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CRITICA
Por: PACO CASADO
Por qué será que al igual que ocurre con los grandes descubrimientos científicos o médicos, muchas veces, o la mayoría de ellas, los aciertos en el mundo del cine surgen de idéntica manera.
Si se analiza el hecho ocurrido con 'La noche de los muertos vivientes' (1968) dirigida por George A. Romero y que fue todo un modelo a imitar después, pero nunca superado, se hizo casi de casualidad, con pocos medios, a salto de mata en su rodaje, con actores no profesionales, y resultó un gran éxito por su originalidad y novedad que aún no ha sido superado por sus muchos imitadores.
Cuenta las peripecias y angustias que sufre un grupo de personas que se encierran en el interior de una granja al verse perseguidos por una gran multitud de zombis o muertos vivientes que andan buscando carne humana para alimentarse.
Incluida dentro del género de terror, lindante en ciertas ocasiones con la ciencia ficción, esta película es la típica producción barata y sin presupuesto, realizada con tan sólo 125.000 dólares, ni estrellas ya que a excepción de los dos principales protagonistas los demás actores no son profesionales, que todavía gusta de hacer la industria del cine norteamericano y realizada en blanco y negro para economizar, rodada de una forma irregular a lo largo de nueve meses entre 1967 y 1968.
Es pues el típico film de serie B, en el que todo depende del guion y, en menor proporción de la realización.
La historia es imaginativa y bien construida, con un final amargo y una reflexión aguda y sarcástica sobre la incapacidad de los hombres para convivir entre sí, incluso cuando son atacados por un ejército de muertos revividos.
La puesta en escena es funcional, con aires de reportaje televisivo, y únicamente en ocasiones tendentes a lo efectista.
La interpretación resulta correcta, pero el resultado falla, posiblemente, porque se han cargado las tintas en varios aspectos, ya que se ha pretendido ir más allá en un género en el que es imprescindible la contención, si no queremos caer en el mal gusto.
Y así, esta cinta resulta seria y válida en muchos momentos, pero en otras ocasiones cae en el halago fácil al público y en los efectos repulsivos, quedando en un intento de hacer cine terrorífico, logrado a veces, fallido otras.
Tiene una muy buena fotografía en blanco y negro, sin apenas matices de grises, en la que Romero, que también asumía el trabajo de cámara, para economizar utiliza la luz natural en los exteriores, lo que le da una dimensión especial, y un uso inteligente de la banda sonora para completar el panorama de una producción bastante interesante acogida entre risas más o menos histéricas del respetable, al menos así pasaba en su día cuando se estrenó, pero pensamos que hoy el público actual está más preparado para ver productos terroríficos más espantosos que éste que ya se ha convertido en una película de culto para los cinéfilos amantes del género.
Curiosamente tanto el director como el guionista hacen unos personajes secundarios de periodistas del Washington Reporter.
Con el paso del tiempo se hizo una nueva versión, titulada igualmente en 1991 dirigida por Tom Savini, basada en el mismo guion original que escribieron en su día John A. Russo Y George A. Romero, que no llegó a superar al original.
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