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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante un caso que se suele repetir con cierta frecuencia el del productor, guionista o actor que decide ponerse tras las cámaras para dirigir sus propios proyectos.
Esas situaciones que se dan habitualmente por separado se unen aquí en el nombre del australiano Joel Edgerton que ha recorrido todas esas facetas y que ahora debuta en la realización de su primer largometraje que, aunque al principio parece algo corriente, acaba sorprendiendo.
Este thriller psicológico sobre una pareja acomodada compuesta por Simon, un ambicioso ejecutivo, y Robyn, su esposa, una diseñadora de interiores, que se trasladan de Chicago a California donde esperan empezar una vida más tranquila.
Es la ópera prima en la dirección del actor, guionista y productor Joel Edgerton que encarna al protagonista que a su vez se hace cargo de un guion, muy bien escrito, que comienza de forma amable como una historia sencilla, sin malicia, pero gradualmente va generando escenas intrigantes que producen la inquietud, el miedo, la inseguridad, la angustia, la sospecha y a veces el terror de forma progresiva y absorbente, al tiempo que genera la duda en el espectador mientras la tensión aumenta con un auténtico sentido del misterio y la intriga.
La relación de este matrimonio cambia radicalmente cuando comienzan a recibir regalos de Gordon, un antiguo compañero de clase del marido, que se inmiscuye en sus vidas haciéndola un tanto incómoda, tras la cual ciertos secretos del pasado saldrán a la luz después de más de veinte años.
Simon no reconoce a Gordon al principio entre los que algo sucedió en el pasado y ella comienza a preguntar qué ocurrió entre ellos.
Recuerda a otras películas en las que un extraño destroza la vida de una pareja, pudiéndose citar algunos ejemplos que posiblemente estén en la mente de todos los buenos aficionados.
El inteligente guion posee varios giros inesperados que lo hacen interesante y nos presenta el contraste entre los dos hombres protagonistas, Simon el ejecutivo que se cree superior porque gana mucho dinero, que ha triunfado en la vida pero que aún quiere más y que para él todo vale con tal de llegar a lo más alto, mientras que Gordon es un tipo raro y misterioso, algo mentiroso, que hace que el matrimonio caiga en la paranoia.
El film plantea algunas dudas morales, ya que el espectador no sabe en ningún momento quien es el depredador o la víctima.
Tiene una buena idea de partida sobre el bien y el mal, la ambición, la moral, la culpabilidad, las consecuencias que se derivan de algunos actos y la responsabilidad de lo que hacemos. Está llevada de forma brillante, sin altibajos hasta el final, con planos extraordinarios que enriquecen la narración logrando una atmósfera tensa, sin efectismos, con pequeñas sorpresas que generan un suspense de calidad, a pesar de que en la primera parte no aparenta que haya nada detrás, resultando así un debut muy interesante a pesar de que la historia nos resulte ya vista en algunas cintas de los años 90, pero va cambiando y sorprendiendo hasta el estupendo final, mientras por el camino nos hace reflexionar sobre la temática social acerca de un hecho ocurrido en la infancia que se vuelve a repetir de adulto.
El trío de actores cumple perfectamente sus respectivos cometidos, así como la dirección del debutante Joel Edgerton.
Tras su estreno americano se convirtió en una sorpresa ya que con un corto presupuesto de cinco millones logró multiplicarlo por diez.
Un entretenido thriller casero, nada cotidiano, que se deja ver muy bien, que en ningún momento defrauda al espectador.
Ganó el premio al mejor actor Joel Edgerton en el Festival de cine de Sitges.
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