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CRITICA
Por: PACO CASADO
La saga de terror 'Saw' regresa ocho años después de 'Saw VII 3D' (2010) bajo la dirección esta vez de los hermanos Michael y Peter Spierig con 'Saw VIII' (2017), con nuevos juegos sangrientos en los que se verán envueltos las cinco víctimas protagonistas a los que la verdad les hará libres.
En paralelo, la policía descubre que alguien está llevando a cabo asesinatos con el mismo patrón que el criminal conocido como John Kramer, alias Jigsaw, que supuestamente murió hace diez años (en Saw III).
El juego vuelve a comenzar cuando aparecen cuerpos repartidos por la calles de la ciudad, asesinado de la forma más brutal y espeluznante, y todas las sospechas señalan como culpable al famoso homicida John Kramer, algo que es imposible, a menos que haya escapado de la muerte.
Las cinco nuevas víctimas tendrán que hacer frente al terror que supone el tétrico entretenimiento de Jigsaw, amante de los sangrientos juegos mortales, como castigo por sus delitos.
Al mismo tiempo tiene lugar una investigación policial en colaboración con los forenses para capturar al asesino.
La saga 'Saw' tiene el récord Guinnes de ser la más taquillera del género, ya que sumando el presupuesto empleado en las siete primeras no supera los 75 millones de dólares y la recaudación total en cambio es de más de 900.
El guion tiene como premisa que los cinco personajes elegidos esta vez han cometido algún delito o un error que ha causado la muerte a alguien y el hecho de haber sido apresados es para que confiesen sus culpas.
Los dos directores le dan esta vez un aire de thriller de suspense, tensión y sadismo, con las habituales sorpresas argumentales y la emoción de descubrir al psicópata asesino que ha creado nuevas imaginativas trampas en terroríficos escenarios.
La saga del sádico asesino, que se llama Jigsaw, plantea las dudas de si ha resucitado o es que alguien le está imitando actuando de la misma forma.
La policía se queda sin pistas o las que surgen no les sirven de nada porque todas apuntan al criminal fallecido.
Los hermanos Spierig, que llevan dirigidos tres largometrajes, son no obstante nuevos en la saga 'Saw' que con este octavo capítulo realizan el cuarto título de su filmografía.
A pesar de ello cuentan con la ayuda de algunos nombres que ya intervinieron en varias de las entregas precedentes como es el caso de Charlie Clouser en el capítulo de la banda sonora o Kevin Roiter que fue el montador de las cinco primeras y dirigió la sexta y la séptima que aquí vuelve a encargarse del montaje.
El resultado es un episodio más de la serie ya que ninguno ha logrado superar hasta ahora al original de James Wang.
Lo que sí tiene en común con todos los demás es el ingenio y la imaginación a la hora de elegir los mecanismos en los que se ven atrapadas las víctimas antes de ser ejecutadas de manera original, manteniendo el tono sangriento con el sabor amargo y desagradable que impregna toda la serie.
Continúan las trampas, sus improbables giros de guion y encaja sin desentonar con sus predecesoras sin alejarse de la fórmula, por lo que no sorprende a los que ya vieran alguna de las siete entregas anteriores.
No cabe la menor duda de que satisfará a los adictos al género de terror, que son muchos, pero la falta algo de novedad para atraer a nuevos fans.
Como sucedía con las otras la mayor parte de la acción se desarrolla de noche o en lugares con poca luz, lo que hace que a veces sea difícil ver con claridad lo que ocurre.
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