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CRITICA
Por: PACO CASADO
A pesar de tener tan sólo cuatro títulos en su aún corta filmografía, Victor Gaviria es uno de los directores colombianos más reconocidos internacionalmente, del que le vimos su segundo título 'La vendedora de rosas' (1998), una interesante película que recibió más de una docena de premios internacionales, que fue la primera producción colombiana en concursar en el Festival de Cannes, a la que siguió seis años después 'Sumas y restas' (2004).
Ahora nos llega la cuarta, 'La mujer del animal' (2016), que de entrada podemos decir que es la otra cara de la moneda de aquella, tanto en su argumento y el tema que trata como a la calidad de la misma.
Amparo es una joven de 18 años que huye del colegio de monjas donde está internada y va a refugiarse a un barrio marginal de Medellín llamado Nueva Jerusalén donde vive su hermana Flor.
Cuando el cuñado la presenta a la familia, el primo Libardo, al que le conocen con el mote de "El animal" por sus bruscas maneras, su delincuencia y forma de comportarse, sin un atisvo de humanidad, queda prendado de ella y a la fuerza la rapta, como en una especie de ceremonial matrimonial, y la hace suya, violándola, obligándola a vivir cautiva como una esclava sexual, recibiendo malos tratos, encerrada en una especie de celda sin más que las cuatro estrechas paredes, hecha de madera y con techo de lata bajo un sol de justicia, donde malvive sin atreverse a escapar por miedo a la represalia.
Sin poder evitarlo Amparo tiene una niña, Dorita, que Libardo quiere arrebatarle.
Un crudo drama en el que se aborda la violencia de género que expone como si fuera un documental.
No se explica la actitud de esta bestia para con esta pobre muchacha a la que únicamente quiere para el placer sexual a la fuerza, como si fuera un sumiso animal al que apenas le da de comer o de beber, ante cuyo maltrato y atrocidades la comunidad silencia por miedo sin hacer nada para evitarlo.
Colombia es uno de los países iberoamericanos que tiene una producción de films escasa de la que cada año vemos alguno en el Festival de cine de Huelva y generalmente todos suelen tener mal sonido, además de la dificultad de los modismos en su forma de hablar, máxime si se trata de un barrio marginal, con gente de mal vivir, sin educación, ni cultura, que trafican, beben y se drogan, cuyo léxico no sale de expresiones como "perra malparida", "hijaeputa", "guebón", etc. como ocurre en esta cinta con una historia redundante en situaciones, con unos diálogos que no se entienden, necesitados de subtítulos, con un argumento que no avanza, que se hace repetitiva y demasiado larga para no decir apenas nada más que la denuncia del maltrato a la mujer, la miseria y la violencia que hay en esos barrios marginales colombianos del extrarradio de las grandes ciudades, donde viven en condiciones infrahumanas de dignidad y de higiene, donde la ley es la del más fuerte, la policia ni aparece para poner orden y hacer justicia.
El pobre guion, aunque cuenta una historia de ficción, está inspirado en hechos reales ocurridos en los años 70 en el que se refleja la violencia contra las mujeres, mal contado, de forma desordenada en el uso de las elipsis para expresar el paso del tiempo, etc.
La buena intención en denunciar una situación que sigue igual, se le vuelve en contra en la manera de contar lo peor de la naturaleza humana.
La película está interpretada por actores no profesionales y para ser así está muy bien Natalia Polo en el papel de Amparo.
Premio mejor direccion y montaje en el Festival de Málaga.
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