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CRITICA
Por: PACO CASADO
Bernardo Bertolucci ha querido refrescar la memoria de aquel mayo revolucionario francés del 68 que algunos consideran un fracaso, pero que si no consiguió cambiar la forma de gobernar el mundo, si dio paso a una nueva manera de ver las relaciones hombre-mujer, el feminismo o de considerar otra manera de contemplar el sexo.
Se basa en la liviana novela 'The Holy Innocents', de Gilbert Adair y pone así este telón de fondo para una historia sobre la alegría de vivir para después caer en el amargo desengaño conforme avanza la acción y derivar a otros temas menos interesantes.
Theo e Isabelle son dos hermanos muy cinéfilos que un día conocen en la Cinémathèque a Matthew, un estudiante americano, ansioso de ver cine, y lo invitan a vivir en su piso ante la ausencia de sus padres.
Entregados a su libre albedrío, experimentan mutuamente con sus emociones y sexualidad desarrollando una serie de juegos psicológicos cada vez más absorventes.
Son los días de la expulsión de Henri Langlois como director de la cinemateca francesa y de la explosión de las huelgas y reivindicaciones del famoso mayo francés, mientras ellos tres, encerrados en el piso, se entregan a juegos cinéfilos, a eróticas experiencias, a perder la virginidad y a relaciones incestuosas en un menage a trois sin límites.
Entre tanto las calles arden en manifestaciones y sopla el viento de la rebelión, hasta que una piedra que entra por una ventana llama la atención de estos pequeños burgueses y bajan a participan en las algaradas callejeras.
Posiblemente los jóvenes de hoy no conozcan bien lo ocurrido en aquellos días, pero creemos que tampoco Bertolucci se lo deja muy claro por muchos insertos que haga de cintas en blanco y negro de la nueva ola o del mejor cine negro americano, mientras los chicos discuten sobre quién era mejor, si Charles Chaplin o Buster Keaton, el cine de Nicholas Ray o de Sam Fuller, Marlene Dietrich o Greta Garbo.
A nuestro entender la película está desequilibrada en cuanto a los temas que toca, confundiendo a veces la libertad con el sexo en lugar de forma de pensar o de actuar libremente.
Eso le hace perder el ritmo en reiteraciones que no llevan más que a un exhibicionismo sexual gratuito, que no era eso todo el mayo francés cuyo espíritu se queda muy de telón de fondo.
En definitiva un film irregular en el que se escapan cosas sin resolver, que se queda en un simple homenaje al cine francés y un recuerdo al mayo de las revueltas sociales que marcó una forma de comportarse, de pensar y de amar, con un espíritu inconformista y rebelde.
Dirigida por Bernardo Bertolucci supuso el primer papel para Eva Green por el que logró una nominación a los premios César con este drama romántico ambientado en las revueltas estudiantiles del París de 1968.
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