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CRITICA
Por: PACO CASADO
Estamos ante una película de submarinos y el género tiene ilustres antecedentes en títulos como 'Torpedo' (1958), 'El submarino' (1981) o 'Duelo en el Atlántico' (1957), de la que por cierto dos marineros discuten sobre quien la interpretaban: eran Robert Mitchum y Curt Jurgens.
Un submarino nuclear norteamericano es atacado por un desequilibrado nacionalidad ruso que desea provocar la Tercera Guerra Mundial y pierde contacto por radio con su base.
Solamente les queda parte de un último mensaje que el veterano capitán Ramsey interpreta como una orden de lanzamiento.
Aquí se establece la rivalidad entre el comandante de la nave y su segundo, por él elegido al comienzo del film, por una cuestión de reglamento cuando están a bordo y en un momento crítico.
Esto hace que se llegue al motín y a la rebelión, por una discusión al aplicar técnicamente las ordenanzas sobre si disparar unos torpedos sin confirmar la orden, cuando una facción del ejército ruso se ha independizado y está a punto de poner al mundo a los pies de una Tercera Guerra Mundial, nuclear en este caso, que es más grave.
En el fondo los dos están de acuerdo, pero no en el método a aplicar, cuando de confirmar una orden se trata al haberse interrumpido la comunicación o esperar a establecerla.
Los dos personajes son de una pieza, con sus matizaciones.
El veterano que sabe más por viejo y por su propia experiencia, enfrentado a un joven cuyos conocimientos proceden de la academia y al que le falta veteranía.
Ambos quieren el bien de su patria, en lo que coinciden, pero también tienen su propio orgullo y pretenden llevar razón.
Al final todo se arregla satisfactoriamente, como era de prever. Esto da lugar igualmente al enfrentamiento interpretativo, con un magnífico duelo entre los dos protagonistas, Gene Hackman y Denzel Washington que se convertiría en el actor fetiche de Tony Scott en los siguiente títulos de su carrera.
Un guion original de Quentin Tarantino, aunque no aparece en los títulos de crédito pero cuyo toque se nota, sobre todo en los diálogos, bien estructurado mantiene el suspense y el interés durante todo su extenso metraje.
Hay que destacar que la marina de los Estados Unidos encontró la trama dudosa e inexacta, por lo que decidió no proporcionar asistencia durante el rodaje.
Por contra sus homólogos franceses sí que cooperaron permitiendo el acceso a uno de los submarinos de misiles balísticos y a un portaaviones.
Se trata de un tenso drama bélico con la impecable y enérgica realización del comercial Tony Scott que hace que la cinta se pase sin sentir a pesar de desarrollarse prácticamente toda en el interior del submarino.
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