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CRITICA
Por: PACO CASADO
En multitud de ocasiones se ha dicho que el cine español tiene en nuestra historia y en nuestra literatura, la mayor cantera de argumentos para poder llevar a la pantalla.
En esta ocasión aunque no haya sido basado en la literatura del siglo de oro, pero si están ambientadas en ese momento las aventuras del capitán Diego Alatriste, un personaje inventado por Arturo Pérez Reverte que vio la luz en 1996 al publicarse la primera de las cinco novelas que lo tienen como principal protagonista y de las que se han vendido ya más de cuatro millones de libros.
Es la típica figura del aventurero que trata de sobrevivir entre batalla y lance, una especie de asesino a sueldo, un mercenario, que es contratado con frecuencia por los intrigantes personajes de la corte de Felipe IV, un rey pelele manejado por el todopoderoso Conde Duque de Olivares, con el respaldo de la Inquisición.
Una corte en la que las intrigas y la corrupción dieron al traste con el imperio español extendido por todo el mundo.
En la primera novela, 'El capitán Alatriste', está luchando a las órdenes del rey en los Tercios de Flandes cuando en una emboscada pierde a su mejor amigo, Balboa, quien le pide antes de morir que cuide de su hijo ╓ñigo aún de corta edad y le aleje del ejército.
Así comienza esta historia en cuyo guion Agustín Díaz Yanes ha tratado de meter episodios de cada una de las novelas, a lo largo de los cuales Íñigo va creciendo al tiempo que van apareciendo en escena otros interesantes personajes reales de nuestra historia, como Quevedo, mezclados con los de ficción como los amigos de Alatriste, Garrote, Copons, enemigos como Malatesta, su amante la actriz María de Castro o Angélica Alquézar, de la que se enamora Íñigo.
Ese es a nuestro entender el mayor defecto de esta estupenda película, el guion, que yuxtapone un episodios a otro sin una narrativa dramática que haga subir el interés, sino que se mantienen en un tono plano, aunque interesante a lo largo y ancho del extenso relato que a pesar de todo está llevado a buen ritmo, que hace se vea con intensidad y sin perder la atención a pesar de que algunas intrigas palaciegas están cogidas con alfileres y no explicadas debidamente.
La costosa producción, la más cara del cine español hasta este momento, tiene la virtud de una extraordinaria reconstrucción de la época en múltiples localizaciones reales y en vestuario.
Hay escenas y episodios bélicos que son auténticas reproducciones de cuadros de la época con la luz y la atmósfera de un Velázquez, matizados en su colorido, mérito de Paco Femenia, director de fotografía, y perfectamente ambientados en lo musical por Roque Baños que construye una gran partitura.
Agustín Díaz Yanes, con una rigurosa dirección, saca buen partido del gran elenco de actores de primera línea del cine español que tiene a sus órdenes, comenzando por la apostura de Viggo Mortensen que hace además un gran esfuerzo por no ser doblado, aunque choque un poco su apagada y triste dicción, de Javier Cámara como el Conde Duque o de Juan Echanove como Quevedo y en las féminas la mejor a nuestro gusto Ariadna Gil.
Un gran fresco de nuestra historia con la excusa de unas entretenidas aventuras de este inquietante y sombrío personaje. Un desafío grande del cine español que lleva a cabo Díaz Yanes con gran realismo que era importante afrontar.
Premio India Catalina de oro a la mejor dirección en el Festival de Cartagena. Goya a mejor direccion de producción, dirección artística y vestuario.
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