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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine francés ha hecho de unos años a esta parte una serie de comedias populares que han tenido un gran éxito y parece que quiere continuar con la racha, pero no siempre se acierta a dar con el punto exacto de comicidad y por ende de comercialidad.
Algo así le ha ocurrido a 'Con los brazos abiertos' (2017) de Philippe de Chauveron, que tras su enorme triunfo de 'Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? (2014), protagonizada por Christian Clavier, ha querido repetir y probar suerte de nuevo con él, habiendo obtenido más de un millón de espectadores en el país vecino francés, pero creemos que no está lograda esta vez.
Jean-Etienne Fourgerole es un burgués, profesor universitario, aunque él prefiere ser reconocido como un intelectual de izquierdas, escritor y humanista, que está casado con Daphné, una rica heredera, que acepta el reto de aplicar lo que aboga en su nueva novela, 'Brazos abiertos'.
Acomodado en una vida de lujo gracias a la gran fortuna de su joven esposa, sigue reivindicando su pasado como militante de izquierda.
Un día en un debate televisivo sobre inmigración con un autor ultraderechista, se ve obligado a prometer acoger y albergar en su casa a cualquier rumano que se presente el primero, pero en su lugar lo hace toda una numerosa familia, exigiendo que cumpla la palabra dada, y no tiene otro remedio que admitirlos en su jardín, caravana incluida y hasta un cerdo, para no desdecirse de lo que pregona en su libro con la idea de hacer aumentar las ventas del mismo.
Philippe de Chauveron sigue hablando de racismo, de inmigración, ahora con esta comedia de estereotipos que tanto gusta a nuestros vecinos del norte, aunque en esta ocasión la ácida caricatura que hace de los inmigrantes gitanos rumanos, con un aparente humor inofensivo, sin embargo ha levantado polémica en Francia, a pesar de que los espectadores se ríen no de ellos, sino del personaje que los representa, un tanto exagerado en esta ocasión.
El guion es más tosco y más obvio que el de su película anterior, lleno de tópicos y clichés, utilizando el trazo grueso, que se salva por algunos momentos en los que los actores hacen que las situaciones funcionen, entre otros del gesticulante Christian Clavier o Ary Abittan en el papel del gitano cabeza de familia; en otros sin embargo resulta un film torpe que en muchos momentos no hace reír para nada, no tiene gracia, por mucho que se ría de la hipocresía de los ricos, que generalmente funciona; a pesar de ello ha tenido una gran acogida en Francia.
La cinta deja la sensación de ser un chiste alargado que va demasiado lejos y no por transgresor, sino por todo lo contrario. El humor bebe de los endémicos males de la sociedad como el egoísmo y los prejuicios raciales que se aprovecha de las buenas intenciones.
Una película que tiene la idea de llamar la atención sobre el racismo y la hipocresía que existe en nuestra sociedad pero no acaba de lograrlo.
Es el séptimo largometraje que dirige Philippe de Chauveron y segundo que le vemos en España, que a pesar de tener ya una experiencia en la comedia, no acierta aquí a darle el ritmo que necesita una producción de este género.
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