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CRITICA
Por: PACO CASADO
En 1980 Robert Guédiguian comenzó a hacer cine, lleva ocho películas y aún no había venido ninguna a nuestras pantallas. Este francés, nacido en Marsella, no sale de su ciudad para realizar sus película, le pasa como a Woody Allen con Manhattan. Su cine es pequeñito de producción pero grande en la ambición de lo que nos quiere transmitir.
Esta es una tierna y sencilla comedia de personajes maltratados por la vida.
Marius, trabaja de guarda en una fábrica de cemento a punto de ser derruida y Jeannette, vive en un pequeño patio de vecinos con sus dos hijos a los que alimenta de su corto sueldo de cajera, pero se ha quedado sin trabajo.
Ambos se encuentran, se gustan y deciden unir sus destinos dispuestos a ser felices, a pesar de todo.
En este cuento cargado de ilusión y optimismo sobre un amor atípico en los barrios bajos de una Marsella dominada por el paro, como lo define su director, cabe el curioso microcosmo de los vecinos, la crítica al Frente Nacional de Le Penn, la precariedad del empleo, el sexo, la religión o el tema de la vivienda.
Cada uno con sus ilusiones y decepciones pero siempre con sus esperanzas en este cuadro pintado con los colores de la alegría de vivir.
Ellos comparten las desdichas, se hacen solidarios con las desgracias y alientan los pocos momentos alegres, si lo hay.
A Guédiguian le gusta rodar en Marsella por la luminosidad y la alegría de su cielo, para dar a su cine sencillo, el color del optimismo.
La protagonista es su mujer, Ariane Ascaride, que borda su papel de viuda metida en los cuarenta, de vivo carácter, con sentido del humor y capaz de renacer de las cenizas cada día.
Ella obtuvo el premio César a la mejor actriz y recibe buena respuesta del resto del reducido reparto de estupendos actores del cine francés.
La realización, bastante austera, pone la cámara de forma que deja hacer a los intérpretes para que introduzcan en cuadro sus pequeñas emociones y nos transmitan el concepto de felicidad que es el objetivo del film.
Una cinta fresca, con sentido del humor, espíritu crítico, que es un canto a la vida, al amor y al optimismo.
Ganó los premio Louis Delluc y Lumière a la mejor película del año. Gran premio en el Festival de Geneva. Premio de la prensa en el Festival de París. Premio Sant Jordi a Ariane Ascaride.
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