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NOTAS DE LA DIRECTORA...
La cota 592 traza hoy una línea horizontal en el paisaje de la presa de Itoiz. Para los lugareños, esta franja que divide el paisaje representa una separación entre la vida y la muerte: empleando nuestra propia metáfora, muchos de nosotros nos referimos a ella como “la zona muerta”.
Nací y crecí en el valle de Arce. Vi cambiar el paisaje y experimenté la impotencia de un pueblo que durante más de una década luchó incesantemente contra la inundación de sus pueblos y su tierra.
Esta película nace en un intento de dar sentido al presente de un valle completamente transformado.
¿Cómo podemos vivir “lo mejor posible” en este lugar?
Me acerco con la cámara a la gente y los animales que habitan el paisaje tras la construcción de la presa de Itoiz. Descubro que las vidas de humanos y no humanos han tenido biografías paralelas dentro de este contexto.
Leo a la antropóloga Anna Tsing y ella argumenta que cada paisaje contiene en sí su propia historia, que está inscrita en él. Dice que contar la historia de un paisaje requiere conocer a sus habitantes, humanos y no humanos. Tsing propone que para ello necesitamos historias multiespecie: historias que dan cuenta de las relaciones entre humanos y otras especies, donde el cuidado, la ética, la interdependencia y el florecimiento entre especies son cuestiones debatidas.
Este cortometraje cuenta una historia multiespecie. Siento que aquí, las vidas de humanos y no humanos se entrelazan profundamente en un ciclo vital incesante; buitres, vacas, humanos, ríos, luchas pérdidas y agua ligados en la historia y presente de este lugar.