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CRITICA
Por: PACO CASADO
No comprendemos cómo el público sigue asistiendo a este tipo de películas y cómo los distribuidores continúan importándolas. Vista una vistas todas. Porque siempre tienen la misma fórmula, corta de ideas y por ello también toda la trama argumental de la historia.
Se trata simplemente de exhibir las facultades físicas y excepcionales dotes de luchador del protagonista, Santo, el enmascarado de plata, y para ello se nos da en dosis masivas varias sesiones de lucha libre, alternadas con alguna que otra canción interpretada por los componentes de la Sonora Matancera.
Pero entre col y lechuga, ya que hay más puñetazos también fuera del cuadrilátero de las doce cuerdas. Por supuesto ni que decir tiene que todo ello va enlazado con una simple y leve anécdota policiaca que por demás es totalmente increíble.
Pero el agravante de toda esta repetición no termina ahí, sino que también las posiciones de la cámara, la colocación de los actores dentro del cuadro, la planificación, todo, es manido y falto de inteligencia, tanto en las escenas de lucha libre como en las de las canciones.
Las tomas se hacen siempre desde el mismo ángulo de cámara con ligeras variantes, el público resulta igualmente el mismo, a pesar del cambio de velada, de combate o de contrincante y día.
La fotografía, parece un síntoma general del cine mexicano, es mala, resultando deficiente sobre todo en los blancos, ya que resulta quemada en muchas de las tomas. La música y las canciones denotan una clara antigüedad.
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