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CRITICA
Por: PACO CASADO
En los siete años que median entre 'Novio a la vista' (1953) y esta película, Luis García Berlanga únicamente filmó 'Calabuch' (1956) y 'Los jueves milagro' (1957).
El director valenciano tenía fama de vago a la hora de rodar, cosa de lo que incluso presumía, pero es que en medio le prohibió la censura los dos guiones que había escrito.
Plácido es un hombre pobre cuya única propiedad es un viejo motocarro.
En Nochebuena lo contratan para participar en una cabalgata que se incluye dentro de una curiosa campaña.
Pero justo ese día le vence una letra de su vehículo y no tiene para poder pagarla.
'Plácido' (1961) nos devuelve a un Berlanga en plena forma con una de sus mejores obras, que es la primera de las muchas colaboraciones con su guionista Rafael Azcona.
Obtuvo la candidatura para optar al Oscar al mejor film en lengua no inglesa, pero se lo arrebató 'Como en un espejo' (1961), de Ingmar Bergman.
No obstante fue premiado por el Círculo de Escritores Cinematográficos de Madrid a la mejor película y mejor director y la ganadora de los premios San Jorge al mejor film, al director y al actor Cassen.
También participó en la Sección oficial del Festival de cine de Cannes.
De este tándem saldrían muchas cintas llenas de humor ácido y sátira social, entre las que brilla con luz propia esta esperpéntica visión de la España de esa época.
Justamente con esta película y con 'El verdugo' (1963), ambos llegaron al mejor momento de su carrera.
'Plácido' (1961) también supuso el debut cinematográfico de Casto Sendra "Cassen" como actor y de Alfredo Matas como productor.
Es un perfecto ejercicio de interpretación colectiva en donde todos los actores parecen sacados de una realidad atroz pero al mismo tiempo cercana.
Durante las fiestas de Navidad las damas catequistas quieren que todo el mundo pueda celebrarlas, incluidos los mendigos, y con el lema Siente un pobre a su mesa organizan una campaña para que cada familia dé cobijo a un indigente en la cena de Nochebuena, lo que se ve reforzado por un programa de radio y una pequeña cabalgata, en la que interviene Plácido, que tiene problemas para pagar ese día la letra de su motocarro.
La cinta es una cruel visión del fariseismo moral y la inoperancia burocrática de un sociedad hipócrita.
Es la obra con la que Luis García Berlanga se fijó en el podrido universo provinciano.
La perfección con que mueve los hilos de su estructura coral, en lo que era un maestro, y el feroz pero lúcido discurso que encierra, lo convierten en un título irrepetible en la historia de nuestro cine en el que pocas veces se ha combinado tanto talento, lucidez y frescura.
En un principio el título era el de Siente un pobre a su mesa pero fue prohibido por la censura.
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