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CRITICA
Por: PACO CASADO
El cine británico siempre suele tener una imagen característica en casi todas sus producciones, sean del género que sean, que las distingue de las demás cinematografías.
En el género de terror se hicieron famosas las películas de las productoras Amicus y Hammer que a pesar de utilizar algunos monstruos del cine americano, les daban un sello propio, con un horror más sugerente, psicológico, y menos explícito.
Así ocurre en esta ocasión en que estamos ante un film de ese género, pero en este caso no hay un monstruos, sino que se trata de tres historias, con prólogo y epílogo incluido, sobre algo que está muy de moda de unos años a esta parte como son los fenómenos paranormales.
El guion está basado en la exitosa obra de teatro de Andy Nyman y Jeremy Dyson, triunfadora durante cinco años en el West End londinense, conste se encargan también de escribirlo y de llevar a cabo este largometraje con el que debutan en la dirección, que nos cuenta tres casos de esos fenómenos investigados por un escéptico profesor.
La historia comienza cuando un médium en un escenario se comunica con los fallecidos de algunas de las personas del público y el profesor Phillip Goodman, presentador del programa televisivo "Engaños del más allá", interrumpe la actuación para descubrir el truco que emplea y desenmascarar al estafador, ya que no existe tal comunicación con los muertos.
Posteriormente recibe una notificación de un famoso investigador Charles Cameron que le pide que aclare tres casos que él no pudo resolver acerca de fenómenos paranormales.
El primero es el de Tony Matthews, un vigilante nocturno que es víctima de ellos durante una noche en su trabajo en un psiquiátrico para mujeres.
El segundo es el del mentiroso joven Simon Rifkind, que un día toma el coche de su padre, sin haber aprobado el carnet de conducir como les había dicho, y tiene un accidente que le produce una avería mientras cruza un oscuro bosque.
El tercero es el de Mike Priddle que trabaja en asuntos del mercado económico cuya esposa fallece durante el parto.
En el epílogo, que tiene un tono más surrealista, se demuestra que todo es lo que parece, pero el cerebro ve lo que quiere ver.
Las distintas historias van siendo puestas en imágenes conforme son contados por sus protagonistas en los que se emplea el terror psicológico y no se usan demasiados trucos, ni efectos especiales o sobresaltos, sino realidad e imaginación en cada escena, narradas con cierta elegancia, mientras que en el epílogo final los guionistas se reservan algunos giros que sorprenden al espectador y ahí si se recurre al absurdo, a la fantasía, a imágenes retrospectivas de la infancia del profesor Goodman, y algunos de los personajes de los tres casos que acuden para cerrar la narración.
Entre los actores destacaríamos al joven Alex Lawther del segundo episodio y a Andy Nyman, que además de coescribir el guion y codirigir, asume también el papel protagonista del Profesor Goodman que da unidad a los diferentes relatos por los que circulan temas como la religión, el tormento psicológico, la espiritualidad, lo sobrenatural y la fe de algunas personas de que pueden comunicarse con el más allá con sus seres queridos.
Para ser unos directores debutantes su puesta en imágenes no resulta nada mal, sin que hayan tratado de llamar la atención en ningún aspecto.
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