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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es una película sobre los lazos familiares, sobre los apegos y las distancias entre una madre y una hija que emprenden un doble viaje para descubrir lo complejo que es quererse.
Es un film pequeño dirigido por la sevillana Celia Rico Clavellino, pero no por su calidad, sino porque se trata de una producción de bajo presupuesto, hecha con pocos actores, en una cinta minimalista con una historia contada a base de gestos, miradas, silencios y emociones diversas entre una madre y su hija.
La joven Leonor trabaja en una fábrica textil como planchadora pero decide estudiar inglés para mejorar de trabajo y para ello cree que lo mejor es aprenderlo practicando y se marcha a Londres a hacer de babysister, cuidando niños, y deja sola a Estrella, su madre, en el pequeño pueblo andaluz donde viven, con los recuerdos de su esposo fallecido.
La unidad entre la madre y la hija es grande y trata de llamarla constantemente para que no se sienta tan sola y aleje así sus propios fantasmas y darle fuerza para vivir esas nuevas circunstancias.
A pesar de que es una de esas historias en las que aparentemente no pasa nada, pero sin embargo por ella circulan los sentimientos, el amor a una madre que se encuentra sola, la falta de trabajo en los pueblos andaluces, sobre todo para los más jóvenes, que se ven obligados a emigrar para encontrarlo y no siempre digno con arreglo a la categoría de sus estudios profesionales.
Aunque es ley de vida que los hijos algún día han de abandonar el hogar materno, no hay manera de afrontar el traumático momento.
Así ocurre en este drama del estrecho vínculo de una madre y una hija además con el agravante de la reciente muerte del padre y el vacío que queda tras de sí.
Tiene algunos giros que son interesantes, aunque no sean espectaculares, pero hace cambiar los sencillos conflictos cotidianos y sobre todo hay dos grandes actrices en pantalla, una madura Lola Dueñas, en el papel de Estrella, la doliente madre, y la joven Ana Castillo como Leonor, que conjugan de manera formidables sus respectivos roles, que se ve que se llevan bien, lo que le da más verismo a sus respectivos cometidos, con unos diálogos sencillos de las relaciones cotidianas entre ellas en las que a veces los silencios dicen más que las palabras.
Es un guion escrito por la propia directora con pocos personajes, bien definidos en su estado de ánimo, en los que pone sensibilidad e inteligencia, que apenas si salen de los límites de la casa, la fábrica y poco más, en el que los objetos cotidianos tienen su relevancia, con poca presencia de los hombres, tan solo unas breves escenas de Pedro Casablanc.
Cine fácil de consumir, honesto, auténtico, con algo de melancolía y un poco de esperanza en poder conseguir algún día un futuro mejor, en el que no falte el cariño y la generosidad.
Es la ópera prima de Celia Rico que hace una buena labor directiva de las dos actrices que tiene a su cargo como Lola Dueña y Ana Castillo, principales protagonistas, que ponen de manifiesto el amor y el cariño entre madre e hija.
Pasó por los festivales de Londres y San Sebastián certamen este último en el que ganó el Premio de la Juventud.
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