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SINOPSIS
En el Irán actual, Maryam (22) es sentenciada a muerte tras matar por accidente a su marido, Nasser (65). La única persona que puede salvarla es Mona (37), la hija de Nasser. Para ello, solo tiene que acudir a un conocido programa de televisión y perdonar en directo a Maryam. Pero cuesta perdonar cuando ambas se ven obligadas a revivir el pasado...
INTÉRPRETES
SADAF ASGARI, BEHNAZ JAFARI, BABAK KARIMI, FERESHTEH SADRE ORAFAIY, FOROUGH GHAJABAGLI, ARMAN DARVISH, FERESHTEH HOSSEINI, ZAKIEH BEHBAHANI, RAMONA SHAH, FAGHIHEH SOLTANI
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ENTREVISTA AL DIRECTOR...
¿De dónde viene la idea para este programa de televisión?...
Este tipo de reality shows existen en mi país. Montan un teatrillo y ponen en juego el perdón de los convictos de diversas formas. El programa que más me inspiró lleva en antena unos diez años y es un gran éxito en Irán durante el mes del ramadán. Un amigo que sabía que, en mi próxima película, quería contar la historia de una mujer a la que sentencian a muerte por matar a su marido, me recomendó que lo viera. No di crédito: ¡un programa en directo en el que un ser humano se juega la vida! Me inspiró para el programa de la película, al que llamé de forma satírica La alegría del perdón.
¿Por qué ese título para la película?...
Yalda es una celebración zoroástrica que marca el comienzo del invierno, la noche más larga del año. Las familias se reúnen con sus familiares y amigos, y la gente recita poemas de Hafez, uno de los pilares de la cultura persa. Esta celebración siempre me ha impactado mucho, desde que era niño, y me pareció el contexto ideal para mi historia: una noche larga, en la que puede pasar cualquier cosa; una oportunidad para Maryam, la protagonista, que ha sido sentenciada a muerte, de dar su versión de estos hechos tan trágicos. También es la última oportunidad para Maryam de que Mona la perdone. De ahí que se esfuerce tanto por contar su verdad, después de una complicada espera en la cárcel.
La ley del Talión y el indulto son el centro de la película…
La ley del Talión, esta idea del «ojo por ojo, diente por diente», es parte esencial de la ley islámica. Es un derecho que se le otorga a la sociedad civil: si la familia de la víctima está dispuesta a perdonar, no se ejecuta al convicto, sino que este debe cumplir una pena de cárcel, dependiendo del crimen, y pagar un «precio de sangre» a la familia de la víctima. La cantidad se fija en base a criterios concretos; hay más de 80 supuestos distintos.
Maryam se casa con Nasser Zia mediante un matrominio temporal. ¿Puedes hablarnos de este concepto?...
Un matrimonio temporal («sigheh») es un contrato de matrimonio de duración determinada.
Esta se acuerda de antemano, y puede ser de un día o de varios meses. La pareja debe respetar este plazo. Los matrimonios temporales se remontan a los comienzos del islam.
En esta época de constantes guerras, abundaban las viudas. Por tanto, los hombres podían tener varias esposas que se encargasen de sus hijos. Las mujeres podían hacerlo a cambio de una suma económica, también acordada previamente, o de nada, pero no tenían derecho a la herencia de su marido bajo ningún concepto. Aunque cualquier hijo concebido en uno de estos matrimonios puede reclamar una parte de la herencia de su padre, los hombres suelen dejar a sus esposas «temporales». De este modo, sus hijos acaban siendo «bastardos», sin apellido y sin padre. Hay leyes recientes que intentan proteger más a las mujeres y a los hijos nacidos de estos matrimonios.
También parece haber un conflicto de clases implícito en ese plató: Maryam es de una clase social distinta a la de Mona, la hija de su difunto marido...
Hace cuarenta años, durante la Revolución, la sociedad iraní era un 30 % urbana y un 70 % rural. Hoy, ocurre lo contrario. Desde el mal llamado período de «reconstrucción» tras la guerra contra Irak, Irán ha hecho frente a los efectos, tanto buenos como perjudiciales, del mundo neoliberal y el mercado global, pese a no haberse integrado del todo en ellos. Se han producido cambios sociológicos y demográficos en el campo y las ciudades pequeñas; la cultura tradicional está evolucionando. En la actualidad, hay más mujeres estudiantes que hombres. Las universidades están llenas de chicas. Los conflictos de clase se desarrollan en este contexto, y que la familia de Maryam se mude a Teherán es una consecuencia directa de estos. Su padre era el chófer de Nasser Zia, un publicista adinerado que acaba casándose con ella. Este ayudó a su familia cuando su padre murió, un gesto bastante tradicional. El conflicto de clases se pone de manifiesto en el matrimonio temporal entre Maryam y Nasser Zia. Al final de la película, Mona perdona a Maryam, pero no va a permitir que su hijo lleve el apellido de su padre, negándole así la herencia. Hay un punto trágico en cómo se niega a rebajarse a la altura de la familia de un chófer y cómo deshereda a su propio hermano.
¿Cómo refleja tu película la sociedad iraní?...
En mi opinión, todos los géneros, incluso el melodrama, reflejan la realidad. Pero, como empecé dirigiendo documentales, me parecía muy importante que cada detalle de la historia fuera verosímil y que esta estuviera arraigada en la sociedad iraní actual. Los giros de la trama, como la aparición del hijo de Maryam, la huida de Mona o el modo en que los hechos y los intereses ocultos se revelan… Todo se basa en sucesos reales que ocurren hoy en Irán. Para documentarme, visité el ala de maternidad de un hospital para presidiarias de las afueras, a 60 km de Teherán.
En cuanto al accidente de Mona con el motorista, para mí es bastante simbólico: muestra las injusticias de la sociedad moderna, el choque entre ricos y pobres. El motorista al que Mona atropella podría ser el nieto de ese viejo que lleva la bandeja con la bebida en el estudio y en el que nadie repara. Una vez iba en un taxi en Teherán con un conductor de ochenta años que apenas podía conducir pero tenía que trabajar igualmente. Estos personajes representan ese estrato social, el de la gente orgullosa, que no está dispuesta a mendigar. El motorista de la película muestra el mismo orgullo; no insulta a Mona, solo se enfada por cómo lo desprecia. En este mundo, a menudo los pobres son más orgullosos, más humanos y más respetables.
¿Cómo describirías Yalda, la noche del perdón?...
Para mí, Yalda, la noche del perdón es ante todo una película «de juicios» en la que invito al espectador a cuestionar su propio papel de juez. También me gustaría que fuese una reflexión sobre la televisión desde una perspectiva crítica. Muestra cómo se hace y cómo funciona, incluido lo que ocurre tras las cámaras. Los anuncios de vidas perfectas que se emiten durante el programa parecen absurdos comparados con la vida real… La televisión nos vende la receta de la felicidad, un ideal de éxito, una ilusión. Mucha gente desprecia estos programas sin verlos, sin discutir sus mensajes, aunque se hayan convertido en parte de nuestro día a día y millones de iranís los suscriban. Creo que es muy importante mostrar que existen. Sin duda, es un espectáculo con un toque kitsch, y aun así es real.
¿Dirías que Yalda, la noche del perdón tiene un final feliz?...
¿De qué final feliz hablas? A partir de ahora, a Maryam no le espera más que miseria. Si en este mundo la moral parece haberse esfumado, debemos construir una nueva, a la que podríamos llamar «humanidad», en la que perdonar consista en ponerse en la piel del otro.
En lugar de por un giro emocional, opté por mostrar varios coches alejándose en distintas direcciones en plena noche. Sus destinos se separan y nos toca a nosotros imaginar cómo serán las noches venideras.
GALERÍA DE FOTOS
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