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ENTREVISTA A LA DIRECTORA...
¿Cómo nació Un castillo en Italia?...
.- Desde un principio tenía en mi mente a Chéjov y, más concretamente a 'El jardín de los cerezos'. Tenía ganas de contar la historia de una familia, de un hermano enfermo, un castillo, un parque, unos recuerdos y de la venta de ese castillo como metáfora del final de un mundo. 'El jardín de los cerezos' y en general la lírica de Chéjov ha estado presente al escribir el guion, en la preparación, en el rodaje e incluso en el montaje de mi película. Empezamos a escribir el guion pensando en el choque entre dos secuencias opuestas, choque que da el pulso a la película. La primera, entre Louise, la heroína, y su novio, Nathan que van en un coche. Se pelean. Ignoramos el por qué. Los diálogos son casi abstractos. En un momento dado comprendemos que se dirigen a hacerse una fecundación in vitro.
La otra escena es la del hospital, entre Louise y su hermano, Ludovic, que está muy enfermo. Ella le anuncia su embarazo. Por un lado, existe la esperanza de un nacimiento y, por el otro, el temor a la muerte de su hermano. Estos dos elementos chocan entre sí y al mismo tiempo conforman el arranque de una historia.
¿Es una película de familia y de amor?...
.- Exacto, es al mismo tiempo una historia de familia y de amor. Al principio, resultó complicado dotar de peso a la historia de amor. Pienso que, generalmente, es más fácil escribir una historia de familia que una historia de amor. Hay algo de particular y atractivo en esta familia, algo novelesco. Me imaginaba rodando en el castillo que fue tiempo atrás nuestro verdadero hogar. Conservaba poderosos recuerdos, imágenes muy precisas y detalladas. En comparación el encuentro amoroso permaneció mucho tiempo extrañamente difuminado y menos real. Tuvimos que trabajar mucho la historia de amor para darle consistencia, para que lograra ser tan potente como la historia de Louise con su familia. Para ello, Louis Garrel, a quien propuse el papel de Nathan, resultó determinante. Leyó el guion, y nos hizo ver que la historia de amor aunque hermosa era insuficiente al lado de la historia de la familia. Así que Noémie, Agnès y yo decidimos, reinventar el mundo de Nathan, recrear su universo, reformular su profesión de actor. En mi opinión, dimos con el personaje el día en que comprendimos que debía tratarse de un actor que quería dejar de serlo. La idea me gustaba. Me recordaba la película de Oliveira 'Je rentre à la maison', aunque en este caso el actor era más joven. De hecho, ya hablaba de ello en 'Actrices'. Es un tema que me obsesiona, creo... El hecho de que a Louise y a Nathan en diferentes épocas de su vida les asaltaran las mismas dudas e incluso renunciaran a su profesión, hacía que tuvieran inmediatamente algo muy profundo en común, digamos, un nexo de unión. Y que Louise encarnara este personaje en crisis, siempre desubicado, con su original juego interior, también me atraía enormemente.
La película está llena de frases directas. Es un estilo adoptado voluntariamente?...
.- A veces formular las cosas de manera directa desactiva los problemas. na vez dicho, dicho está. Pierden importancia. “Tengo 43 años. Soy una señora” dice la heroína a su joven amante. Para nosotras las guionistas, fue la manera de no hacer de la diferencia de edad un tema central sino simplemente una particularidad. No queríamos que el conflicto entre ellos se basara únicamente en esto. Queríamos que se centrara en sus distintos proyectos de vida. Ella necesita liberarse de su familia, hacerse adulta, tener hijos, “casarse”, él tiene miedo de sentirse atrapado, ligado, de perder su libertad. Es un conflicto banal en sí mismo. Atañe a muchas parejas sin diferencia de edad. Es un clásico esquema de las relaciones entre hombres y mujeres.
¿Su lado italiano incluye también el aspecto religioso, católico, tan importante en la película?...
.- Muy importante. Por un lado está mi personaje en busca de la fe y por el otro, la figura de la madre que tiene una relación familiar aunque también conflictiva con la fe: discute animosamente con la Virgen, se pelea y se reconcilia. Es importante no confundir estas dos relaciones con la fe. A través de la madre, vemos a alguien que tiene “ momentos de fe”, como destellos que le dan confianza y le permiten respirar. Mi personaje es alguien que es incapaz de sentir estos destellos. De hecho, no consigue nada de todo esto. A diferencia de su madre, que ha conseguido tener hijos, marido, Louise no consigue tener vida propia. Ni hijo, ni marido, ni trabajo, ni fe. Está en la periferia de todo. Se lanza en rituales, supersticiones, tensiones nerviosas que no tienen nada que ver con la fe. Practica la religión de forma absurda y grotesca. Le gustaría “sentir” pero está despojada de cualquier sensación. Le gustaría “ver” pero no ve nada. Lo intenta desesperadamente. Practica la religión como si se fuera a comprar: “si hago esto me das eso”. Esta relación mercantilista con la fe y con Dios me interesa mucho. Es algo muy real para mí.