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CRITICA
Por: PACO CASADO
Una comedia romántica que relata la incómoda situación de Daniel, un editor parisino de mediana edad, que un día se encuentra con Patrick, un viejo amigo, al que lleva un tiempo sin verlo.
Para ponerse al día Daniel lo invita a cenar a su casa, y Patrick se presenta acompañado por Emma, su nueva novia, una chica espectacular, mucho más joven que ellos dos, que causa un gran impacto en el dueño de la casa, no así de entrada en su esposa, ya que Emma ha sido el motivo de que Patrick rompiera su matrimonio con quien era su mejor amiga.
Durante la cena, Daniel empieza a tener ensoñaciones sobre cómo sería una posible aventura con ella, mientras que su mujer, Isabelle, una profesora con la lleva casado veinte años, que lo conoce bien, sospecha de sus oscuras intenciones.
Daniel es un hombre corto de espíritu, bastante infantil, que siempre se siente cohibido por su esposa que lo lleva por donde desea y a veces no se atreve a exponerle ciertas cosas, por lo que tal vez no haya sido capaz de tomar la iniciativa de divorciarse de ella, lo que fomenta las fantasías eróticas con la recién llegada Emma.
Daniel Auteuil, como gran actor del cine francés, tiene más de un centenar de títulos, pero como director es el cuarto largometraje que realiza, en el que además incorpora al protagonista que se imagina lo que ocurriría enamorado de Emma, en una comedia romántica, curiosa, divertida, que pone en evidencia el patetismo del género masculino, vista desde una óptica bastante sexista, que no aporta nada, en la que los actores cumplen, entre ellos la española Adriana Ugarte, que hace su primera incursión en el cine francés, en una historia que es más de sentimientos que de sexo.
El guion, que se basa en la obra 'L'envers du décor' (El otro lado del decorado), del dramaturgo Florian Zeller, que el propio Auteuil había dirigido en el teatro, va mezclando durante el transcurso de la cena los pensamientos de Daniel sobre una posible relación con Emma.
El problema es que a veces introduce esos insertos de las fantasías de una manera dispersa, sin un orden, ni una continuidad en el tiempo, lo que a veces confunden al espectador creyendo que por fin ha terminado la cena y hemos pasado a la nueva realidad en la que se han cumplido esos pensamientos tan deseados.
De camino sirven para airear la trama tratando de hacerla más cinematográfica, con bellos paisajes de Ibiza o Venecia, y menos teatral, pero con escaso ritmo, por no decir ninguno.
A lo largo del argumento se tocan de pasada temas como la sexualidad reprimida, la infidelidad matrimonial, el deseo sexual, la crisis de pareja, el ideal del matrimonio feliz, el paso del tiempo en el que a veces lleva al aburrimiento en la relaciones y también invita a reflexionar sobre la llegada a una cierta edad en la que el físico ya no está para según qué cosas.
Estas mismas fantasías hacen que Daniel Auteuil como actor a veces parezca fuera del personaje permaneciendo como obnubilado, mientras que Adriana Ugarte, además de aportar su belleza, no desentona entre esos dos grandes actores, Auteuil y Depardieu.
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