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CRITICA
Por: PACO CASADO
La novela de Colette, Gigí, publicada en 1944, es poco conocida en España, amoral, escandalosa y demoledora como la mayoría de las suyas, no así la adaptación teatral que se hizo de la misma sobre Gastón, un rico playboy y una joven cortesana, el primero cansado de las convenciones de la sociedad parisina, disfruta de una amistad platónica, pero puede que este estado no permanezca así por mucho tiempo.
Gigí es hija de una pintoresca cantante de ópera, una ingenua adolescente a quien su familia ha decidido de ocupe un lugar privilegiado en la vida y de eso se va a encargar la tía Alicia.
La indiscutible maestra de ésta se va a volcar sobre ella dotándola de las armas suficientes para que cuando llegue el momento, la caza de un buen partido no tenga secretos para ella.
Ni Alicia ni la abuela sospechan que la más codiciada presa está al alcance de sus manos, que no es otro que Gastón, el rey del azúcar, un joven apuesto y buen amigo de la familia.
Cuando Gastón se da cuenta de que Gigí ha madurado y se ha convertido en una mujer, su abuela y su tía, que han educado a Gigí, para que sea la amante de un hombre rico, instan a la pareja a representar sus papeles, pero el amor añade un sorprendente giro a esta encantadora historia.
La obra pasó primero por los escenarios y después por el cine en forma de musical y para ello nada mejor que la hiciera un maestro del género como Vincent Minnelli, que tanto contribuyó a la renovación del mismo.
Tuvo que luchar contra los valores literarios de la obra de Colette que podían lastrar la película y salvó el escollo admirablemente sin haber perdido el espíritu de la misma en la que se dan dos formas de vida.
El ambiente sencillo y humilde de la casa de Gigí y de su tía, "Mamita", y el gran mundo cosmopolita de joyas, lujos, grandes fiestas y elegantes vestuarios que viven Gastón y su tío Honoré Lachaille, para los que el amor no es más que un juego, un simple pasatiempo, donde no les está prohibido casarse, pero eso se hace al final.
Ambos universos están perfectamente representados en los decorados: rojo para la casa de Gigí, lugar placentero y relajante donde Gastón se refugia de sus bacanales y más suaves para los escenarios de Maxime, Palacio del hielo, etc.
'Gigí' (1958) es un film cargado de sprit francés hecho por un norteamericano enamorado de la ciudad de la luz como Vincent Minnelli, como ya lo demostró con Un americano en París (1951), que logra un espectáculo colorista, con una magnífica música de André Previn y una Leslie Caron realmente encantadora.
Ganó nueve Oscar, tres Globos de oro, un David de Donatello, el Gramy a la mejor música, dos Laurel de oro, entre otros muchos galardones.
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