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CRITICA
Por: PACO CASADO
Películas sobre el juego, sus apostantes y jugadores hay algunos títulos señeros, pero también sobre personajes enfermos de la ludopatía como en otros casos lo pueden ser por la adicción a las drogas o el alcohol, temas que también han sido tratados por el cine en otras ocasiones.
Tras pasar por el Festival de cine de Sundance llega a nuestras carteleras, con algo de retraso, 'La última apuesta' que nos cuenta la historia de Gerry, un agente inmobiliario y jugador empedernido al que hace mucho tiempo le ha abandonado la suerte y tiene numerosas deudas de juego.
Un día se alía con Curtis, un excelente jugador profesional y aficionado a las apuestas, con el que espera le cambie su suerte y se embarcan en un viaje hacia un campeonato de póker de un elevado nivel, donde se apuesta fuerte, que se celebra en Nueva Orleans para ver si así recupera lo perdido.
El guion nos ofrece el contraste entre ambos, mientras que Gerry es un vicioso del juego, para Curtis es una diversión y sabe cuándo debe parar.
Este film trata no sólo el tema del juego sino también el de la ludopatía, aunque no lo hace de manera muy profunda sino más bien de pasada, sin profundizar, de gente enfrascadas en las cartas, los dados y las apuestas, que busca la solución en jugar para remediar su fracaso vital, de familias destruidas y que siguen obsesionadas por ganar la gran partida, esa que quizás nunca llegue en toda la vida, tratado a través de la fórmula del género de la buddy-road-trip movie o cinta de colegas.
Se deja ver, esta película de corte independiente que está correctamente realizada, que hace que nos sintamos inquietos o suframos con los personajes ante su adversidad, aunque con la sensación de ya haber visto otros títulos anteriores con este mismo tema.
No deja de ser curioso la psicología de los jugadores que estudian el más mínimo gesto que hace el contrario ante una determinada situación para adivinar las cartas que lleva, si está nervioso o si es un farol, por ejemplo.
Los dos actores, el canadiense Ryan Reynolds y el australiano Ben Mendelsohn, están bien, en unos personajes perfectamente construidos, que tienen química, en los que también se pone de manifiesto el tema de la amistad entre ellos en esta historia de perdedores que se sugestionan ante la adrenalina que les produce el sonido de la ruleta, el simple hecho de tirar unos dados o ante una apuesta aunque sea tan simple como saber si el próximo señor que salga de un servicio de caballero lleva gafas o no, y ser capaz de arrastrarse de la forma más baja hasta tratar de robar a su propia ex-esposa o abandonar a una hija pequeña con tal de satisfacer su vicio, que le lleva a un camino de perdición, lo más probable.
En el transcurso de la trama vamos comprendiendo más a los personajes, aunque tal vez no lleguemos a conocerlos nunca o incluso a ponernos de su lado, a desear que por fin le llegue algún día esa suerte esperada, aunque no aprobemos su conducta, sino que la rechacemos y entendamos que necesitan un tratamiento médico ante esa forma de entender la vida.
Realizada a cuatro manos por la pareja de directores Anna Boden y Ryan Fleck, sin muchas pretensiones, se disfruta aunque con un ritmo a veces algo lento.
Premio de la National Board al mejor film independiente.
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