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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aún recordamos que en el primer Festival de cine de Sevilla, en el año 1981, se le hizo la primera retrospectiva a Pedro Almodóvar cuando aún no tenía más que una docena de cortos y su primer largometraje 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón' (1980) y todos ellos de carácter cómico en los que se reflejaba lo que era la movida madrileña. Después se metió en el drama y hasta llegó a conseguir el Oscar. Pero tras el rotundo fracaso de 'Los amantes pasajeros' (2013) con el que recordaba sus inicios en la comedia ha decidido volver al drama, que es lo que mejor se le da, y por lo que es más apreciado fuera de nuestras fronteras, especialmente en Francia.
Esta nueva película de Pedro Almodóvar es la número veinte y en sus propias palabras "es un regreso al cine de mujeres, de grandes protagonistas femeninas, y un drama que pega muy duro", en el que una vez más trata sobre la figura de la madre, tema recurrente en su filmografía.
En efecto la historia está inundada de mujeres con sólo tres figuras masculinas que son simples acompañantes, Daniel Grao, Darío Grandinetti y Joaquín Notario que cumplen con sus cometidos.
Narra las vicisitudes de Julieta, una mujer joven, que está buscándose a sí misma, que durante tres décadas sufre el abandono, la soledad, los recuerdos o la ausencia de personas importantes en su vida, que se establece en Madrid agobiada por su dolor, por una parte de Xoan, el hombre que amaba, y por otro el de Antía, su hija, como ella también hizo con su madre.
Explora la interioridad de la mujer a través de la figura de la madre, aquí desde la perspectiva de la lucha por sobreponerse al dolor de esas dos ausencias.
Un estudio sobre la pérdida y el dolor que ésta produce, con un guion basado en una adaptación libérrima de tres relatos Destino, Pronto y Silencio, de la autora canadiense, Premio Nobel de literatura, Alice Munro, sobre el tema, recogidos en el libro Escapada.
Almodóvar retoma su universo femenino esta vez sin resquicios para el humor. En el centro de la trama, salpicada de elipsis y saltos temporales a lo largo de tres décadas, se sitúa el mismo dolor por la pérdida que alentó otras películas del manchego como 'Todo sobre mi madre' (1999) o 'Hable con ella' (2002), aunque aquí se trate de una madre abandonada, distanciada de su hija sin una explicación, tan alejada como están Andalucía y Galicia o los Pirineos en una especie de metáfora geográfica.
Es un regreso con una obra de madurez, austera y dolorosa, de los secretos no revelados, de las palabras silenciadas, en una obra liberada de todo lo accesorio, nada barroca, pero siguiendo fiel a sí mismo, exponiendo algunas de sus inquietudes de forma contenida en un relato que en el fondo habla de muchas cosas, del abandono, de la culpa, de la falta de comunicación, de la ausencia, de familiares que se vuelven extraños y de sus consecuencias.
Hay en el film la imagen de una foto rota, deshecha, que terminará siendo recompuesta, como un mosaico, en una especie de metáfora de los reconstruidos sentimientos de estas mujeres.
El director manchego saca la mejor interpretación hasta hoy de Adriana Ugarte y encuentra la intérprete ideal en Emma Suárez para crear el personaje de una mujer devastada por el abandono y la culpa. Y junto a estas dos mujeres dos actrices del momento Inma Cuesta y Michelle Jenner, todas nuevas en la nómina almodovariana, junto a la veterana Rossy de Palma, en el papel de Marian, el más antipático y odiable que ha hecho para él.
Almodóvar es un director que entiende muy bien a las mujeres y las dirige divinamente, como si fuera el George Cukor español.
Esta vez apuesta por la concisión de forma austera y cuenta en hora y media lo que sucede en treinta años por lo que se mezclan pasado y presente, en donde el dolor se respira en los silencios.
Es una de sus mejores cintas, en la que Julieta, profesora de literatura clásica, añora a su hija ausente, que no sabe nada de ella en mucho tiempo y le escribe una carta para contarle la relación con su padre y los hechos que marcaron sus vidas.
Drama femenino con cierta intriga que iba a llamarse 'Silencio', que hacía referencia a lo que no se habían dicho madre e hija. Inteligente la imaginativa transición de una actriz a otra (Ugarte joven, Suárez mayor), ya que esta vez utiliza a dos actrices para el mismo personaje como ya hiciera Luis Buñuel.
Muestra su ingenio en algún momento en una película elegante, muy cuidadas las localizaciones con planos muy estéticos y en los que en casi todos hay un toque de color rojo desde el inicio, que recuerda al cine del director americano Vincent Minnelli.
Hace una reflexión sobre la culpa y el silencio que entorpece las relaciones a lo largo de la narración. Hay un cierto problema en las reacciones de los personajes, que no son lógicas en algunos momentos, como la de Rossy de Palma que reactiva el melodrama entre Julieta, la madre, y Antía, la hija.
Tiene un trasfondo bastante duro, con una pasión siempre contenida. En cuanto a la música la partitura de Alberto Iglesias envuelve el drama y hasta pone algo de suspense en ciertas escenas, para terminar en los créditos finales con la canción Si no te vas, de Chavela Vargas, que resume de alguna manera este drama materno-filial, perfectamente filmado y con sensibilidad por el director español.
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