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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Ronin' supone, ante todo, la recuperación de un gran director como John Frankenheimer, uno de los más importantes de la generación de los años sesenta, que se encontraba hundido, haciendo telefilms sin interés y que con esta película vuelve a recuperar el crédito de que aún puede hacer grandes cosas.
Ronin es la palabra que se utiliza para designar a un samurai cuando su señor ha muerto y se dedica a vagar en busca de trabajo poniendo sus conocimientos al servicio de otros.
Es similar a los agentes secretos que quedaron sin oficio tras la desaparición de la guerra fría y ahora un grupo ded ellos se convierten en mercenarios que ofrecen sus conocimientos de estrategia militar que venden sus servicios al mejor postor.
Una mujer irlandesa les contrata para que encuentren una misteriosa maleta cuyo contenido nadie conoce, pero por la cual todos son capaces de matar.
Esto es motivo para una reflexión sobre el honor y la lealtad.
Media docena de ellos son contratados por un grupo terrorista (se intuye el IRA) para hacerse con la valiosa maleta que también quiere la mafia rusa.
'Ronin' es cine de acción en estado puro, sin ordenador, con varias persecuciones vertiginosas por las calles de París y Niza, jugándose la vida los especialistas, muy bien rodadas, que ponen en vilo el ánimo del espectador.
El guion utiliza la excusa de la maleta para tener un motivo por el que luchar, pero es lo de menos, como también ocurre con el tema político que queda muy al fondo.
Lo que interesa es la descripción de los personajes, las relaciones entre ellos y el entramado del argumento que, aunque con algunos fallos y convencionalismos, se sigue con bastante interés hasta el final en las dos horas que dura la proyección.
Bien elegido el reparto con Robert de Niro a la cabeza, seguido por Jean Reno y Natasha McElhone, una actriz que ha subido como la espuma con tan sólo media docena escasa de títulos.
Aunque la cinta no ha conseguido el éxito que cabía esperar, demuestra que Frankenheimer, a pesar de sus 68 años, sigue en buena forma, que aún le quedan fuerzas, para poner tensión y suspense en determinados momentos con la vigorosa puesta en escena que hace en Ronin, aunque no llegue a la altura de sus mejores títulos.
Buena prueba de ello es la espectacular persecución de coches filmada en las calles de París que bien merece entrar a formar parte de las más logradas de la historia del cinme.
Premio Young Hollywood a la mejor banda sonora para Elia Cmiral.
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