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CRITICA
Por: PACO CASADO
Tras ser presentada fuera de concurso en el Festival de cine de Berlín e inaugurar el de Málaga de cine en español, llega a las carteleras 'El bar' (2017), un cuento apocalíptico con situaciones absurdas que constituye la última película de Álex de la Iglesia.
Son las nueve de la mañana: un grupo de personas heterogéneo, que desayuna un café en el centro de Madrid, se ven obligadas a encerrarse en el interior del bar ya que un francotirador dispara a todo el que intenta salir.
Uno de ellos tiene prisa y al cruzar la puerta recibe un disparo en la cabeza. Un barrendero abandona su café y sale a ayudarle y también lo matan. Nadie se atreve a socorrerlo, están atrapados y el bar se convertirá en una prisión para ellos.
Las tensiones entre los protagonistas crecerán y, por supuesto, la barra se convertirá en un lugar donde revelan los pecados y las culpas cada uno.
Lo que comienza como una amenaza desde el exterior se va convirtiendo mucho más a lo que todos podrían imaginar.
El mal se instala entre ellos en este thriller coral que a medida que avanza sus personajes se convierten en presas del miedo sacando a relucir sus instintos más violentos y primarios, terminando por darse cuenta de que el mal no está fuera sino dentro de ellos mismos.
El bar es como una metáfora de un mundo en el que todos sospechamos de todos y queremos sobrevivir. La solución sería llegar a un acuerdo pero eso no es fácil, porque habría que reconocer nuestros errores. El miedo es nuestro mayor enemigo.
Es el film número 14 de Álex de la Iglesia en el que hace una mezcla de thriller, comedia y acción dramática con un reparto coral compuesto por ocho actores que plasman la naturaleza del ser humano ante una situación de supervivencia en un bar como escenario y con un grupo variopinto que lucha por sus vidas.
El argumento de unos personajes encerrados en un lugar de donde no pueden salir es algo recurrente en la filmografía del director vasco, como se puede apreciar en algunas de sus últimas cintas y aquí se vuelve a repetir una vez más.
Este tema no es sólo del realizador bilbaíno sino que ya en su momento lo utilizó Luis Buñuel en la surrealista 'El ángel exterminador' (1962), sin que diera ninguna explicación de por qué no podían salir y así ha ocurrido en otros títulos de diversos géneros de distintas cinematografías.
Aquí tampoco se explica el mal que motiva el encierro y los que están dentro hacen diversas hipótesis de lo que ocurre, comenzando a dudar si el mal está entre ellos, en su manera de comportarse, en su propio egoísmo para con los demás, cuando se trata de una situación extrema y peligrosa.
El guion está compuesto a base de capas, como una cebolla, en el que a lo largo de la trama se van exponiendo diversas tesis y las situaciones van cambiando así como las dudas que se ciernen sobre uno u otro de los cautivos y las sospechas que levantan según el momento temporal en el que se encuentran, sacándole mucho partido a las mismas y siempre partiendo de que se trata de una historia convencional cuyos personajes son un reflejo del mundo en el que vivimos.
El director mantiene bien el pulso consiguiendo que a pesar de lo claustrofóbico que resulta su argumento no aburra y mantenga en tensión al espectador todo el tiempo.
El reparto está bien elegido y todos se comportan adecuadamente a las características de sus personajes.
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