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CRITICA
Por: PACO CASADO
Los realizadores del cine independiente americano, cuando alguna de sus películas tiene éxito, son fichados por las grandes productoras, como ha sucedido con Wayne Wang, un director que tras una filmografía, al parecer bastante coherente, ya que hasta las pantallas españolas tan sólo han llegado, 'Cómete una taza de té' (1989) y 'Sin vía de escape' (1987), es captado por la productora adulta de la Disney para hacer su primera película bajo una gran firma.
'El club de la buena estrella' (1993), se basa en una novela de gran éxito de venta de Amy Tan y ha sido producida por Oliver Stone.
Es la historia de una chica que decide ir a China, de donde huyó precipitadamente su madre dejando abandonadas a sus dos hermanas gemelas.
La madre, una vez en Norteamérica, fundó un día un club para mujeres, al que acuden algunas familiares, todas emigradas. Tienen la costumbre de jugar al mahjong una especie de dominó chino.
A la muerte de la madre, la hija ocupa su lugar y las diversas mujeres le van contando cada una su historia.
Conocemos así un entramado de cuatro parejas de madres e hijas, los proyectos que cada una tenía y las ilusiones que la vida les ha obligado a ir dejando por el camino.
La película salta constantemente atrás para conocer el pasado de las respectivas madres e hijas, lo que hace que sea un poco complicado de seguir.
Para evitar eso el propio realizador ha elegido un tipo de color para cada pareja de mujeres siendo así más identificables.
El film sigue fielmente el espíritu de la novela, al haber sido adaptado por la propia escritora.
La historia la conocía bien, ya que cada una de las protagonistas está formada por un retazo de la personalidad de la autora.
La acción se sitúa en las comunidades de emigrantes chinas, pero su temática es universal, ya que en este ambiente como en cualquier otro siempre hay una incomprensión de una generación con la siguiente, máxime en este caso cuando hay un idioma por medio que los mayores no dominan a la perfección.
Una realización muy correcta de Wayne Wang, un trabajo muy ajustado de las diversas actrices sobre las que recae casi todo el peso del film al ser ellas las principales protagonistas y una fotografía de calidad.
En definitiva un drama de amor filial entre madres e hijas con problemas generacionales que se deja ver con agrado y curiosidad.
Premio NBR. Premio Young Artist para Melaine Chang.
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