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CRITICA
Por: PACO CASADO
La comicidad de los Hermanos Marx sigue siendo eficaz a pesar del paso del tiempo y su interpretación permanece fresca, alocada, rozando el surrealismo y el absurdo.
Cada uno tenía su personalidad y juntos formaban un grupo armónico.
Aquí de nuevo no dan tregua ni respiro a la risa, con varias secuencias antológicas, como la del comienzo del film, con el billete de diez dólares y el cambio, el duelo en el saloom, la de la caja fuerte y la explosión final con la persecución en la locomotora y el desguace de los vagones, donde hicieron célebre la frase "¡Más madera, es la guerra!", todas ellas magníficas.
Como siempre entremeten algunas canciones y números musicales para exhibir sus cualidades y porque era la moda. Sin embargo su desparpajo y sus disparates quedaron como muestra de su estilo y ejemplar comicidad.
Ellos justificaban su éxito y lo absurdo de su humor diciendo que espontáneamente hacían lo que a cualquiera le gustaría hacer y no hace, decir y no dice y esto consigue identificarlos plenamente con su corrosiva comicidad.
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