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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aunque su tratamiento formal esté emparentado con el más directo cine revolucionario, es un triste canto, una elegía a la revolución imposible, que termina con el caudillo.
Desde el punto de vista cinematográfico fue tratada con notable vigor plástico.
Es evidente el recuerdo de Eisenstein, de El Indio y su fotógrafo Gabriel Figueroa.
Marlon Brando nos da un retrato demasiado bello y formal del paladín de los aztecas.
La cámara logra momentos de gran calidad por su capacidad traslativa, y los adecuados ángulos de visión revelan en Elia Kazan un gusto por el detalle.
Supone la consagración de Elia Kazan y de Marlon Brando.
El director desarrolla la temática político social a través del héroe de la revolución mejicana Emiliano Zapata, que se entregó a su pueblo.
Son los problemas de una sociedad valorados desde el ángulo de quien tiene que resolverlos y aquellos a quienes ha tocado vivirlos y tienen la obligación de plantearlos.
Las inquietudes sociales, las injusticias, los problemas políticos de una comunidad son sentidos de forma distinta por quien los sufre que por quien ha de solventarlos.
Marlon Brando logró el premio al mejor actor en el Festival de cine de Cannes y Anthony Quinn el Oscar como secundario.
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