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CRITICA
Por: PACO CASADO
Dicen que es una falta de caridad reírse de los idiotas, quizás por ello no nos reímos a lo largo de toda la proyección de este film en el que se bate el récord al presentarnos a los dos personajes más superficiales y estúpidos de toda la temporada.
Estos dos colegas tras una noche de juerga en la que destrozan un apartamento, se despiertan con el frigorífico repleto de puding, aceptan dinero de un travesti y mil gamberradas más, no saben donde han aparcado el coche.
Todo el argumento de esta estupidez consiste en saber dónde han dejado el vehículo estas dos prendas de la idiotez, ya que dentro están los regalos de cumpleaños de sus dos gemelas novias.
Entre tanto el travesti busca su dinero, unos alienígenas el transfuncionador del continuo (que no sabemos qué diablos es), una secta de aficionados a los marcianos y un puñado de situaciones absurdas que les suceden por el camino de esta inane aventura.
El guionista Philip Stark (autor de algunos guiones de South Park), confiesa que muchas de esas cosas le pasaron a él y a sus amigos.
La dirección es inexistente y los protagonistas son dos jóvenes, populares en serie de la televisión americana o en alguna que otra cinta como es el caso de Sean William Scott, visto recientemente en 'American Pie' (1999) o 'Viaje de pirados' (2000).
Cualquier parecido con lo que debe ser una película es pura coincidencia.
Abstenerse los espectadores con cerebro.
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