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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta es la película 18 como director de Clint Eastwood y el primer melodrama que dirige e interpreta a un tiempo, ya que con anterioridad, había realizado pero no protagonizado, 'Primavera en otoño' (1973), con William Holden y Kay Lenz.
Basada en una breve y al parecer mediocre novela de 171 páginas de Robert James Walker, que se ha suavizado en el guion tanto en el lenguaje como en las escenas de sexo, Clint Eastwood hace su obra más madura y sensible de las que ha dirigido hasta ahora. Si en aquella era el romance de un hombre maduro con una jovencita, aquí es la historia de dos adultos que viven, en 1965, un romance inolvidable que dura tan sólo cuatro días.
Robert Kincaid es fotógrafo del National Geographic. Se ha perdido buscando unos puentes cubiertos que hay en el condado de Madison y llega a la granja donde se encuentra sola Francesca, cuyo marido y dos hijos se han marchado a una feria de ganado próxima.
Ella es de origen italiano, perfecta ama de casa, y encuentra en Robert lo que nunca tuvo en su matrimonio.
Comenzó dirigiendo este film el australiano Bruce Beresford pero por desacuerdos artísticos asumió Eastwood la dirección, lo que le dio ocasión de poner belleza y sensibilidad en este romance casi perfecto que Francesca ha ocultado a sus hijos y a su marido durante toda su vida y que tan sólo descubre tras su muerte en unos diarios junto al testamento.
Esto no es entendido en un principio por su hijos, ya mayores, casados y con crisis en sus matrimonios, pero lo terminan asumiendo y comprendiendo.
La cinta conmueve con sus imágenes, que interiorizan los sentimientos de estos personajes de una manera bellísima, como en la secuencia del baile o la marcha de Robert en la furgoneta, acentuando el suspense y la emoción en la escena de Robert bajo la lluvia, mientras ella junto a su marido, le mira indecisa desde su vehículo.
La película posee algo que no es frecuente hoy día: la candidez como grandeza del alma humana.
Todo el peso del film recae prácticamente en los dos protagonistas, el sobrio Clint Eastwood y la excelente Meryl Streep, por cuyo estupendo trabajo ella está, una vez más, nominada al Globo de oro y al Oscar.
Eastwood no sólo asume la interpretación sino también la dirección y hasta se permite componer el tema central del film, que ya de por sí posee una bonita y adecuada música de Lennie Niehaus y espléndida fotografía de John Green.
Ganó el Fotogramas de plata, el Mainichi y el Kinema Junpo al mejor film extranjero.
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