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CRITICA
Por: PACO CASADO
Hay un dicho popular que apunta que "las desgracias nunca vienen solas", y eso es lo que le ocurre a Alice, la protagonista de esta película, una ama de casa a la que se le ahoga una hija pequeña de su vecina y buena amiga y posteriormente unas madres vengativas la acusan de abuso de menores en el colegio donde van sus hijos y en el que ella ejerce de enfermera.
Es un melodrama, real como la vida misma, llevado a cabo en su ópera prima cinematográfica por el director teatral Scott Elliott basándose en la novela de Jane Hamilton, con un bajo presupuesto y con carácter casi de independiente si no fuera por los estupendos y conocidos actores que encabezan su reparto.
Film intenso que cuenta con un argumento que parece hecho a la medida y para lucimiento de una excelente actriz como Sigourney Weaver, que tal vez por la inexperiencia del director se alarga demasiado en algunos momentos o resulta frío en su exposición. Es un agobiante drama del deterioro de una mujer que termina prendiendo el ánimo de cualquier espectador.
Alice se defiende de las crueles acusaciones infundadas que le llevan a la cárcel y que ella acepta, más como una condena por lo que de culpa pudiera tener en la muerte de la pequeña, que por las acusaciones falsas que le atribuyen.
Por su carácter no es muy querida por la comunidad y se gana la antipatía de sus vecinos que le llevan injustamente a prisión. Pero ella reacciona como una auténtica mujer, como un ama de casa normal, a la que le acusan de algo tan tremendo como el abuso de menores.
La cinta nos da un retrato bastante ajustado de lo que es un matrimonio medio americano.
El guion tiene defectos, lagunas o reiteraciones y a veces cae en algunos tópicos a la hora de tocar estos temas, pero se compensan con la excelente interpretación de Sigourney Weaver, que merecía más el premio en San Sebastián que Aitana Sánchez Gijón en Volaverunt (1999), a la que le da estupenda respuesta esa otra eminente actriz que es Julianne Moore y David Strathaim.
Un melodrama correcto, en el que el novato Scott Elliott apunta buenas formas pero con sus balbuceos de principiante, aunque ha sabido dejar a los actores a sus anchas para que hagan sus trabajos sin encorsetamiento.
Una dirección con más calor humano le hubiera venido bien.
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