la que Gilles Lellouche debe abandonar en plena noche la casa del mafioso para avisar a Tahar Rahim: si hubiera transcurrido en la actualidad, nos tendríamos que haber contentado con enviar un SMS desde el cuarto de baño.
¿Cómo se desarrolló el rodaje?...
.- Rodamos los exteriores en España y los interiores en Canadá: me encantaba la idea de ajustar perfectamente la continuidad de una escena entre interior y exterior.
Lo que me gustó de la coproducción fue que se trataba de una verdadera película internacional, con equipos compuestos por franceses, españoles y canadienses. Como anécdota, ¡en Montreal trabajé con la maquilladora jefe de Ridley Scott y Martin Scorsese!
¿Y qué tal el casting?...
.- ¡Gilles Lellouche me contestó que sí al día siguiente de mi boda! Creo que lo elegí en un momento perfecto de su vida: acaba de pasar los cuarenta y durante los dos últimos años ha madurado mucho. Es un tipo muy inteligente en cuanto a su papel y su personaje. Se pasaba las noches buscando en e-Bay la misma cazadora de cuero que llevaba en los años 80: para él, era el atuendo de su personaje. ¡Terminó por encontrarla y hacer que se la enviaran desde Asia!
Por lo que respecta a Tahar Rahim, al instante caí rendido a sus pies, es un tipo brillante. Posee una capacidad para transformarse y una aptitud para ponerse en la piel del personaje alucinantes. Para date cuenta, solo había que verle aterrizar en vaqueros y deportivas, tal como es en la vida real, ¡y encontrártelo tres días más tarde en traje y corbata, con su libreta!
¿Y Riccardo Scamarcio?...
.- ¡Para mí, ante todo estaba Romanzo Criminale! Antes de conocerlo en persona, no sabía que era toda una estrella, me di cuenta cuando nos vimos en Roma. Visitamos la ciudad en coche ¡acosados por chicas que salían de todas partes! Es un autodidacta que ha aprendido francés él solo y es puro instinto, en eso se parece a Tahar. No quería que intentara hablar un francés perfecto, sino que conservara sus fallos. Además, estábamos de acuerdo sobre la estructura del personaje: Claudio lo tiene todo a nivel material, pero a pesar de todo, se siente solo. Más allá de los trajes de Gucci, de los coches de lujo y de las chicas fáciles, se trata de un tipo que quiere construir una familia.
Se nota que hay una gran complicidad entre los tres actores...
.- Hay que decir que todos han crecido con las mismas películas y que tienen en mente las mismas referencias. Y, sobre todo, que los tres son muy trabajadores y tienen unas extraordinarias ansias de cine. Además, llegaron al sur de España una semana antes del rodaje y todos se implicaron a fondo. Por la noche, nos reuníamos en mi habitación para hablar de qué haríamos el día siguiente y creamos un equipo muy unido.
¿Qué orientaciones siguió para la música?...
.- Trabajé con Clinton Shorter, compositor canadiense que escribió la banda sonora de 'Distrito 9' y de 'Contreband', con Mark Wahlberg. Es guitarrista y esto nos permitió obtener ese sonido español que deseaba. La verdad es que Clinton supo acentuar la tensión y la presión que se siente en la película. Con esta coproducción, lo que me interesaba era trabajar con un compositor al que no hubiera podido acercarme de otro modo.