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CRITICA
Por: PACO CASADO
En una casa de madera en medio de un bosque vive una familia compuesta por Paul, el padre, profesor de historia, Sarah, la madre, y Travis, el hijo, un joven adolescente de 17 años.
El padre es sobreprotector de la plaga que pone en riesgo a la humanidad, cuando Will, un simple mecánico de clase obrera, se cuela en la casa pidiendo agua para los suyos.
Convence al padre y deja entrar a Kim, su mujer, y a su hijo pequeño Andrew. Al comienzo de esta historia ha muerto el abuelo, debido a la enfermedad, por lo que se ponen máscaras antigás cuando salen al exterior para enterrarlo y nunca van solos.
Pero la buenas intenciones para con los recién llegados terminarán en la desconfianza y sembrando el pánico.
La película explota no sólo los miedos a lo que pueda venir del exterior sino también los que llevamos en nuestro interior en un sentido de autodefensa representado principalmente en Travis que lucha contra su subconsciente constantemente.
Entre el miedo y el thriller psicológico cabalga este film en el que la citada familia tendrá que hacer frente a una presencia maldita que les atemoriza encerrados en el interior de la casa en la que viven, junto con la otra familia acogida.
Es el segundo largometraje del director norteamericano Trey Edward Shults, que debutó con 'Krisha' (2015), que no se vio en España, en el que mezcla realidad con sueños de pesadilla.
Hay que decir que no es una cinta de terror como se ha querido vender en el trayler, lo que resulta engañoso y provoca el descontento, sobre todo de los espectadores jóvenes que piensan que les han estafado al no ver lo que esperaban y evidentemente les decepciona.
Es más bien un drama de un grupo de personas haciendo frente a una adversidad que como dice el padre en algún momento "no se puede confiar en nadie más que en la familia" y nosotros añadimos que a veces ni en ella.
Es una historia de supervivencia extrema en un mundo donde un virus está afectando a la sociedad y a esa familia que se encierra en su casa para aislarse y aparece otra pidiendo refugio y evitar juntos la contaminación exterior.
Ese miedo a lo que pueda venir de fuera es lo que provoca la tensión pero no hay sustos, ni las situaciones que se esperan tras ver el trailer.
Es una película psicológica independiente, realizada con cinco millones de dólares, que trata de exponer que cuando el ser humano llega a determinados límites de claustrofobia reacciona y actúa con violencia sacando de dentro lo peor de sí mismo.
Al espectador le falta información, datos de qué es lo que ha provocado esa situación, ni cómo está fuera de la casa, ni sabe de la existencia de otras personas, ni cómo se llega a contraer el contagio, ni qué lo ocasiona, ni hay presencia de los medios de comunicación que informen de ello, ni cómo obtienen los alimentos. Es una visión muy pesimista de una supuesta situación apocalíptica en la que el abrupto desenlace decepciona aún más ya que deja al espectador sin saber qué ha pasado finalmente y muchas preguntas en el aire.
El minimalista guion, del propio director, se inspira en la muerte de su padre con el que hacía tiempo que no se hablaba al que asistió en su lecho antes de fallecer debido a una adicción.
En algunos momentos mueve la cámara como indicando que algo va a pasar y no ocurre nada, lo cual es engañoso para el espectador.
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