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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine norteamericano en estos momentos y desde hace ya demasiados años, lo notamos más falto de ideas como lo demuestra el hecho de que cada vez se adaptan más novelas, tebeos de superhéroes o sucesos reales.
Nate Foster es un agente del FBI encubierto que estuvo infiltrado dos años trabajando para detener a un grupo neonazi estadounidense, cuyo plan era crear el caos a través de intentar fabricar una peligrosa bomba radiológica, un trabajo para el que tuvo que adquirir una nueva identidad.
La historia real está basada en las experiencias del agente Michael German, que se mantuvo durante todo ese tiempo introducido entre supremacistas blancos que en todo momento tenía que simular cual era su verdadero papel para no ser descubierto, tratar de ir por delante de las acciones a ejecutar el grupo y demostrarles siempre que su manera de pensar es la misma, pero evitando la forma de comportarse, sobre todo si son actuaciones de tipo terrorista y ganándose la confianza de los dirigentes.
Lo que se nos cuenta es la misión de este joven analista federal que se adentra en el mundo ultraderechista norteamericano y de grupos neonazis con su propia ideología y filosofía adoctrinadora.
En este sentido no es una película de acción sino que humaniza la labor de estos hombres que tienen que usar su ingenio para cumplir su misión y siempre en peligro de ser descubiertos.
El propio Michael German escribe el guion junto al director, cuya historia se apoya con algunas imágenes documentales de manifestaciones para darle más veracidad, pero tiene demasiados tiempos muertos y un final que resulta precipitado en relación a cómo va el resto de la narración.
Daniel Ragussis debuta en la dirección de un largometraje con 'Imperium', al que aporta más oficio que buenas maneras para ser un novato, al que se le nota que le falta la necesaria experiencia y se queda corto para lograr que el ritmo del film no se le venga abajo, como le sucede en muchos momentos de esta historia, que está falta de emoción, aunque no deja de ser por ello una cinta honrada, que no da más de si, haciendo un retrato bastante fiel de cómo son ese tipo de bandas ultras de cualquier ideología o grupos paramilitares racistas.
Como principal intérprete cuenta con un Daniel Radcliffe que se toma muy a pecho su trabajo logrando en muchos momentos ser muy convincente, adoptando una imagen muy lejana a la suya propia, tratando de olvidar los tiempos en que asumía la figura de Harry Potter, pero no da la talla del marine por el que se hace pasar.
Junto a él destaca la figura de Toni Collette como nombre más conocido en un papel muy diferente a los que estamos acostumbrados a verle a esta notable actriz que lo demuestra cuando le dan buenos personajes.
La banda sonora de Will Bates y Simon Raufique logra crear inquietud en cierto momentos del relato, supliendo lo que no se consigue con las situaciones y las imágenes, que abusa de unos nazis que resultan algo grotescos en ocasiones llegando al estereotipo a veces.
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