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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine cada vez va descubriendo nuevas técnicas y últimamente le ha tocado al apartado de la animación, no ya por ordenador o con la captura de movimientos, sino que además en este caso se atreve a pintar las imágenes reales al óleo con las técnicas del pintor holandés protagonista de esta historia en una tarea ingente que es de alabar, pero cuyos resultados no son todo lo satisfactorios que debieran para el gran esfuerzo realizado.
El pintor ha sido objeto de películas anteriores como 'El loco del pelo rojo' (1956), de Vincent Minnelli, 'Los sueños de Akira Kurosawa' (1990) de Akira Kurosawa, 'Van Gogh' (1990), de Robert Altman, o 'Van Gogh' (1991), de Maurice Pialat.
El film, realizado al óleo, no es un biopic, simplemente repasa los últimos días y la trayectoria del pintor holandés Vincent Van Gogh, cuya obra no fue muy reconocida mientras vivió, ya que tan solo vendió un cuadro en vida de los 800 que pintó.
El cine lo trae ahora de regreso mediante más de 120 cuadros, representados parcial o totalmente, y más de 65.000 fotogramas pintados a mano imitando la técnica y el estilo característico del pintor por 125 artista, de entre los 5.000 de todo el mundo que quisieron participar, durante muchos años de trabajo.
Rodada con actores y después pintada con el estilo empleado por Van Gogh, su técnica y sus colores, así como los personajes que son los que figuran en sus cuadros.
Es bonito y original, pero no es la primera que se hace de este estilo, aunque tal vez sí en cuando a la materia empleada para pintar los fotogramas, el óleo.
Vincent Van Gogh comenzó a pintar cuando tenía 28 años, siempre apoyado por su hermano Theo que le ayudó a trasladarse a París donde se codeó con otros pintores como Monet, Toulouse, Signac, Bernard, Manet, etc. y en ocho años se convirtió en un auténtico maestro, siendo considerado, a posteriori, el padre del arte moderno.
Antes de su supuesto suicidio en Auvers-sur-Oise, tras permanecer dos dias entre la vida y la muerte, se encontraba sumido en la miseria y la depresión al ver que su obra era incomprendida y su amor no correspondido.
Dos años después de la muerte del pintor el cartero del artista, Joseph Roulin, le encarga a su hijo Armand que busque a Theo, su hermano, que fue su sostén económico, para entregarle una última carta del difunto.
El muchacho va a conocer a diversas personas que entraron en contacto con el maestro, entre otras a Adeline Ravoux la hija de los dueños de la pensión donde se alojaba, al Dr. Paul Gachet y a su hija Marguerite, médico que le asistió tras su intento de suicidio hasta que murió dos días después, y descubrirá tanto algunos aspectos desconocidos de su vida como las circunstancias de su fallecimiento que ayudan a hacer un perfil un tanto incompleto de sus últimos días.
Theo murió seis meses después que su hermano a causa de la sífilis que padecía.
Es la misma estructura policiaca, llena de flash backs en blanco y negro, de la búsqueda de alguien desaparecido sobre el que se van descubriendo diversos aspectos y básicamente lo que intenta es saber cómo era en realidad Van Gogh y cómo murió, si realmente fue un suicidio, aspecto sobre el que se especula sobre todo en los metros finales de la cinta ya que no es muy lógico dispararse para ello en el estómago en lugar de la cabeza o el corazón.
En principio se pensó esta historia para hacer un corto, pero como largometraje de animación resulta un poco alargado a pesar de su duración normal y se centra más en la técnica empleada que en la convencional narrativa, tratando de sorprender al espectador.
La directora polaca Dorotea Kobiela y el realizador inglés Hugh Welchman son los responsables de esta impactante obra que posiblemente interese más al estudioso de la pintura y en concreto del pintor neerlandés, que al aficionado al cine.
Premio del público en Annecy. Mejor película de animación en los premios del cine europeo. Goblet de oro en el Festival de Shanghai. Nominada al Globo de oro y al Bafta como film de animación.
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