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CRITICA
Por: PACO CASADO
'Tiempo después' (2018) está basada en el libro del albaceteño José Luis Cuerda, publicado en 2015, quien se ha encargado de hacer el guion de la misma y de dirigirla.
En esta película se nos presenta un mundo en el que únicamente queda en pie una gran construcción, el Edificio Representativo, y cerca del mismo una zona llena de chozas cochambrosas, propias de los suburbios, habitadas por todos los parados y hambrientos, los parias de toda la vida.
La acción transcurre durante el 9177, mil años arriba, mil años abajo, momento en el que el personaje protagonista de esta historia, que no es otro que José María, que sigue virgen a los 40 años de edad, pretende vender la limonada que fabrica en el gran rascacielo, cosa que está prohibida, porque de esa forma dejaría de ser parado y eso no es legal.
Allí vive un rey que es caprichoso, que siempre llega tarde, que es fruto de un adulterio, un alcalde que es quien gobierna y al que continuamente consulta Eufemiano, el implacable conserje, en cuanto tiene un problema, una pareja de guardias civiles que ponen orden, dos barberos rivales, una secretaria muy eficiente, entre otros esperpénticos personajes.
Esto, contado así, parece una historia con una cierta lógica, dentro de la fantasía de la ciencia ficción de suceder en un tiempo muy, muy lejano, como en la guerra de las galaxias, pero no hay nada más absurdo, que resulta divertido a fuerza de serlo.
Es parecida a 'Amanece que no es poco' (1988) en la que vuelve aquel universo caótico y disparatado, pero más absdurda y jocosa, y nada tiene que ver argumentalmente, ni es ninguna continuidad o secuela de aquella, pero mantiene su espíritu y el argumento surrealista, que combina frases muy cultas con cierta carga de crítica social, política y religiosa, en un ambiente muy coral, pero ni los personajes, ni el entorno tienen nada que ver.
Lo que queda de la humanidad vive en ese único edificio en el que cada uno tiene una habitación que es un negocio, sin que haya más de dos o tres iguales, mientras que los parados viven al aire libre en unas horribles condiciones.
Uno de ellos se empeña en subir a los pisos para vender lo que crea un conflicto sin precedentes y un gran enredo.
Es una cinta absurda que de entrada se nos antoja que es una tontería pero a medida que avanza se convierte en una parodia que tiene mucho más sentido de lo que parece, sobre la guerra entre las clases sociales.
El film ofrece constantemente gags surrealistas y humor inteligente que oculta reflexiones sobre la sociedad actual.
Es surrealista, absurda, disparatada, lo que provoca reacciones muy diferentes, algunos espectadores la adoran y otros en cambio la odian, ya que es un producto tan marciano que hace que las opiniones se dividan sobre tan extraña propuesta.
Con el humor habitual de José Luis Cuerda la película critica la gran desigualdad y al capitalismo en esta comedia politico social en la que vaticina que todo irá a peor en la realidad de nuestro mundo de hoy, de los ricos y los desheredados.
Un regreso algo forzado al espíritu de la anterior, que no es poco, en una especie de autohomenaje para sus seguidores en esta loca comedia que critica el tiempo actual con la crisis capitalista y la lucha de clases para los nuevos espectadores.
El film se hace discursivo y en el exceso de palabrería encuentra su mayor comicidad, sin un guion coherente, con escenas superpuestas, esta comedia coral posee uno de los repartos más espectaculares del más reciente cine español en el que repiten de 'Amanace que no es poco', Miguel Rellán y Gabino Diego, en el que están todos bien, por no destacar a ninguno.
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