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CRITICA
Por: PACO CASADO
Keops, el gran faraón de Egipto, tras una larga serie de ininterrumpidas victorias, que le han proporcionado un fabuloso botín, decide construir una tumba que sea imposible de ser violada en la que descansará junto a sus más valosos tesoros.
Uno tras otro van siendo desechados los proyectos que le presentan sus arquitectos.
En la corte de Keops sufre cautividad el arquitecto Bashtar, maestro único en su oficio y él va a ser el que, bajo la firme promesa de su libertad y para los suyos, prisioneros en Egipto, una vez terminado el trabajo de ls construcción y levante así la gran pirámide funeraria, la más alta del mundo conocido.
El arquitecto acepta, pero a condición de que su pueblo sea liberado una vez que termine el trabajo.
Pero mientras se realiza la construcción, el monarca queda prendado de una bellísima pero malvada princesa Nellifer, que tiene sus propios planes para sus riquezas, de la que se enamora y con la que termina casándose.
Por primera vez el cine de Howard Hawks se trasladó al antiguo Egipto, utilizando para ello el formato Scope, para narrar, a lo largo de tres decenios, la construcción de la pirámide de Keops.
En esta película se distinguen claramente dos partes: una documental y la otra argumental.
Si vemos sólo la primera, el film es perfecto, pero si tenemos en cuenta la segunda resulta más mediocre.
Es maravilloso contemplar cómo se recrea la historia y se nos transporta al Egipto fastuoso de los tiempos de esplendor de los grandes faraones cuando se construían los enormes túmulos funerarios que eran las famosas pirámides.
Hawks reconstruye fielmente el ambiente de la época y nos hace vivir la tremenda aventura humana de la edificación de los célebres monumentos de granito.
Es como una especie de documental rodado siglos después por hombres de otro país que conocieran aquellos tiempos por las páginas de los libros de historia.
El director mueve las masas con gran maestría y con un realismo sobrecogedor en esta fantasía que es una de sus cintas más conocidas.
En la segunda parte decae el interés convirtiéndose en una película de buenos y malos, aunque en los metros finales vuelve a recobrarlo.
Tiene un ambicioso guion escrito por el premio Nobel, William Faulkner, que tuvo como prioridad dar forma al sentido de la justicia en la antigüedad, con reflexiones sobre la muerte, el poder y la ambición.
Destacan en el reparto Jack Hawkins, James Robertson Justice y la entonces joven y guapa Joan Collins en uno de sus primeros papeles de protagonista.
Con el tiempo Tierra de faraones ha demostrado ser una aceptable muestra del cine histórico colosal de los años 50, aunque con una serie de elementos que le permiten ir más allá, entre ellos la carencia de referentes religiosos que condicionen la historia.
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