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CRITICA
Por: PACO CASADO
El western, como género, se resiste a desaparecer y de cuando en cuando surge algún brote, aunque cada vez tenga menos apoyo popular ya que las nuevas generaciones de espectadores apenas si lo conocen más que por las viejas películas que se pasan en los canales de televisión.
Este nuevo film, aunque producido por el cine americano, resulta atípico, ya que está dirigido por un director de apellido europeo y protagonizado por dos buenos actores irlandeses.
En efecto es una de las pocas incursiones a la gran pantalla del director David Von Ancken, habitual realizador de series de televisión, con este western rodado en 45 días que narra la historia de dos ángeles caídos que luchan el uno contra el otro en el cielo (las montañas) y el infierno (el desierto).
La historia hasta puede resultar tópica, como se ha dado con mucha frecuencia en el western, la de una venganza, generalmente debida a una muerte que alguien ha de pagar con su vida por el delito cometido.
Aquí es el enfrentamiento de dos hombres, dos soldados, cinco años después de haber terminado la Guerra de Secesión americana, un oficial confederado, el Coronel Morsman Carver, con un grupo de pistoleros, persigue a Gideon, un oficial del ejército del norte, que ha de emplear todos los recursos a su alcance para resistir a sus balas, a las inclemencias del tiempo, desde la nieve al tórrido sol del desierto y la implacable sed.
Ambos han quedado destrozados y enfrentados por la guerra.
Dos hombres que podían ser amigos pero tienen ideologías diferente y militan en bandos opuestos, lo que les hace rivales y enemigos en lo personal por el asunto que media entre ambos.
Se trata de una cinta del Oeste con toques clásicos que la acerca a las numerosas producciones del género que se realizaron en la década de los años 50 y que se nutre de la bella fotografía de John Toll.
Apunta una reflexión acerca de lo destructiva que es la guerra y la huella que deja en los hombres que intervienen.
El guion nos ofrece acción constante, pocos diálogos, tensión psicológica lo que unido al incierto final, son puntos fuertes de esta película junto al cambiante paisaje que se convierte en un personaje más de la historia, sin olvidar la buena labor de Liam Neeson y Pierce Brosnan (este último sustituyó a última hora a Richard Gere), que ejecutan con convicción.
En cambio la breve presencia de Anjelica Huston en un personaje simbólico, casi surrealista, resulta innecesaria, aunque puesto para justificar un final que deja insatisfecho.
La dirección de David von Ancken es bastante sólida para ser una ópera prima, con una puesta en escena honesta, con momentos de tensión y suspense interesantes y nada despreciable gracias a su experiencia en series televisivas.
A pesar de la espectacularidad del elenco pinchó en la taquilla pasando casi desapercibida.
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