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CRITICA
Por: PACO CASADO
Nos resulta difícil hacer la crítica de esta película en la que habría que substraerse en lo que respecta a Sevilla, sus tradiciones, suidiosincrasia y sobre todo su Semana Santa.
Mateo Gil llega a la dirección con el bagaje de un triunfal corto, multipremiado en festivales, 'Allanamiento de morada' (1998), y el ser coguionista de los dos films de su compañero y amigo Alejandro Amenábar, a quien en compensación ha pedido que le haga la música de su ópera prima.
El director elige para su debut una novela polémica, que levantó ampollas en determinados círculos sevillanos por estar ambientada en la Semana Santa.
Hace un guion que adapta libremente la obra, cambia nombres de cofradías e iglesias para evitar problemas y aunque la acción se desarrolla en Sevilla, esa no es su Semana Santa.
Ha arriesgado al conservar o añadir (desconocemos el original literario) frases e imágenes que pueden herir suceptibilidades y creencias muy arraigadas en el pueblo sevillano.
Maneja bien la ciudad sin llegar a la estampita aunque sean inevitables los lugares universales de nuestra geografía sevillana.
En el aspecto argumental se monta un monumental juego de rol llevado a cabo por un demente, que se cree el demonio, en el que implica a un joven escritor en crisis que mientras tanto se gana la vida inventando crucigramas para un periódico local.
El guion está bien tramado con un argumento complicado pero clarificador, que lleva al protagonista por los caminos de la emoción y el suspense, logrando captar la atención.
Hay momentos, no obstante, poco creíbles, como la posibilidad de entrar en las iglesias a cualquier hora y más en los días previos a la salida procesional de las cofradías en los que los hermanos casi no se retiran de los pasos con la preparación y adorno de los mismos.
Y el remate es el final, que es de lo menos creíble que nadie se pueda esconder debajo de un manto de virgen de la forma que lo hace uno de los protagonistas.
El resto del argumento funciona y de forma inteligente, aunque se podían haber evitado los detalles apuntados y buscar otras soluciones.
En cuanto a los actores bien Eduardo Noriega, mejor Jordi Mollá y correctos el resto.
La música de Amenábar es adecuada al género de la cinta aunque suene a ya oída.
Y en la dirección Mateo Gil no parece un novato.
Goya a los mejores efectos especiales.
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