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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una vez más el cine francés sirve de fuente de inspiración para una película norteamericana, pero esta vez de acción y espectacular como ninguna.
A la vista de los resultados está claro que por mucha imaginación que le pusieran los guionistas galos nunca su cinematografía podía llegar a conseguir lo que logra con este guion el cine americano.
El film francés se tituló en su versión original 'La totale!' y en España se denominó 'Dos espías en mi cama' (1991), de Claude Zidi, lo que parecía que daba a entender otra cosa.
Cuenta la historia de un matrimonio, compuesto por el marido, que hace creer a su esposa, que es un simple vendedor de ordenadores; su mujer, que trabaja en un bufete de abogados, y su hija adolescente.
La realidad es muy distinta, ya que se trata de un agente secreto con misiones arriesgadas que lucha contra el terrorismo de unos fanáticos árabes.
Hacia la mitad él descubre la infidelidad de su esposa, aburrida ama de casa, y como consecuencia también ella sabrá quien es su esposo, alterándose a partir de ese momentos los papeles.
La cinta, a pesar de ser una producción de aventuras con abundante acción, está tratada en muchos momentos en tono cómico, lo que hace que una vez más la fórmula de acción más comedia dé estos excelentes resultados.
Entre otras cosas porque James Cameron, con quien ya hiciera Arnold Schwarzenegger 'Terminator' (1984), se ha encargado esta vez de confeccionar el guion, poniéndole un gran cúmulo de imaginación, adobando extraordinariamente el texto francés y pensando siempre en su protagonista, para de esta manera tratar de hacer más creíble el personaje, lo cual no quita que tenga bastantes convencionalismos y algunas exageraciones, como las escenas finales en las que se centra la mayoría del costo en abundantes efectos especiales, que según dicen ha alcanzado la cifra de 120 millones de dólares, que la coloca como una de las producciones más caras de la historia del cine, como reza la publicidad.
En el guion todo está pensado, milimetrado, como los que antes se hacían en Hollywood, y enriquecido en la puesta en escena por la soberbia imaginación de James Cameron.
Arnie se está convirtiendo poco a poco en un actor de comedias estimable, pero sobresale especialmente Jamie Lee Curtis, una estupenda actriz que aquí está sencillamente prodigiosa, como igualmente ocurre con Tom Arnold.
Una película, en definitiva, que no da tregua al aburrimiento, hecha con inteligencia, sin que por ello tenga que estar al servicio del musculoso actor austriaco.
Nominada al Oscar a los mejores efectos visuales.
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