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CRITICA
Por: PACO CASADO
No le recordamos a Ron Howard como director, a quien vimos crecer en la pantalla como el pequeño de 'El noviazgo del padre de Eddie' (1963), de Vincent Minnelli, ninguna película realmente destacada aunque sí bastantes aceptables y también algún que otro traspié.
En esta ocasión se enfrenta a una biografía, un género difícil, sobre el boxeador James J. Braddock que de ser un simple hombre a quien el crak del 29 arruinó y se puso a boxear porque era mejor que trabajar en los muelles para sacar a su familia adelante, llegó a ser campeón del mundo de los pesos pesados tras derrotar a Max Baer, que acababa de destrozar a Primo Carnera.
Esta vez el guion se aleja de lo que acostumbra a rodear a los films sobre el deporte de las 12 cuerdas, de mafias, apuestas y tongos, para centrarse en este hombre para el que lo primero en este mundo era la familia, su esposa y sus tres hijos.
Fue capaz de aceptar una segunda oportunidad, la que se le ofrece después haber perdido su licencia de boxeador tras un combate irregular por haberse roto la mano, y sin entrenarse, como cordero que va al matadero, sube al ring y tras vencer, contra todo pronóstico, se le brinda la ocasión de pelear con el campeón Max Baer, quien había matado a dos rivales en el ring. Pero su fuerza de voluntad y la necesidad de haber tenido que mendigar entre las gentes de su deporte o aceptar la ayuda estatal, le da ánimos para ir al sacrificio por ellos.
Es significativa la escena en la que los irlandeses, con el párroco al frente, se reúnen en la iglesia, no sabemos si para escuchar el combate o para rezar por su alma temiendo lo peor.
Braddock aprovecha esa segunda oportunidad y queda como ejemplo de patriotismo, de moral para la clase obrera y para los suyos.
La puesta en escena logra una estupenda ambientación de los años de la Gran Depresión, de las largas colas del paro, del hambre, de los combates de boxeo, con una notable fotografía y música.
Ron Howard nunca ha sido un gran director, más bien un artesano de Hollywood, que en este caso con un buen y equilibrado guion, aunque no le de el ritmo necesario, es capaz de sacarlo adelante con una gran dignidad, ayudado por el estupendo trabajo de Russell Crowe, bien secundado por Paul Giamatti y Renée Zellweger, esta última en un papel más breve, el de Mae, la esposa, pero no por ello con menor importancia dentro de la historia, aportándole calor y ternura a los hijos así como amor y valor a su marido.
Nominada a 3 Oscar: Paul Giamatti, montaje y maquillaje. Nominada a 2 Globos de oro: Russell Crowe y Paul Giamatti.
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