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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cuenta la historia de Marshal William, un agente de la ley destinado a una remota colonia minera, asentada en una luna de Júpiter, que debe investigar la muerte de varios trabajadores en unas extrañas circunstancias.
Aunque las comparaciones son odiosas, es inevitable acordarse de 'Solo ante el peligro' (1952) al ver esta película, ya que son muchos los puntos de coincidencia, pero distintos en el ambiente, el motivo, la época y el lugar, trasladando la acción del Oeste original al espacio exterior dotando al film de un tono oscuro y pesimista haciéndolo reposar más en el trabajo de los actores que en los efectos especiales.
Bill ha sido nombrado jefe de seguridad de un complejo minero situado en un satélite de Júpiter.
Su esposa huye de allí con su hijo harta de padecer destinos fuera de la Tierra.
Bill se enfrenta a otro problema: una larga serie de muertes al parecer debido a la locura que, sin embargo, sólo se producen desde hace unos meses.
Aquí es también un sheriff el que se enfrenta a unos bandidos y a la hora de buscar ayuda tan sólo la tiene en una mujer que, aunque arisca y protestona, confía fielmente en él.
Naturalmente el lugar es distinto, ya que esto ocurre en Io, una luna volcánica de Júpiter, donde unos mineros extraen titanio, a los que les dan una droga que los revitaliza para producir más, pero les vuelve locos.
Unos desaprensivos introducen algo en la droga que a la larga los pone enfermos.
Lo que podía haber sido únicamente una producción de aventuras o una cinta de ciencia ficción, transciende por la temática y la profundidad con que Peter Hyams ha tratado el tema, cineasta que se mueve como pez en el agua en los géneros de acción y en la ciencia ficción como ya lo demostró en 'Capricornio Uno' (1977) y en '2010: Odisea Dos' (1984).
Ha llevado su realización con rigor, así como el uso del decorado y las situaciones, ya que conoce bien este género.
No decae en su ritmo y saca notable partido de los actores con una formidable Frances Sternhagen como la doctora Marian Lazarus.
Como curiosidad es una de las primeras apariciones en los créditos del director de fotografía Stephen Goldblat, sin embargo su trabajo se limitó sólo a figurar, pues quien tomó las riendas de la fotografía fue el mismo Peter Hyams, como es habitual en sus películas.
Y es que el cineasta únicamente quería contratar a un joven, a quien echar las culpas si fallaba el entonces novedoso sistema de IntroVisión, una técnica que permitía filmar la acción en tiempo real y después superponer cualquier elemento ya grabado detrás.
No olvidemos 'Capricorio uno' (1977) donde igualmente nos proponía una hipótesis interesante: que el viaje a la Luna hubiera sido una ficción norteamericana.
Está llevada a buen ritmo, que no decae y saca notable partido de los actores y de los avances técnicos que ambientan perfectamente esta historia logrando un producto ciertamente interesante.
Nominada al Oscar al mejor sonido. Premio a Frances Sternhagen de la Academia de Ciencia ficción.
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