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CRITICA
Por: PACO CASADO
A Mel Gibson le veíamos recientemente como actor en 'Blood Father' (2016), pero como director no ejercía desde que rodó 'Apocalypto' (2006) y ahora diez años después nos llega con 'Hasta el último hombre' (2016) su quinto largometraje tras las cámaras que se presentó en la Mostra de cine de Venecia fuera de concurso.
Ambientada en la Segunda Guerra Mundial, nos cuenta el sueño de Desmond T. Doss de ser doctor, pero sus escasos estudios no se lo permitieron. Decide entonces, a sus 24 años, alistarse en el ejército a pesar de que su familia se opone y aún sabiendo que sus fuertes convicciones religiosas, ya que pertenece a la Iglesia Adventista del Septimo Día, le impiden empuñar un arma, y de esa forma servir a Dios y a su país.
La negativa a coger un fusil desobedecinedo la orden de sus superiores le lleva a un tribunal militar que le forma un juicio de guerra jugándose el ir a la carcel por ello.
La intención de Doss es ejercer de sanitario y de esa manera, mientras todos se quitan la vida, él intentará salvar al mayor número de hombres heridos que pueda.
Considerado un cobarde por sus compañeros por estar decidido a no matar, entra desarmado en combate con coraje y determinación y salvó a unos 75 soldados, tanto americanos como japoneses, guiado por su fe religiosa, dispuesto a no traicionar a sus principios, centrado en la convicción y esperanza en el ser humano, en un conflicto en el que hubo un cuarto de millón de muertos.
En un pamorma cinematográfico donde imperan los superhéroes en este caso a contracorriente, se nos ofrece la vida de este héroe de verdad, de manera no muy diferente a como sucedió en realidad, que murió en 2007 a los 87 años de edad.
Es la historia real de Desmond Doss un joven militar que sin armas y con la sola defensa de su fe, auxilió a sus compañeros durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en el primer objetor de conciencia en ganar la Medalla de Honor del Congreso norteamericano impuesta por el presidente Truman.
Mel Gibson se suma a los cineastas que denuncian el sinsentido y el horror de la guerra que a pesar de sus contradicciones como persona, como director expone una vez más su talento al llevar la película a un ritmo que hace que no se note su largo metraje pleno del más crudo realismo al denunciar esa auténtica masacre en pos de conseguir la paz.
El 21 de mayo recibió metralla en las piernas y tuvo que esperar cinco horas a que lo encontraran, volviendo del Pacífico con tuberculosis perdiendo un pulmón y se quedó sordo por una sobredosis de antibióticos.
El film tiene dos mitades muy diferentes, en la primera conocemos al chico desde niño, a su familia, con un padre alcohólico y autoritario, que combatió en la Primera Gran Guerra, que se opone a su marcha, su enamoramiento de Dorothy y su entrenamiento militar, mientras que la segunda es básicamente una de las batallas más sangrientas y cruentas que originó la toma de la isla de Ryukyu de Okinawa, realizada con el máximo verismo posible en la que no se ahorra crudeza en las escenas en las que hay sangre, cuerpos destrozados, gritos de dolor, la guerra en estado puro que, como en La pasión de Cristo, tiene unas secuencias que causan un gran impacto por su realismo.
La religión en esta cinta es un factor importante, ya que el protagonista es un hombre muy creyente que se puso en las manos de Dios para realizar la tarea de llevar su palabra al infierno de la guerra donde busca a Dios entre el dolor, la destruccion y la muerte, con unos diálogos muy eficaces.
Una de las frases que define muy bien esta produccion es la que pronuncia uno de sus personajes: "En paz los hijos entierran a sus padres, en la guerra los padres entierran a sus hijos".
Una historia excepcional, potente, emotiva y dura, filmada con mano maestra, cada vez más clásica, que se asemeja a las obras de los grandes especialistas del cine bélico, que nos presenta una de las locuras del ser humano como es la guerra que provoca tanto dolor y drama.
Posee un reparto excelente en el que Andrew Garfield está magistral y en el que destaca la figura luminosa de la australiana Teresa Palmer, sin desmerecer el resto del elenco.
La fotografía de Simon Duggan y la banda sonora de Rupert Gregson-William completan los valores en el apartado técnico.
Nominada como mejor película dramática, director y actor Andrew Garfield a los Globos de oro.
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