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CRITICA
Por: PACO CASADO
El universo de Julio Medem vuelve a cobrar vida en este drama en el que el romanticismo, el misterio, el deseo y un mundo onírico se unen para desarrollar la historia de una pareja de enamorados que se encierra en un viejo caserío vizcaino a escribir la historia de su vida en común con la firme promesa de no ocultar nada, ni de hablar de política.
Meden construye la película en dos tiempos diferentes, el actual en el que los hechos son contados con realismo y ritmo pausado y el del pasado donde la realidad da paso a una narración a base de flack backs.
El argumento tiene forma de simbólico árbol, con el objetivo de narrar esa historia de amor que a la vez contiene otras ramificaciones, muchas vidas y más relatos amorosos, de pasión, de celos, desamor, de sexo homosexual y hetero, de terrorismo, de la mafia rusa, del crimen, de tráfico de órganos, de mentiras y también de tragedia.
El resultado es un puzzle de géneros donde el drama se confunde con el thriller, el amor con la violencia y las mentiras cada vez más imprevisibles con la mafia y la guerra civil.
Rebeca y Marc constituyen una joven pareja que viaja hasta ese antiguo caserío que perteneció a la familia de él.
Allí escribirán conjuntamente una historia que han vivido juntos, al tiempo que tratarán de profundizar en las raíces familiares de cada uno de ellos.
Durante esos días recompondrán simbólicamente un gran árbol genealógico bajo el que se cobijan veinticinco años de relaciones de amor, desamor, sexo, locura, celos e infidelidades, y bajo el que también yace un profundo misterio que marcó sus vidas.
En esa estancia en el caserío, cada uno desvelará al otro secretos pretéritos que a base de decir la verdad ponen en grave peligro su propia relación amorosa, hechos y situaciones que vemos a través de los correspondientes flash backs.
Este ambicioso film, algo pretencioso en su osadía, supone el décimo largometraje de Meden, uno de los directores más inspiradores del cine español, con una narración coral, en la que agrupa sus obsesiones, llena de metáforas, de acción, amor y secretos en un puzzle que por momentos se hace repetitivo, un poco confuso al ir cambiando las edades de los personajes y por supuesto, también algo largo, como viene siendo ya habitual últimamente.
Se trata de una revisión de nuestra historia reciente, un repaso a esos años a través de unos personajes que nos hablan de temas universales como el amor, la pasión, las mentiras, los secretos, los celos, la infidelidad y la locura.
Entre las ardillas (La ardilla roja (1993)) y las vacas, (Vacas (1992)) animales que figuraron en los primeros títulos, por los que Medem parece tener obsesión, sobre todo por estas últimas que también figuran en este nuevo largometraje.
En ellos primeros puso los cimientos de su filmografía, viajó hasta el polo en 'Los amantes del Círculo Polar' (1998) para poner allí sus emociones y nos presentó a Lucía en 'Lucía y el sexo' (2001), pasó por una 'Habitación en Roma' (2010), cumplió el sueño de rodar con Penélope Cruz en 'Ma ma' (2015), pero ha ido bajando de calidad en los últimos tiempos, aunque siempre con la mujer como portadora de su cine.
Ahora nos cuenta esta historia familiar, muy ramificada y coral, en la que algunos personajes no están bien definidos, con un laberinto en el que el espectador entra, pero en el que también se puede perder, para terminar conociendo a toda esta familia.
Cinta de difícil estética, que apuesta por la belleza de la fotografía de Kiko de la Rica y por el trabajo de algunos de sus actores, mientras otros resultan más sosos o menos expresivos.
Toca varios géneros, es compleja y también laberíntica.
La mujer sigue siendo un pilar importante en el cine de Medem y aquí hay varias de ellas con perfiles muy diferentes.
Ese hermoso árbol, plantado a la puerta del caserío, servirá de paréntesis de apertura y cierre del film.
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