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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las relaciones amorosas que mantuvieron durante los años 1832/34 entre París y Venecia la novelista George Sand (seudónimo de Aurora Dupin, baronesa Dudevant) y el poeta Alfred de Musset, le sirve a la directora Diane Kurys para hacer esta película que contiene la apasionante historia de amor que ambos llevaron a cabo durante ese período romántico del siglo XIX y que influyó en las obras que ambos escribieron en ese tiempo y después de su ruptura. Ahí quedan Las confesiones de un hijo del siglo, Lorenzacio, Ella y él, etc.
Una de las cosas más difíciles de conseguir en estos films de época es la ambientación, los decorados, el vestuario e incluso la caracterización psicológica de los personajes, que son vistos con los ojos de nuestro tiempo y a veces no se sitúan en su contexto. George Sand fue una mujer muy adelantada a su época, fumaba, tenía una vida pública, dos hijos y abandonado al marido. Amaba a un hombre más joven que ella y eso escandalizó a la puritana sociedad de su época. Después se enamoró de Chopin en Mallorca.
En este caso el romance amoroso se dio por partida doble, ya que Juliette Binoche y Benoît Magimel lo llevaron a cabo también en la vida real y obtuvieron el fruto de un retoño. La pasión se nota también en la pantalla en los personajes, estupendamente encarnado por Julien Binoche y bien seguida por Benoît Magimel.
La impecable puesta en escena logra una buena reconstrucción histórica, pero resulta algo fría y el guión reiterativo a pesar de que le faltan 18 minutos con respecto a la versión original francesa. Filmada con corrección y con adecuada música de Bacalov junto a temas de Chopin, Liszt, Schumann, etc.
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