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CRITICA
Por: PACO CASADO
Su estreno tuvo lugar en el pasado Festival de cine de San Sebastián, en la sección oficial fuera de concurso, donde ya sorprendiera con su ópera prima 'La herida' (2013) y ahora llega a las carteleras este segundo largometraje del sevillano Fernando Franco, Morir (2017), un drama hondo y riguroso donde le planta cara a la muerte.
Las vidas de Luis, músico, y Marta, empresaria, se ven abruptamente paralizadas, durante unas vacaciones en el norte español, cuando él le comunica a ella que le había mentido, que las pruebas que le habían hecho no eran buenas, sino todo lo contrario.
Se descubre así que él padece un cáncer terminal, del que se resiste a ser tratado, y ella lo deja todo para ayudarle.
Las mentiras, la culpa y el miedo, ponen a prueba la estabilidad, el amor y el sacrificio de la pareja ante la terrible noticia y la grietas que se producen en su relación íntima ante el deterioro físico y moral debido a la enfermedad y frente a la inminencia de la muerte.
Es una película dura, conmovedora, muy realista, incómoda de ver para el espectador por el tema que expone, ya que describe el retrato de una agonía, aunque cinematográficamente está muy bien planteada, con algunas elipsis de guion que en principio se nos escapan, porque no mide bien el tiempo transcurrido o no nos lo hace ver de manera más evidente.
El cine de Fernando Franco no admite paliativos, hay que admitirlo así, sincero, de una forma realista que no deja lugar a la discusión, ni engaña a nadie, ya lo dice todo el título.
Está muy bien contada, disponiendo de un escaso presupuesto, llevada a cabo básicamente con dos actores, dirigidos por Fernando Franco, el director de 'La herida' (2013), con la que consiguió el Goya a Marian Álvarez y él el de mejor director novel, y posiblemente gane algunos premios más con éste segundo trabajo sobre el dolor, la enfermedad, el sacrificio y la abnegación.
El guion, que ha sido escrito por Franco en colaboración con Coral Cruz, está basado en la novela de igual título del autor austriaco Arthur Schnitzler en una adaptación muy libre, pero intenta captar el espíritu de la obra cuya intención era mostrar los sentimientos de una pareja que le llevan a una degradación física y psicológica en su relación ante una situación límite.
Es original en el planteamiento que se ha hecho, ya que en lugar de poner el foco sobre el enfermo prevalece el punto de vista de ella, a la que la cámara la sigue, la mima, muestra cómo llora en silencio y tiene dudas ante la situación que ha de afrontar.
Marian Álvarez y Andrés Gertrudix son pareja en la vida real, lo que posiblemente haya hecho más fácil la compenetración de ambos a la hora de mostrar los sentimientos ante tan difícil trance y a los que esperamos no les haya afectado tener que vivir un trago tan duro, aunque sea sólo para la pantalla.
Film interesante, pero triste y difícil para el espectador, sin caer en el melodrama y en la sensiblería, aunque a veces abusa de los diálogos en lugar de hablar con la imagen, dejando algunos aspectos a la interpretación del público, con momentos muertos que dan pie a la reflexión.
Marian Álvarez es una de las mejores actrices jóvenes de nuestro cine, aunque el trabajo de los dos es excelente.
Cinta nada comercial pero cine natural de calidad.
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