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UP IN THE AIR
INFORMACIÓN
Titulo original: Up In The Air
Año Producción: 2009
Nacionalidad: EE.UU.
Duración: 108 Minutos
Calificación: No recomendada para menores de 7 años
Género: Drama, Romance
Director: Jason Reitman
Guión: Sheldon Turner, Jason Reitman. Basados en la novela escrita por Walter Kirn
Fotografía: Eric Steelberg
Música: Rolfe Kent, Matt Messina
FECHA DE ESTRENO
España: 22 Enero 2010
DISTRIBUCIÓN EN ESPAÑA
Paramount Pictures


SINOPSIS

Ryan trabaja para una empresa que se dedica a reducir las plantillas echando a los empleados a la calle, de buenas maneras y ejerciendo el enfrentamiento que sus directivos no quieren asumir haciéndoles así el trabajo sucio. Ryan es un hombre sin hogar, que se pasa la vida viajando de una ciudad a otra. Un día llega Natalie, una chica joven, con ideas revolucionarias como despedir a la gente a través de videoconferencia, pero antes ha de viajar con Ryan para que adquiera experiencia y tenga contacto con la dura realidad...

INTÉRPRETES

GEORGE CLOONEY, VERA FARMIGA, ANNA KENDRICK, JASON BATEMAN, DANNY McBRIDE, MELANIE LYNSKEY, AMY MORTON, SAM ELLIOTT, J.K. SIMMONS, ZACH GALIFIANAKIS, CHRIS LOWELL, STEVE EASTIN, MARVIN YOUNG, ADRIENNE LAMPING

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Festivales y premiosPREMIOS Y FESTIVALES

- 6 Nominaciones al Oscar: Mejor película, actor George Clooney, actriz Vera Farmiga y Anna Kendrick, director, guion adaptado
- Globos de oro: Mejor guion adaptado. Nominaciones a Mejor película, actor George Clooney, actriz Vera Farmiga y Anna Kendrick, director
- Bafta: Mejor guion adaptado. Nominado Mejor película, actor George Clooney, actriz Vera Farmiga y Anna Kendrick, montaje

Informacion exclusivaINFORMACIÓN EXCLUSIVA

DESPEGUE...
    En sus dos primeros largometrajes, Jason Reitman demostró tener un marcado talento para tomar antihéroes provocativos (un miembro de los grupos de presión pro-tabaco en Gracias por fumar y una adolescente embarazada en la oscarizada Juno) y contar historias profundamente humanas, graciosas y atractivas en las que esos peliagudos personajes sobrepasan las expectativas. Y continúa en esa onda con la oportuna historia de Ryan Bingham, quien aparentemente tiene un trabajo bastante desagradable: despedir a la gente cuando las empresas reducen su plantilla. 
  Y sin embargo, la historia de Ryan trata también acerca de un hombre que es instantánea y patéticamente reconocible: un hombre encantador y decente que ha asumido con entusiasmo nuestro mundo de velocidad, tecnología, confort, ambición individual y ventajas materiales; un hombre con una vida fácil y agradable, un hombre que lo tiene todo y aún así siente que le falta algo vital. Su historia suscita algunas cuestiones intrigantes: en una época de viajes por todo el mundo y conversaciones a través de máquinas, ¿cómo se consigue tener los vínculos auténticos y duraderos que antaño sustentaron a la sociedad norteamericana? ¿Y qué pasa cuando los evitamos?.
  Todas esas cuestiones están en el núcleo del guión de Up in theAir, el cual, tras un primer borrador a cargo de Sheldon Turner, fue llevado por Reitman en una nueva dirección, explorando la forma en que la historia de Ryan Bingham refleja cómo vivimos actualmente, en una encrucijada momentánea de avances tecnológicos e innovaciones en las comunicaciones. 
  “Yo la veía como la historia de un tipo que tiene que enfrentarse al hecho de que, incluso aunque crea que su vida está plena, ha estado ignorando algo muy importante, que es la responsabilidad de formar parte de algo más grande”, dice Reitman. 
  Continúa el director: “Creo que es algo que nuestra sociedad está empezando ahora a experimentar. Todos utilizamos nuestros móviles y el Twitter y los mensajes, y parece como si estuviéramos más conectados que nunca, mientras que, en realidad, la gente ya no se mira mucho a los ojos, y tenemos menos relaciones de verdad. La vida de Ryan en los aeropuertos es una metáfora de eso. Uno puede ir a cualquier aeropuerto del mundo y saber al instante dónde se encuentra todo: tienen los mismos restaurantes, las mismas tiendas, los mismos periódicos. Nos sentimos cómodos en todas partes, y sin embargo ningún lugar parece nuestro hogar. Estamos tan globalizados que hemos perdido ese sentido de comunidad local”. 
  La inspiración de Reitman para Up in the Air comenzó con la novela de Walter Kirn, que Reitman utilizó como trampolín para un guión que evolucionó hacia su propio viaje. “El libro me hablaba en muchos niveles”, dice Reitman. “Me encanta el lenguaje de Walter y lo utilicé mucho. Pero, a medida que iba escribiendo, mi propia vida cambió. Conocí a mi esposa, nos casamos y tuvimos un niño. Y durante ese proceso, Ryan Bingham también comenzó a madurar y a aspirar a algo más en la vida. El guión creció y se centró en lo imperativos que son los vínculos en nuestra vida cotidiana”. 
  Kirn recuerda que el argumento de su novela surgió originalmente de un encuentro fortuito. Estaba viajando a Los Ángeles cuando le preguntó de dónde era al hombre que estaba sentado a su lado. “Me dijo: ‘Oh, soy de aquí mismo, de este mismo asiento, de hecho’. Cuando le pregunté qué quería decir con eso, me dijo que antes tenía un apartamento pero, como pasaba 300 días al año viajando, lo cambió por un guardamuebles e hizo de los hoteles de larga estancia su hogar”. 
  Así nació el personaje central de Kirn, Ryan Bingham, que se las ha apañado para llegar a los cuarenta y tantos años sin formar ningún vínculo personal auténtico aparte de sus programas de viaje de élite, y que se pasa el tiempo “dejando ir a la gente” de una manera bastante literal. 
  Bingham surgió como un giro inteligentemente actual del clásico agente comercial norteamericano, vendiendo sueños a los que quedan destrozados por la repentina e impersonal pérdida de sus carreras, mientras recorre todo EEUU. Eso intrigó a Reitman. “En lugar de ir de puerta en puerta, Ryan va de despacho en despacho”, dice el escritor y director. “Y sin embargo, hay algo muy emotivo en la idea de un hombre que, en su madurez, no tiene una dirección permanente”.  
  Reitman no sólo se limitó a trasladar el libro a la gran pantalla. Tomó el personaje principal de Kirn y le rodeó de una serie de dramáticas circunstancias, y elaboró dos personajes que destrozan la elaborada burbuja de individualidad de Ryan Bingham: Natalie, una experta en eficiencia de veintitantos años muy laboriosa aunque algo ingenua a la que él se ve obligado a tomar a su cargo aunque ella ponga en peligro su estilo de vida, y Alex, la mujer que parece ser su alma gemela viajera, y que provoca en él por primera vez el deseo de tener algo más que un vínculo fugaz con otro ser humano. 
  El guión adquirió un nuevo nivel de relevancia mientras Reitman lo escribía, porque no fue solamente su vida la que cambió sustancialmente, sino que la situación económica del país dio un giro dramático. Para cuando el guión estaba casi terminado, el país estaba en medio de una severa y peligrosa recesión, lo que impulsó a Reitman a explorar más profundamente el tema de la pérdida del empleo que subyacía en la historia.  
  Al hacerlo, el escritor y director se sintió inspirado para asumir un riesgo poco corriente. En lugar de hacer un guión de la película a partir del collage de despedidos y las confesiones de los nuevos contratados, decidió que saldría a captar las reacciones reales, directas y sin guión de norteamericanos normales que acabasen de pasar por la experiencia intensamente emotiva de perder su empleo en una economía tambaleante. Eso resultó ser un proceso esclarecedor y conmovedor, enlazando la mezcla de drama y humor de la película con una realidad que da que pensar.

ALTITUD DE VUELO...
  Al igual que en sus dos películas anteriores, Jason Reitman sabía que Up in the air iba a depender de la esencia de su peliagudo personaje central, un hombre que tenía que ser encantador, agudo y reconocible y que al mismo tiempo ocultase sin reconocerlo un sentimiento de vacío detrás de su aire arrogante y su supuesta alegría de viajar “sin equipaje”. 
  Así que, ya desde el principio, la historia se escribió con el oscarizado George Clooney en mente. “Si se va a hacer una película sobre un tipo que se gana la vida despidiendo a gente y que quiere vivir solo, más vale que sea un actor condenadamente encantador. Y realmente no hay nadie mejor para eso que George Clooney”, explica Reitman. 
  Reitman dice que Clooney le aportó una gran variedad de matices a Ryan Bingham, interpretándole con una humanidad que hace que el personaje sea lúgubremente divertido sin caer en la farsa. 
  Con Clooney fichado para el papel principal, Reitman se concentró en las dos extraordinarias mujeres que hacen que Ryan se plantee su futuro como perenne agente autónomo. Para el vital papel de Alex, recurrió a la premiada actriz Vera Farmiga, famosa por su papel en la película de Martin Scorsese Infiltrados. 
  “El papel de Alex es bastante peliagudo”, comenta Reitman. “Es la mujer que conquista el corazón de George Clooney y es también un personaje femenino único en el cine. Vera encajó perfectamente, con un encanto, una belleza y, hablando en plata, unos huevos que uno se enamora de ella mientras ella habla del estado de la cuenta del kilometraje”. 
  Interpretando a Natalie está Anna Kendrick, quien se convirtió en la segunda nominada a un premio Tony más joven de la historia al ser nominada a mejor actriz de reparto en un musical por su papel de Dinah en el reestreno en Broadway de “Alta sociedad”. “El secreto está en que realmente escribí el papel de Natalie para Anna Kendrick,” confiesa Reitman. “La había visto en Rocket Science, y pensé que era sencillamente increíble, diferente a todas las actrices de su edad. Y cuando vino a hacer la prueba para Up in the Air, lo demostró. Tiene una voz absolutamente única que la diferencia de su generación”. 
  Jason Bateman, quien anteriormente había interpretado al inseguro padre adoptivo del niño nonato en Juno, vuelve a reunirse con Reitman en el papel de Craig Gregory, el jefe de Ryan Bingham. “Cuando leí el guión, supe que iba a ser estupendo interpretar a un personaje como Craig Gregory”, dice Bateman.   
  A Reitman le ilusionaba contar con Bateman para que hiciera algo bastante diferente en este papel. “Jason ha interpretado a muchos personajes cobistas y pelotilleros, pero apareció con un enfoque nuevo para Craig Gregory”, dice. 

ABRÓCHENSE LOS CINTURONES...
  El viaje de Ryan Bingham comienza realmente a torcerse cuando le invitan a la boda de su hermana en Wisconsin, obligándole a enfrentarse con la familia a la que ha ignorado olímpicamente en su vida de adulto y estimulando en él un inesperado deseo de algo más profundo. 
  Jason Reitman considera que el encuentro de Ryan con su familia es crucial tanto para la parte cómica como para la parte dramática de la película. “Uno de los elementos del libro de Walter Kirn que siempre me encantó era la idea de que Ryan tenía que ir a la boda su hermana. Personalmente detesto las bodas, así que realmente simpaticé con Ryan por no querer ir, pero, al mismo tiempo, pensé que era la oportunidad perfecta para que Ryan demostrase que había cambiado, que quería algo más, y que estaba listo para relacionarse”. 
  El director disfrutó mucho haciendo el casting para los Binghams.  
Ya desde el principio, Reitman decidió que la forma en la que quería rodar la boda de Julie y Jim y el banquete era hacerlo como si la pareja le hubiera contratado en la zona para documentar el feliz día. Toda la escena, incluido el banquete, no se rodó en película sino en video. Hubo un ensayo la noche antes con el reparto vistiendo sus ropas de calle y un pastor y organizador de bodas auténtico que aconsejaban a Jason la manera de proceder como si fuera real.

SERVICIO DE CABINA...
  Up in the Air es una película que viaja, al igual que su protagonista, de ciudad en ciudad, de despacho en despacho, de aeropuerto en aeropuerto, sin aterrizar nunca del todo, acelerando siempre hacia un destino incierto. Jason Reitman dice que, en lo tocante a la estética de la película, su diseño resultó ser un tremendo reto. “Creo que a mucha gente le gusta pensar que una película con un diseño de producción difícil es una que esté ambientada en la Inglaterra del siglo XVII.  Pero, en términos realistas, una persona corriente no podría distinguirlo si hubiera una variación de cien años. Una película como esta, por el contrario, tiene que ser completamente exacta”, comenta. “Uno la ve e inmediatamente sabe si se lo cree o no. ¿De verdad ése es tu pueblo natal, es ésa tu ciudad? ¿Es ése el aspecto que tiene realmente tu oficina?.
  Continúa Reitman: “Rodamos en cinco ciudades pero estábamos retratando a veinte. Y Steve Saklad, nuestro director artístico, fue un genio al construir a veces cinco ciudades en un mismo edificio. Pasábamos de un piso a otro, de una escena a otra, y cruzábamos literalmente el continente. Al mismo tiempo, yo quería sentir los cambios de verdad cada vez que Ryan aterrizaba en un nuevo lugar. En un momento dado estás en Miami, en el agua, y al momento siguiente estás en Detroit en medio de una tormenta de nieve. Quería sentir esos climas, quería verlos al respirar el aire, así que todo tenía que cambiar de una ciudad a otra: cambian la iluminación, el diseño de producción y el vestuario”. 
  También hay un cambio visual más grande que refleja el paisaje cambiante del interior de Ryan Bingham. “Cuando empieza la película, todo es prístino. Al entrar en el aeropuerto, todo está perfecto e inmaculado, y toda la gente va bien vestida, y no se puede imaginar un lugar más idílico”, dice Reitman. “Pero hacia el final de la película, a medida que la vida de Ryan va cambiando, su punto de vista sobre los aeropuertos cambia, y de repente todo es manual y caótico y un lío”. 
  Daniel Dubiecki añade: “A medida que Ryan empieza a cambiar y alterarse sutilmente, se puede sentir en todos los elementos de la película, en los colores y las texturas. Los cambios no suceden sólo en los personajes y el diálogo.  Suceden en la música, suceden en la dirección artística. Los cambios forman parte del concepto global de Jason”. 
  Las ciudades a las que Ryan Bingham viaja para realizar su “asesoramiento en transiciones profesionales” fueron cuidadosamente escogidas para que reflejasen a aquellas que han sido víctimas en mayor medida de las reducciones de plantilla, las quiebras y los embargos en los últimos meses. Incluyen a Detroit (sede de la industria automovilística), Phoenix (un despacho de una aseguradora sanitaria), Saint Louis (una planta embotelladora) y Wichita (empresas de seguros financieros). 
  John Latenser, encargado de las localizaciones,  primero tuvo que reducir las localizaciones básicas. El análisis señaló a St. Louis, Missouri, como la sede central más lógica para la producción, gracias a su variada gama de arquitectura. Detroit, Omaha, Miami y Las Vegas se añadieron posteriormente. Esas cinco ciudades servirían de dobles para localizaciones que incluían a Phoenix, Wichita, Chicago, Houston y Waupaca, Wisconsin. Muchos de los barrios de Saint Louis se parecían a zonas de Chicago y Omaha, y la producción al final filmó en más de 30 localizaciones por toda la ciudad. Además, la película contiene más de 50 escenas rodadas en diversos aeropuertos y aviones. “Normalmente, cualquier productora se asustaría de rodar en un lugar ruidoso. Pero Jason decidió desde el principio que quería rodar en aeropuertos de verdad”, dice Latenser. 
  Desde el 11-S, filmar en aeropuertos se ha vuelto cada vez más problemático. “Todo tenía que ser cuidadosamente planeado, incluyendo la logística necesaria para llevar al equipo y al personal hasta el aeropuerto”, informa Latenser. “Todos los miembros del equipo técnico tenían que pasar los controles de seguridad del aeropuerto y habían pasado previamente un examen de identidad. Y no podíamos interferir con el ritmo habitual del aeropuerto”. 
  La producción comenzó en el aeropuerto Detroit Metropolitan, en donde rodaron durante tres días en la nueva terminal McNamara y en la vetusta terminal Berry, que el departamento artístico se encargó de transformar en otros aeropuertos, una de las muchas transformaciones parecidas que necesitaba la producción. Saklad recuerda: “En ese único complejo pudimos recrear cinco aeropuertos que simulan estar en el Medio Oeste”. 
  En St. Louis, la producción ocupó el edificio vacío de seis plantas de GenAmerica, en el centro de la ciudad, que fue utilizado para el interior de las oficinas centrales de Ryan, Sun Casualty en Phoenix, la planta embotelladora de St. Louis, con el famoso Portal del Oeste de la ciudad visible desde una de las ventanas, y a Alex haciendo una llamada de teléfono desde una sala de reuniones de Atlanta. El edificio estaba junto al Ballpark Hilton, en donde se rodaron otras escenas. 
  Había también siete habitaciones de hotel diferentes en donde transcurría la acción. A Saklad la ayudó el hecho de que se hubiera llegado previamente a un acuerdo con la cadena de hoteles Hilton, eliminando así algunas conjeturas de su trabajo. Aun así, Saklad y Reitman querían algo muy concreto. “Rechazamos los hoteles con diseño más actual y contemporáneo”, observa Saklad. “Queríamos algo que pareciese más clásico e intemporal porque Ryan no es alguien con una gran imaginación visual”. 
  En la primera parte de la película, observa Saklad, las localizaciones de la película son casi todas espacios prefabricados y manufacturados, en vez de lugares íntimos o personales. 
  Sin embargo, cuando el rodaje se traslada a Waupaca, Wisconsin, para la boda, el diseño da un giro de 180 grados. “Nos divertimos mucho montando la boda de Waupaca”, dice Saklad.   
  Las localizaciones reales complicaron los retos. “Es difícil rodar en aeropuertos y vestíbulos que están abiertos al público. De hecho, con excepción de uno de los interiores de los aviones, no rodamos en ningún decorado. Rodamos una escena en un reactor 757 de American Airlines dentro de un hangar, e incluso allí tuvimos restricciones”, dice.

ATERRIZAJE...
  Cuando la producción ya iba finalizando, Jason Reitman se reunió con otra persona asociada a él desde hace mucho, y a quien considera esencial para su trabajo: Dana Glauberman, que montó tanto Juno como Gracias por fumar. Dice Reitman a propósito de su estrecha colaboración: “No consigo imaginar a alguien con quien me guste más compartir una sala de montaje que con Dana. Ella entiende cómo filmo, entiende mi lenguaje visual y es capaz de conseguir inmediatamente el estilo y el tono que busco”. 
  La tarea del montaje, dice Glauberman, fue como armar un rompecabezas narrativo, un proceso que encuentra sumamente divertido con Reitman. “Jason y yo hemos colaborado tan estrechamente que a veces nos leemos de verdad el pensamiento y acabamos uno las frases del otro”.

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