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SINOPSIS
Dalton Trumbo es un guionista de éxito cuya carrera se precipita cuando su nombre es ingresado en la lista negra de los estudios por la creencia de que es comunista. Ahora tanto Trumbo como otras figuras de Hollywood se ven obligados a luchar con el objeto de tener justicia...
INTÉRPRETES
BRYAN CRANSTON, ELLE FANNING, DIANE LANE, HELEN MIRREN, ALAN TUDYK, JOHN GOODMAN, ROGER BART, STEPHEN ROOT, MICHAEL STUHLBARG, ADEWALE AKINNUOYE-AGBAJE
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Tras la Segunda Guerra Mundial, mientras las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética se deterioraban y el temor al “peligro rojo” alcanzaba cotas sin precedentes, el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso (HUAC, por sus siglas en inglés) investigó a decenas de miles de estadounidenses, sospechosos de ser simpatizantes comunistas. Profesores, contratistas militares, funcionarios y muchos otros perdieron sus trabajos, sus reputaciones e incluso sus familias, mientras la sospecha y la paranoia cundían por todo el país.
El Comité de Actividades Antiamericanas prestó especial atención a Hollywood, convocando sesiones en octubre de 1947 con el objetivo de erradicar a los comunistas de la industria del cine. Multitud de importantes actores, directores y guionistas fueron amonestados públicamente por su relación con toda una serie de organizaciones consideradas “antiamericanas”. Ante la amenaza de perder su sustento, muchos testigos prestaron declaración contra amigos y compañeros. De todos los llamados a testificar, hubo diez que se negaron a responder cualquier pregunta, oponiéndose al derecho del comité a preguntarles por sus ideas políticas y denunciando las sesiones como una violación de sus derechos civiles. Los diez fueron condenados a prisión por desacato al Congreso. El más conocido entre ellos fue Dalton Trumbo.
Trumbo, nacido en Montrose, un diminuto pueblo de Colorado, llegó a Los Ángeles en 1925 con sus padres y hermanas en busca de estabilidad económica. La muerte de su padre lo convirtió en el sostén de la familia cuando no tenía más que 21 años. Trabajó en una panadería, pero su pasión por la escritura lo llevó a crear artículos e historias que se publicaron en Vanity Fair, el Saturday Evening Post y el Hollywood Spectator. Encontrar un equilibrio adecuado entre sus responsabilidades económicas y sus aspiraciones creativas despertó en él una simpatía de por vida por la clase trabajadora y una profunda comprensión de las desigualdades de clase y privilegio.
Tras firmar un contrato como guionista con Warner Bros., el instinto, la determinación y el humor de Trumbo lo convirtieron en el guionista con más éxito de Hollywood. Pero en la actualidad es más recordado como el miembro más prominente de los “diez de Hollywood”.
Trumbo era brillante, ambicioso y discutidor, disfrutaba sacando a la luz lo que percibía como las injusticias y la hipocresía del mundo en sus películas, desde las ganadores del Óscar “Vacaciones en Roma” y “El bravo” –ambas escritas bajo pseudónimo durante sus 13 años de exilio de Hollywood– a los éxitos de taquilla “Espartaco” y “Éxodo”, que revitalizaron su carrera y supusieron el principio del fin de la lista negra.
El guionista John McNamara descubrió la historia de Dalton Trumbo cuando estudiaba escritura de guiones con los guionistas otrora incluidos en la lista negra Ring Lardner Jr., Waldo Salt y el seguidor de Trumbo, Ian McClellan Hunter. “Le comenté a Hunter cuánto me había gustado su guion de ‘Vacaciones en Roma’”, recuerda McNamara. “Y me respondió que no lo había escrito él, sino Dalton Trumbo”.
Hunter se dio cuenta de que McNamara no era el único que no era consciente del trascendental impacto de las sesiones del HUAC y la lista negra, el resto de la clase tampoco lo sabía. “Durante los dos días siguientes, estos hombres, que habían vivido esa época, nos contaron la historia desde su punto de vista”, agrega McNamara. “Cuando Ian sugirió que me leyera la biografía de Trumbo escrita por Bruce Cook, lo hice de inmediato”.
McNamara vio una oportunidad de crear una película que condensara la turbulenta política de esa volátil época de la historia de Estados Unidos en una historia personal. “Es uno de esos rarísimos casos en los que una historia real acaba con un final feliz”, asegura. “En Hollywood, nos inventamos finales felices para compensar el hecho de que haya tan pocos en la vida real. Esta historia se me metió dentro y no me dejaba en paz, pero no conseguía plasmar en papel lo que me rondaba por la cabeza hasta que me topé con un artículo escrito por la hija mayor de Trumbo, Nikola”.
Al leer ese breve y emotivo artículo titulado “A Different Childhood (Una infancia diferente)”, McNamara se dio cuenta de que había estado viendo a su sujeto como un escritor y activista político, pero no tenía ni idea de cómo era el hombre. “El artículo de Niki me mostró a una persona llena de contradicciones y defectos reales. Escribía sobre la clase de padre que era, de marido y sobre cómo era formar parte de su familia cuando llegaron esas citaciones. Me abrió una puerta muy importante”.
Como McNamara estaba empezando a descubrir, Dalton Trumbo fue muchas cosas distintas para muchas personas. “Era alguien de fuera, con todas las de perder”, aporta el productor Michael London, uno de los primeros defensores del filme. “Era tanto un capitalista como un comunista. Esa clase de contradicciones hacen que resulte un personaje excelente. Más que nada, me encantaba que estuviera dispuesto a plantar cara a los poderosos y sacrificar su propia carrera por el bien común. Trumbo odiaba a los matones. Se negó a decirle a la gente lo que quería oír si eso suponía ser desleal a sus amigos. Y pagó un precio enorme por ello”.
McNamara acabaría por ponerse en contacto con Niki Trumbo para conocer su opinión y sus ideas sobre su trabajo en curso. “Me respondió con un correo electrónico sumamente cortés con críticas muy concretas sobre el guion en general y su personaje en particular. ¡Nunca había tenido una conexión tan instantánea con alguien que estuviera haciendo trizas mi trabajo! Me ofreció anotaciones lógicas, contundentes, perspicaces y emotivas, que ayudaron mucho a mejorar el guion en todos los aspectos”.
Niki Trumbo y su hermana pequeña Mitzi acabaron siendo esenciales para crear el guion. “Son los únicos miembros que quedan con vida de la familia más cercana, así que para nosotros era fundamental contar con su total participación”, sostiene London. “Al principio del proceso de desarrollo, les pedimos sus comentarios y nos proporcionaron una enorme cantidad de material. De esas conversaciones surgieron muchos elementos nuevos de la historia. No siempre fue fácil para ellas. La familia tuvo que soportar momentos muy duros y traumáticos, pero Niki y Mitzi se mostraron ambas increíblemente generosas y dedicadas a ayudarnos a hacer la película más veraz posible”.
Niki sigue sintiéndose tremendamente orgullosa y protectora del legado de su padre. “Trumbo sigue siendo conocido como un comunista, pero la gente no se da cuenta de que en realidad se trataba de un patriota”, afirma. “Era comunista a finales de los 30 y principios de los 40, cuando lo que eso significaba es que eras protrabajadores y antisegregación, y luchabas por los derechos civiles de los afroamericanos. No tenía nada que ver con Rusia y todo que ver con cómo se podía mejorar el que ya era un gran país”.
“Creía que el Congreso no tenía derecho a obligarlo a declarar sobre sus ideas políticas”, prosigue. “Creo que se quedó pasmado al perder esa batalla. Esta es una historia sobre un hombre que se mantuvo fiel a sus propias creencias y principios. Todos podemos aspirar a ser esa clase de héroe, cualesquiera que puedan ser nuestros defectos y debilidades”.
El entusiasmo por el proyecto iba aumentando en Groundswell Productions. “Es uno de los mejores guiones que hemos leído jamás”, afirma la productora Janice Williams, presidenta de producción de la compañía. “No importaba que fuera una película de época, con un tema que podía verse como ‘político’. Estábamos tan encantados con él que, por difícil que fuera, estábamos dispuestos a hacer cuanto fuera necesario para sacar el proyecto adelante”.
Williams describe TRUMBO como un filme inesperadamente animado sobre un tema muy serio. “No es para nada una película política, aunque es una historia sobre el derecho a la libertad de expresión. Es amena, interesante y llena de personajes reales asombrosos. Estamos representando una época increíble de la historia de Hollywood, tanto la parte bonita y glamurosa de ese mundo como su lado oscuro, incluido el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso”.
Lo que a Shivani Rawat, fundador de ShivHans Pictures, le atrajo del proyecto fue la increíble historia y la participación de Jay Roach y Groundswell Productions. “En cuanto leí el guion, supe que quería hacer la película”, confiesa.
Es una historia fuera de lo común, de triunfo ante la adversidad, que a la productora Monica Levinson le costó creer que fuera cierta. “La historia de Trumbo realmente se reduce a nuestro derecho como ciudadanos estadounidenses a la libertad de expresión y de reunión. A Trumbo y los demás miembros de la lista negra no solo se les negaron esos derechos, sino que fueron perseguidos sin haber cometido ningún delito. Trumbo fue un verdadero patriota, amaba a su país. Pero el sistema le falló”. Rawat agrega: “Esta historia sigue siendo relevante en la actualidad ya que, en el mundo en el que vivimos, mucha gente afronta demasiada intromisión de su gobierno”.
Al realizador Jay Roach se le ofreció la dirección del proyecto al principio del proceso de desarrollo. Conocido por sus comedias, como la franquicia de “Los padres de ella”, Roach había pasado a producir material más serio, como los telefilmes para HBO “El recuento”, un drama político sobre las controvertidas elecciones presidenciales estadounidenses del año 2000, “Game Change”, que gira en torno al papel de Sarah Palin en la campaña presidencial de 2008, y el próximo estreno “All the Way”, adaptación de la obra de gran éxito en Broadway, en la que Bryan Cranston repite su interpretación ganadora del Tony de Lyndon B. Johnson.
“Esas películas tratan sobre hechos históricos serios”, aporta Williams. “Jay es muy hábil a la hora de hacer que historias reales resulten amenas de ver. Queríamos que TRUMBO fuera accesible y entretenida. No se me ocurre ningún otro director que pudiera haberlo hecho mejor”.
Rawat se muestra de acuerdo: “Fue un honor trabajar con Jay, porque en mi opinión es uno de los mejores directores en activo. Sabía que haría un trabajo increíble al manejar una historia tan delicada. Jay era la persona perfecta para continuar con el legado de Trumbo al hacer que su historia y su lucha cobren vida”.
A Roach el guion le pareció una versión sumamente interesante de una historia importante y fascinante que hacía falta contar. “Creo que la mayor parte de la gente al menos ha oído hablar de la lista negra”, propone el director. “Tal vez incluso les suene el nombre de Dalton Trumbo y sean conscientes de que se trató de un guionista de enorme éxito al que metieron en la lista negra en 1947 por sus creencias políticas. Era, de hecho, el guionista mejor pagado del mundo cuando lo metieron en la lista negra. Tenía talento, era prolífico y hablaba abiertamente de sus creencias. También podía ser cascarrabias, pesado y agresivo. Y encima, era comunista, un comunista muy rico, lo que da pie a una historia complicada e interesante”.
Roach quedó completamente enganchado cuando empezó a leer las cartas de Trumbo. “Su forma de escribir es sumamente cautivadora y sincera: profunda, sabio y graciosa”, aporta el director. “A veces resultaba incoherente y paradójico, pero siempre era irresistible. Me preguntaba cómo una persona con semejante talento había podido encontrarse en una situación en la que la gente pensara que se le debía impedir que escribiera. Una de las cuestiones que espero que la película plantee es cómo este hombre tan patriótico, un artista que amaba a su país, podía ser visto como un traidor que se merecía ir a la cárcel”.
“Las extensas entrevistas con las hermanas Trumbo durante el desarrollo y el rodaje sirvieron para asegurar que el retrato que ofrecíamos de la familia era lo más auténtico posible”, agrega Roach. “Niki heredó de su padre su espíritu combativo y su pasión por las ideas, pero eso los llevaba a menudo a enfrentarse. Habla de él con una admiración y un respeto tremendos, pero había mucha tensión y estrés en la familia”.
Según Mitzi Trumbo, Roach escuchó con atención a todo lo que tuvieran que decir las hermanas y realizó una serie de modificaciones al guion basándose en sus aportaciones. “Un biopic es algo complicado”, observa. “Estás viendo una versión escrita por otra persona de tu propia vida. Jay se mostró extraordinariamente sensible. Le preocupaba el mismo tipo de cosas que a mí. La historia de mi padre puede servir de cabeza de turco para mucha gente y quería asegurarse de contarla lo más fielmente posible”.
Lo que permitirá que la historia de Trumbo conecte con una generación que no esté familiarizada con la historia de la lista negra de Hollywood, en opinión de Brown, es que todo aquello por lo que luchaba sigue vigente en la actualidad. “Incluso en Estados Unidos, y desde luego en otras partes del mundo, se sigue persiguiendo a la gente por sus creencias”, opina. “El mensaje de esta película sigue siendo tristemente relevante hoy día. La libertad de expresión sigue sin ser un derecho universal”.
El guionista McNamara considera a Trumbo “el ser humano más complejo al que jamás he intentado representar”, y agrega: “Lo echo de menos ahora que la película está acabada. Está claro que puedo identificarme con un escritor con malas pulgas, que gasta demasiado dinero, se retrasa demasiado con las entregas y echa la bronca a sus hijos por interrumpirlo. Pero no soy tan valiente como lo fue Dalton. No sé si iría a la cárcel por un ideal. No creo que haya otra historia como esta en Hollywood”.
Tras leer docenas de memorias publicadas sobre la lista negra por aquellos que estuvieron allí, señala que se le ha quedado grabado un comentario de Arthur Laurents, el dramaturgo, director y guionista: “Fue la observación más conmovedora que me encontré. Laurents dijo que toda una generación de guionistas y directores, de actores y productores de cierta tendencia política fue de pronto silenciada. ¿Y si no hubiera existido la lista negra? ¿Qué habría escrito Trumbo con su nombre en 1955? ¿Qué habría escrito Ring Lardner con su nombre? ¿Qué habría escrito Michael Wilson?”.
Muchos miles de personas, tanto en Hollywood como en otras partes, se vieron afectadas por la lista negra, pero Dalton Trumbo fue una de las pocas con el talento, la perseverancia y la personalidad para lograr defenderse, según Brown. “Estaba dispuesto a afrontar las consecuencias”, comenta el productor. “Había otras muchas personas escribiendo con nombres falsos y utilizando a otros como fachada, pero no estaban luchando por una causa mayor, como lo hacía él”.
En opinión de McNamara, no es casualidad que Trumbo sea el guionista de “Espartaco”, la historia de un gladiador que se vuelve contra sus amos y encabeza una rebelión de sus compañeros esclavos. “Esa película es la mayor fantasía colectivista jamás producida en Hollywood”, afirma McNamara. “Y es una obra maestra, porque muestra que puede que el colectivismo no sea al final el sueño, pero es mucho mejor que ser un peón en un juego diseñado para enriquecer a otros. Creo que lo que Trumbo estaba diciendo realmente en ese filme es que, si hay que morir, muramos de pie, muramos luchando y muramos unidos”.
Una historia ambientada durante la Edad Dorada de Hollywood no estaría completa si no contara con la presencia de toda una serie de figuras reales familiares a generaciones de aficionados al cine. Los actores John Wayne, Kirk Douglas y Edward G. Robinson ocupan un lugar destacado en la historia de Trumbo. “Cuesta interpretar o siquiera elegir a alguien para hacer de un actor que sigue siendo tan conocido entre los espectadores”, sostiene Williams. “No optamos por gente que guardara un parecido evidente, pero los actores que escogimos se metieron tanto en sus personajes que te los crees por completo”.
Encontrar a un actor capaz de encarnar a John Wayne fue especialmente complicado. Wayne es el hombre entre hombres por antonomasia, el héroe típicamente americano, y uno de los principales artífices de la ruina de Trumbo. Como jefe de la Motion Picture Alliance for the Preservation of American Ideals (Alianza Cinematográfica para la Preservación de los Ideales Americanos), encabeza la carga para descubrir a simpatizantes comunistas que pretendan utilizar el cine para influir en el pueblo americano.
El equipo de producción eligió al apuesto actor de 1,93 m de altura, ancho de espaldas e imagen íntegra David James Elliott para interpretar a Wayne. “John Wayne es una parte emblemática de la historia del cine americano”, afirma Roach. “La idea de meter la pata con él resultaba aterradora. David James Elliott encarnó a John Wayne sin convertirse en una caricatura ni hacer una imitación”.
Elliott vio películas de Wayne y se documentó exhaustivamente sobre el actor como preparación para el papel. “Siento un enorme respeto por él”, declara. “En realidad era uno de los tipos más moderados de la Motion Picture Alliance. Fue una época de cambios turbulentos por todo el mundo. Había un miedo tremendo al comunismo... Era fácil ver el mundo en blanco y negro, y Wayne pensaba que estaba haciendo lo correcto”.
“Para mí, esta era una oportunidad asombrosa como actor para trabajar con un grupo de personas de tanto talento”, prosigue el actor. “Jay es un hombre increíble y un director de actores, generoso, amable y de trato fácil. Y trabajar tan estrechamente con Helen Mirren ha sido un placer. Estaba nervioso de tener tantas escenas con una ganadora del Óscar, pero es tan cariñosa y sencilla que lo hizo muy fácil”.
Edward G. Robinson saltó a la fama en 1931 como un despiadado criminal en “Hampa dorada”, una de las primeras películas de mafiosos, que ayudó a definir el género. En la vida real, Robinson era un tipo culto, intelectual e interesado por la política. Aunque él mismo no fuera nunca comunista, sus creencias progresistas lo pusieron en contacto con mucha gente que sí lo era.
Robinson fue llamado a declarar ante el Comité de Actividades Antiamericanas cuatro veces antes de aceptar finalmente dar nombres de sus amigos. “Al principio, Edward G. Robinson apoya por completo a Trumbo y el resto de los guionistas de la lista negra”, explica Roach. “Pero no puede interpretar bajo pseudónimo, así que acaba dando nombres. Es un pacto faustiano. Acaba traicionando a sus amigos, los hombres que lo apoyaron al principio de la historia, para poder volver a trabajar. Como muchos de los demás personajes, afronta un dilema moral de profundas dimensiones”.
Michael Stuhlbarg, que interpreta a Robinson, fue una de las primeras decisiones de casting tomadas por el equipo de producción. “Michael fue un sueño”, afirma Rawat. “Dada su estelar filmografía, naturalmente, su brillantez no debería haber sido una sorpresa. Estudió las películas de Edward G. Robinson y todo el material que pudo encontrar. Tuvo mucho cuidado de interpretar al hombre, no a los personajes famosos que encarnó en sus películas. Se convirtió realmente en Edward G. Robinson. Sintió el dolor y la angustia del hombre y, como miembro de la audiencia, te compadeces de él”.
Aunque Stuhlbarg estaba familiarizado con la obra de Robinson, no sabía nada de la vida del alabado actor. “Después de documentarme un poco, me sentí fascinado. Su nombre aparecía constantemente en las listas de posibles comunistas, pese a que nunca asistiera a ningún mitin ni se uniera al partido. Sentía una gran necesidad de limpiar su nombre”.
McNamara encontró descorazonador el dilema de Robinson y retrata al actor con gran simpatía en su guion. “Fue duro escribir esas escenas, porque creo que se arrepintió de verdad después de declarar”, comenta. “Pero, para bien o para mal, sintió que no tenía elección. Trumbo se mostró totalmente en desacuerdo. Trumbo siempre sintió que tienes la opción de ser decente, de hacer lo correcto y de ser valiente”.
Al final, prosigue Stuhlbarg, “No hay buenos ni malos en esta historia. La gente hace lo que debe para sobrevivir. Llevamos una vida terriblemente rápida y peligrosa, se puede aprender mucho del valor de Trumbo”.
Kirk Douglas, interpretado por Dean O’Gorman, resulta fundamental para ayudar a guionistas, intérpretes, directores y otros profesionales del entretenimiento incluidos en la lista negra para que puedan volver a trabajar cuando contrata a Dalton Trumbo para que escriba el guion de su vehículo estelar, “Espartaco”. La superestrella, que se encuentra en la cima de su carrera, es uno de los pocos del mundillo que utilizan su influencia para forzar el fin de la lista negra en Hollywood.
“John McNamara hizo un trabajo fantástico contando la historia”, opina O’Gorman. “El guion es sumamente conmovedor. Es divertido, pero con verdadero sentimiento y dramatismo. Todo el que no esté familiarizado con el tema, se quedará atónito. En esencia, trata sobre ser fiel a ti mismo y tener el valor de defender lo que crees que es correcto. Eso es lo que hizo Dalton, y es lo que hizo también Kirk Douglas. Se plantaron en un momento en el que era peligroso expresar tus ideas. Eso sigue siendo tan relevante ahora como siempre”.
Con la abundancia de material disponible sobre la vida y la obra de Douglas, incluyendo varias memorias del propio actor, O’Gorman tuvo material más que suficiente para documentarse sobre el personaje. “Mi reto fue llegar al hombre tras la imagen”, plantea. “Me leí todo lo que había escrito y me vi al menos 25 de sus películas. Jay y yo estuvimos de acuerdo en que no se trataba de hacer una imitación. Kirk tiene una voz característica, pero mi enfoque fue no tratar de sonar como él, sino captar la esencia del hombre. Es conocido por la gran energía que lo impulsaba, y eso es lo que he tratado de reflejar”.
Dada la realeza de Hollywood representada en la película, el equipo de producción estaba comprensible preocupado por los retos que podía plantear la selección de actores, pero todo cuajó a la perfección, en opinión de Levinson. “David Rubin, nuestro director de casting, hizo un trabajo magnífico encontrando a la mejor persona posible para cada papel. Y, en última instancia, Jay, el guion, Bryan y Helen despertaron tanto interés que el mayor reto acabó siendo consolidar los días de rodaje para asegurarnos de acomodar las apretadas agendas de todos. Meagan Lewis, nuestra directora de casting de Nueva Orleans, también nos consiguió unos talentos locales asombrosos”.
La historia de la era de la lista negra y la relevancia que sigue teniendo en la actualidad también resultaron muy atractivas para todos los implicados, señala Roach. “A veces damos nuestros derechos por sentado. La libertad de expresión es fácil de proteger cuando dices cosas que son populares, pero la Declaración de Derechos está pensada para proteger ideas impopulares, sobre todo en momentos de crisis. La era de la lista negra está casi olvidada, pero todos nos dimos cuenta de que teníamos una singular oportunidad de recordarle al mundo la importancia de esta historia”.
Dalton Trumbo era un tipo bullicioso al que le gustaba contar anécdotas, un hombre que sabía que contaba con la atención de toda habitación en la que entraba, y disfrutaba con ello. Le gustaba la buena vida y era altruista, era un cúmulo de contradicciones fascinantes, que el equipo de producción estaba muy interesado por reflejar fielmente en la pantalla.
“Dalton Trumbo es un personaje muy complejo”, opina Williams. “Sumamente rico, viviendo el sueño de Hollywood... y comunista. Todos habíamos estado viendo a Bryan Cranston evolucionar como Walter White en ‘Breaking Bad’, y sentíamos que había algo en su interpretación que era la personificación de lo que necesitábamos. Bryan es capaz de interpretar con facilidad personajes contradictorios. Posee profundas capas de tristeza y rectitud. Aportaba todo lo que el papel necesitaba”.
El popular papel del actor en la veterana serie del canal AMC no fue la única razón por la que Roach lo quería para interpretar a Trumbo. “Ya sea en ‘Breaking Bad’ o su papel ganador del premio Tony como Lyndon Johnson [en la obra de Broadway “All the Way”] o incluso como el padre de ‘Malcolm’, Bryan Cranston demuestra una intensidad que funciona para Dalton Trumbo”, opina Roach. “Refleja la pasión, la inteligencia y los aires de superioridad moral de Trumbo y logra ser tan encantador, ameno y gracioso como lo era el hombre real”.
London dice que ve claros paralelismos entre el actor y su sujeto. “Creo que el personaje es en esencia como Bryan. Bryan puede ser cascarrabias, decidido y obsesivo, así como apasionado por aquello en lo que cree. Dalton Trumbo era todo eso. Gracias a lo bien que encajan el actor y el personaje, [Cranston] aportó un amor inconmensurable y un aprecio por lo que Trumbo representaba”.
Cranston se sumió sin reservas en su personaje y lo hizo aún más fascinante, en opinión de Roach. “Bryan es asombroso”, prosigue el director. “Encontró una forma de reflejar al artista en Trumbo a la vez que lo mantenía real. Fue una elección interesante, que hace que esta interpretación se distinga de otras de su filmografía. La propia fuerza de Bryan y su instinto creativo la hicieron más compleja aún de lo que habría imaginado”.
Tras leer el guion, Cranston decidió que este era un proyecto en el que estaba deseando participar. “Jay Roach aportaba una enorme pasión y orientación”, comenta el actor. “Es un guion muy sólido, con una historia muy interesante. Es emocionante y da que pensar, desde un punto de vista intelectual. Eso me atraía, y atrajo a un reparto que incluye a Diane Lane, Helen Mirren, John Goodman, Michael Stuhlbarg y Louis C.K., porque queríamos formar parte de algo importante”.
Cranston explica que tiene en cuenta tres elementos esenciales cuando se plantea si aceptar un papel. “El primero es la propia historia. ¿Me siento conmovido por ella? ¿Saldré del cine sintiéndome mejor? Aunque solo me haya hecho olvidar mis problemas durante un par de horas, esas son dos horas valiosas. Lo segundo es el texto. Hasta la historia más fenomenal necesita que la cuenten bien. Y luego está el personaje. Y no cabe duda de que aquí tenía las tres cosas”.
Como cuando interpretó a LBJ en Broadway, Cranston sintió una responsabilidad hacia el hombre mientras interpretaba al personaje. “Las hijas de Dalton Trumbo fueron de gran ayuda. Contar con su punto de vista resultó inestimable, al igual que las biografías y autobiografías de la gente que lo conocía. Había una cantidad de material de referencia casi interminable. Cuanto más descubría, más cercano me sentía a su esencia”.
Para cualquiera interesado en conocer mejor a Trumbo, Cranston recomienda ver los filmes que escribió. “Si hicieras una retrospectiva de sus películas, verías que no contienen ningún mensaje subversivo no peligroso”, opina Cranston. “Amaba a su país. Pensó que podía ser aún mejor. Como dice en la película: ‘Todos tenemos derecho a equivocarnos’. Permitirnos los unos a los otros la libertad de equivocarnos es el quid del americanismo”.
“El denominador común de sus películas es que hay un personaje que elige el honor por encima de su propio interés, un personaje que lucha por lo que es justo”, señala el actor. “Sentía que era una voz para la gente invisible y eso lo hacía extraordinario. Pero también sentía que era importante demostrar que era un ser humano. La presión a la que se encontraba sometido podría haber destruido a su familia y no fue así en gran medida gracias a la fuerza de Cleo Trumbo”.
“El precio que su familia tuvo que pagar por esa lucha –y el papel de su mujer para mantener a la familia intacta– es una parte esencial de la historia de Dalton Trumbo”, concuerda Roach. “Durante 13 años, se le prohibió trabajar. Encontró una forma ingeniosa de mantenerse ocupado, pero trabajaba 20 horas diarias, aguantaba a base de estimulantes y se volvía a dormir mediante alcohol y fármacos con receta. El estrés empezó a hacer pedazos a su familia. Cleo logró mantener unida a la familia, y lo hizo con cariño, ingenio y una profunda entrega a sus hijos”.
El principal adversario de Trumbo es la legendaria experta en sociedad Hedda Hopper. Hopper, una actriz teatral antes de convertirse en actriz asalariada en el cine mudo, logró realizar la transición al cine sonoro, pero su carrera cinematográfica no llegó a despegar. Cuando empezaron a escasear los papeles, centró sus considerables energías en convertirse en una columnista de Hollywood de gran éxito, con un importante número de lectores... y enorme poder.
Aunque Helen Mirren encabezaba la lista de las actrices que el equipo de producción quería para el papel, el productor Brown comenta que lo veían como una posibilidad muy remota. “¡Es Helen Mirren, por amor de Dios!”, exclama el productor.
“Helen es una profesional consumada y totalmente entregada al trabajo”, afirma la productora Levinson. “Fue increíblemente maravillosa y se podía ver que todo el mundo en el rodaje se sentía como si estuviéramos en presencia de la realeza de Hollywood. Aportó un elemento muy humano a Hedda Hopper, que es en esencia la villana del filme”.
“Sería fácil subestimar la influencia y la convicción de Hopper en lo referente a lo que ella percibía como una amenaza comunista dentro de los Estados Unidos”, apunta Roach. “Era conocida por llevar sombreros con muchos requilorios, llenos de flores y plumas, pero aun así abordaba temas muy serios en su columna de sociedad. Dirigía las fuerzas del anticomunismo en Hollywood y se pronunció enérgicamente en contra de Dalton Trumbo en particular. Estaba empeñada en convencer a los estadounidenses de que esos guionistas patriotas eran traidores y escribía mordaces calumnias chismosas que luego leían 35 millones de personas”.
Mirren quedó cautivada con la historia y el marco de TRUMBO. “Qué interesante era Hollywood por aquel entonces”, exclama. “Hollywood era un constructo extraordinario, alimentado por la prensa, por las Hedda Hoppers y los Walter Winchells del mundo, por los agentes de prensa y los estudios. Eran gigantes en el extranjero, todas las grandes estrellas de cine y los cineastas. Me encantaba este proyecto”.
Parte del atractivo era la oportunidad de trabajar con Roach y Cranston. “Tanto Jay Roach como Bryan Cranston son personas cuyo trabajo admiro desde hace mucho tiempo”, asegura Mirren. “Trabajar con Bryan fue como estar con un viejo amigo. Los actores vemos los trabajos de nuestros compañeros y podemos llegar a colarnos un poco por alguno de ellos. Bryan siempre ha sido uno de esos actores para mí”.
“Y Jay siempre te está animando, lo que es maravilloso, sobre todo cuando interpretas a un personaje tan extravagante como Hedda”, prosigue Mirren. “A veces sientes que te encuentras al borde del precipicio y a punto de caer, así que un poco de aliento viene muy bien”.
Según Mirren, Hopper estaba realmente convencida de estar luchando por lo que era mejor para Estados Unidos y por los ideales en los que creían muchos estadounidenses. “Todo lo que suene a socialismo es un absoluto anatema. El debate político no ha cambiado mucho. Sigue habiendo una lucha entre aquellos que creen que tenemos la obligación de cuidar de la gente que es más vulnerable y aquellos que creen en el individualismo y la autodeterminación”.
Para representar las ideas y la suerte que corrieron algunos de los demás miembros de los Diez de Hollywood, McNamara introdujo más personajes, entre ellos una amalgama a la que llamó Arlen Hird, basada en varios de los demás guionistas que también fueron incluidos en la lista negra. “En los primeros borradores del guion, no existía Arlen”, recuerda Brown. “En un primer momento, incluimos personajes basados más literalmente en figuras históricas, pero eso nos hizo desviarnos en demasiadas direcciones. Necesitábamos a alguien que nos ayudara a hacer avanzar la historia de forma eficiente, así que John creó a Arlen”.
Hird es una amalgama de cinco guionistas comunistas a los que Dalton Trumbo conoció entre 1947 y 1970: Samuel Ornitz, Alvah Bessie, Albert Maltz, Lester Cole y John Howard Lawson. “Lo que estos cinco hombres tenían en común”, explica McNamara, “es que todos ellos tenían ideas más duras y menos flexibles sobre la vida y la política que Trumbo. Aunque Trumbo era un radical comprometido con firmes creencias progresistas, también tenía una capacidad pragmática de ver claramente que, cuando una estrategia falla, no es hora ni de rendirse ni de mantenerse firme, sino de cambiar de estrategia”.
El personaje de Arlen Hird está interpretado por el cómico, actor, guionista y director Louis C.K. “Incluso en mitad de una historia dramática, tienes que encontrar momentos de humor de vez en cuando”, opina Roach. “Elegimos a Louis C.K. para encarnar a un tipo cínico, a veces amargado, pero a menudo divertido, que entiende lo fastidiada que está realmente la situación en la que se encuentran y que puede expresarlo de una manera que te haga reír. Es capaz de ver lo absurdo de su coyuntura de un modo que algunos actores dramáticos tal vez no podrían”.
Hird representa a una forma de comunismo más militante que Trumbo, según C. K. “Arlen es un comunista comprometido que fue a España a apoyar al bando republicano”, comenta. “Dalton Trumbo era un idealista con ideas sobre cuidar de los demás, sobre sindicatos, negociación colectiva e igualdad salarial. Muchas de las personas que acabaron en la lista negra no hicieron más que acudir a reuniones a debatir ideas, un poco como los blogueros, pero lo hacían en persona”.
“La oportunidad de explorar un momento casi inimaginable de la historia de Estados Unidos me resultaba interesante”, confiesa. “Hubo personas que perdieron su trabajo por haber ido a una reunión. Mi personaje no es más que un guionista que quiere trabajar. Y yo quería trabajar con Bryan y Jay. Jay se limita a decir: ‘¿por qué no probamos así?’ y lo intentamos todos unas cuantas veces. Tiene especial habilidad para crear momentos divertidos y sinceros”.
Además de Hird, McNamara incorporó al guionista real Ian McClellan Hunter, interpretado por Alan Tudyk, a la historia. Hunter era uno de los mejores amigos de Trumbo y un valioso colega. Hunter era un guionista de éxito que empezó a finales de la década de los 30, además de comunista y progresista comprometido, que no fue citado junto con los Diez de Hollywood. Por consiguiente, pudo seguir trabajando como guionista bajo contrato para Paramount hasta 1950, cuando la negativa del Tribunal Supremo de atender la apelación de los Diez de Hollywood por desacato al Congreso, sirvió para concretar la lista negra.
Hunter es conocido por ser el guionista a quien se acredita la querida comedia romántica “Vacaciones en Roma”, cuando, en realidad, fue Trumbo el que entregó a su amigo una copia de un tratamiento cinematográfico extenso y permitió a Hunter que se lo atribuyera él. La película recibiría mucha atención y grandes elogios de la crítica, así como un Óscar para Hunter, aunque su verdadero autor es Trumbo.
A mediados de los 50, Hunter se trasladó a Nueva York con su familia y empezó a escribir para televisión bajo diferentes pseudónimos. Cuando la lista negra empezó a desmoronarse en los 60, escribió para varias series de televisión muy alabadas. Como profesor de la Universidad de Nueva York en los 80, Hunter conoció a John McNamara, e ilustró al joven guionista sobre la lista negra y la historia de Dalton Trumbo.
John Goodman interpreta a Frank King, una figura real que, junto con sus hermanos Herman (interpretado por Stephen Root) y Maury, produjeron infinidad de películas de serie B de mafiosos, terror, ciencia ficción y del Oeste en los 40 y 50. “Los hermanos King contratan a Dalton para que escriba para ellos mientras está en la lista negra”, aporta Williams. “No les importa la política. No les importa otra cosa que no sea ganar dinero. Pero, a su particular y extraña manera, ayudan a socavar la lista negra al asegurar que guionistas vedados puedan seguir trabajando”.
“Tuvimos muchísima suerte al conseguir a John Goodman para interpretar este papel”, opina London. “Para nosotros, era muy importante que la película resultara divertida y entretenida. Interpreta a Frank King al estilo del antiguo Hollywood, realmente desmesurado. Encarna al personaje con entusiasmo y gusto. Resulta grandilocuente como Frank King, pero sin llegar a quedar nunca falso. Así es como eran esos tipos”.
Roach sostiene que King se convirtió en un héroe por accidente de la época. “Sus hermanos y él contrataron a guionistas de la lista negra y consiguieron guiones de algunos de los mejores escritores de Estados Unidos a precios de saldo. Les daba exactamente igual que eso les permitiera llegar a fin de mes a base de escribir bajo pseudónimo”.
Goodman se muestra de acuerdo en que los hermanos no trataban deliberadamente de apoyar a los guionistas de la lista negra. “Trataban simplemente de ganar dinero”, plantea el actor. “Son capitalistas a los que lo único que les preocupa es la cuenta de resultados, que quieren gastar lo menos posible y sacarle el máximo rendimiento. No buscaban calidad, sino cantidad. Irónicamente, Dalton Trumbo escribió una película para ellos llamada ‘El bravo’ con el pseudónimo ‘Robert Rich’ y ganó un Óscar. Esos tipos que estaban en lo más bajo del escalafón de Hollywood ganaron un Óscar”.
“La historia de Trumbo sigue sirviendo hoy día de inspiración”, afirma Goodman. “Trata sobre el valor de un hombre para enfrentarse al sistema. Muchas vidas quedaron arruinadas, incluyendo la suya y las de su familia, pero siguió luchando y lo hizo con una gracia impecable y mucho humor. Es casi imposible creer que la lista negra existiera o que la gente pudiera estar tan asustada los unos de los otros. Nos recuerda a todos que hay que mantenerse alerta y valorar la verdad, porque puede volver a pasar en cualquier momento”.