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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay que comenzar diciendo que James Bond 007 cabalga de nuevo. Porque en efecto, Sean Connery, tras algunos años de ausencia de interpretar el personaje creado por Ian Fleming, y después de haberlo incorporado en las seis primeras películas, se ha decidido a meterse de nuevo en la piel del agente que le hizo famoso, esta vez de la mano de un productor desconocido, Jack Schwartzman, en lugar de los ya famosos Saltzman y Broccoli que iniciaron la serie y la continuaron con tanto éxito.
Aquí James Bond es encargado de recuperar dos cabezas de misiles nucleares Tomahawk que han sido robados por la organización Spectra mediante unos agentes al mando de Ernst Blofeld tras infiltrarse en una base de las Fuerzas aéreas norteamericanas establecidas en Inglaterra, y por las que pide una enorme e inalcanzable cantidad de millones de dólares con la amenaza de hacerlas explosionar.
Ante ello hay que echar mano del agente doble cero y más concretamente de 007, que se pone manos a la aventura de nuevo en persecución del astuto Maximilian Largo, su enemigo en esta ocasión, que por delante echa a la atractiva Fátima Blush encargada de tratar de matarle en varias ocasiones.
Los films de James Bond tienen siempre un atractivo que parece consustancial con el personaje y es que se sabe que terminarán siempre bien, pero no con qué nos sorprenderán en cada nueva escena, ni que enemigo surgirá o de qué bando estará el recién llegado personaje.
La serie vuelve a tomar sus aires del principio en los que se decía que tenían sus cintas las tres S, sexo, sadismo y snobismo, pero todo ello en pequeñas dosis, sin pasarse nunca.
El personaje vuelve a recuperar su elegancia y aplomo, su atractivo aunque sea ya más mayor y no esté para determinados trotes y se despoja de tantos fuegos artificiales, aventuras increíbles y estrambóticos elementos como se le venían introduciendo últimamente en busca de una mayor espectacularidad, conseguida no obstante en muchos momentos y que le ha prestado vigor a la serie para seguir viviendo.
Aquí la aventura tiene unas escenas difíciles, algunas increíbles, otras espectaculares, como la persecución en moto por las calles de Montecarlo y también sus armas secretas como la pluma-pistola que se usa en el momento oportuno.
Las chicas Bond no se despachan a granel, sino que aparecen en su justa cantidad y el guion está muy equilibrado por un gran profesional como es Lorenzo Semple jr.
Irving Kershner, que no dirigía nada desde El imperio contraataca, le ha tomado bien el pulso a esta nueva aventura del agente con licencia para matar y lleva la película con firmeza, sabiéndole sacar partido a los variados paisajes, desde las Bahamas al norte de África, y engarza las variadas acciones.
Ha contado también con dos buenos profesionales tanto de la música como Michel Legrand, y de la fotografía como Douglas Slocombe, así como un nutrido reparto de actores veteranos que, cada uno en su puesto, cumplen perfectamente con sus papeles sin nada que envidiar a los de la serie de Saltzman y Broccoli.
Una cosa es segura, que de nuevo está garantizado el espectáculo y el entretenimiento durante dos horas largas y seguimos recordando que el cine además de arte es también diversión y espectáculo.
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